Si algo pueden hacer las personas con discapacidades es resolver problemas. “Es porque nosotros pensamos fuera del libreto”, dice Kristin Fleschner, una abogada que trabaja en el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Fleschner (en inglés) comenzó a perder la visión cuando comenzaba sus estudios en la facultad de derecho en el año 2008. Se adaptó. Asumió el desafío de completar su educación y ello le procuró adquirir habilidades y talentos que ahora contribuyen a su éxito profesional, social y personal.

Cuando se le preguntó si sus clientes consideran su incapacidad como un perjuicio  Fleschner respondió que si ella lo necesitara buscaría un abogado que:

  • Haya experimentado personalmente la injusticia y comprobado el poder del derecho para corregir lo que está mal.
  • Trabaje diariamente para lograr que su voz se oiga.
  • No eluda los desafíos.
  • Pueda elaborar estrategias y pensar rápido para resolver problemas.
Para Fleschner, ser discapacitada no la hace dependiente. Simplemente significa hacer las cosas de una manera diferente. (Foto cedida por Kristin Fleschner)

“Estas son cosas que alguien con una discapacidad entiende mejor que el resto de la población. Yo buscaría la ayuda de alguien con una discapacidad”, dice.

Al superar los desafíos de cada día, Fleschner y otras personas con discapacidades necesitan desarrollar capacidades en el lugar de trabajo. Trata de imaginarte ciego y que eres la única persona esperando un tren en el andén de una estación cuando de pronto aparecen tres seguidos y no puedes escuchar los anuncios en el altavoz. O imagínate ordenando del menú en un restaurante, o buscando el cuarto de baño en tu centro de trabajo. El resolver problemas se convierte en una parte natural de uno, y se trata de una habilidad que la mayor parte de los empleadores valoran.

“Me parece que estamos avanzando hacia considerar una discapacidad como una contribución positiva a la diversidad, pero todavía no hemos llegado a ese punto. Los empleadores todavía piensan ‘oh, cuanto me ha de costar acomodar a esta persona?’ Sin embargo ya hemos visto que el costo del acomodo es mínimo, y que una persona con discapacidad aporta mucho”, indica.

Zoe, el perro guía de Fleschner, le ayuda a movilizarse y Fleschner se mueve mucho porque tiene una vida social muy activa, viaja a muchos lugares debido a su trabajo e incluso ha corrido en la maratón de Boston. “Mi vida es todo menos ser discapacitada”, dice.