Si no tienes una computadora, ¿podrías enviar un cohete al espacio y traerlo de regreso? Katherine Johnson lo hizo. Su brillante mente matemática la llevó de un pequeño pueblo en Virginia Occidental hasta la NASA, donde ayudó a que un hombre llegara a la luna.
Quizá no hayas oído hablar de Johnson, pero probablemente empieces a conocerla. La historia poco conocida de esta afroestadounidense, heroína del programa espacial de Estados Unidos, llegará a las pantallas del cine a principios del próximo año.
“La mayoría de los estadounidenses no tienen idea de que desde la década de 1940 hasta la de 1960, un grupo de mujeres afroestadounidenses formaba parte de la fuerza laboral espacial del país”, señaló Margot Lee Shetterly (en inglés), autora del libro “Hidden Figures” (personajes ocultos), próximo a publicarse, en el cual se basa la película.
Los cálculos de Johnson fueron instrumentales en cada programa de vuelo espacial importante, desde Mercurio hasta Apolo y el transbordador espacial. Se retiró en 1986.
Dirigida por su inteligencia
Johnson siempre pareció ser la mejor de su clase. A los 10 años, comenzó la escuela secundaria. Cuando había hecho todos los cursos de matemáticas avanzadas de la Universidad Estatal de Virginia Occidental, los profesores crearon nuevos cursos para ella. Terminó la universidad a los 18 años.
Después de pasar una temporada como maestra de escuela, consiguió un trabajo como “computadora” en 1953 en lo que se convertiría en la NASA. Allí Johnson debía simplemente ingresar números en las fórmulas de otros ingenieros durante todo el día. Pero gracias a sus habilidades matemáticas y su pensamiento estratégico, rápidamente se volvió indispensable. El grupo de investigación de vuelos espaciales, integrado solo por hombres, solicitó que se incorporase a su equipo.

No siempre fue fácil. Le dijeron que las mujeres no asistían a las reuniones de alto nivel con ingenieros e investigadores de vuelo. Pero Johnson cuestionó esta política y consiguió sentarse a la mesa.
Con las matemáticas de Johnson, se trazó el vuelo de Alan Shepard, que se convirtió el primer estadounidense en llegar al espacio en 1961. Su reputación era tal que cuando John Glenn se estaba preparando para su primer vuelo orbital en 1962, al no confiar en los cálculos realizados por los nuevos equipos electrónicos de la NASA, pidió que Johnson verificara la matemática.

Johnson afirmó que su mayor logro fue calcular la ventana de lanzamiento del Apolo 11. Mientras el mundo observaba a Neil Armstrong dar los primeros pasos en la luna el 20 de julio de 1969, Johnson comentó: “nos preocupaba mucho el momento de regresar de la luna. Tenía que hacerlo tal como habíamos dicho. Si se equivocaba incluso en un grado, no entraba en órbita”.
“Yo estaba mirando la televisión. Me dije: “Ay, espero que lo haya hecho bien”. Y estaba sentada allí con la esperanza de que yo también hubiera hecho bien las cosas”, dijo riendo.
Como concluyó la NASA (en inglés) cuando el presidente Obama le otorgó a Johnson, ahora de 97 años de edad, la Medalla Presidencial de la Libertad: “Nada mal, para una niña de Virginia Occidental, que casualmente (o quizá no) nació el 26 de agosto: el Día de la Igualdad de la Mujer”.