“La esencia y conciencia de nuestra diplomacia”, eso es lo que el secretario de Estado Johnn Kerry considera promover los derechos de personas lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI).
Pero esa esencia fue dañada en abril cuando dos activistas de los derechos de las personas gais fueron asesinados a machetazos en Dacca, capital de Bangladés.
Las víctimas fueron el empleado de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, Xulhaz Mannan, y su amigo, Tanay Mojumdar. Mannnan era editor de la primera y única revista de derechos de las personas gais en Bangladés.
Kerry calificó los asesinatos de ser una “barbarie” al indicar que Mannan era un “defensor de los derechos humanos y la dignidad”.
Para acabar con esos crímenes y la discriminación contra las personas LGBTI, el Departamento de Estado de Estados Unidos estableció un Fondo de Equidad Global (en inglés) en 2011.
Hasta el momento, el fondo ha suministrado 30 millones de dólares a diversos grupos en 80 países para ayudar a miembros de las comunidades LGBTI que han sido amenazados o acosados así como para combatir la discriminación.
Valientes defensores de los derechos LGBT en todo el mundo están manifestándose en favor de la igualdad, aun cuando enfrentan violencia, intolerancia y discriminación”, dijo Chad Griffin, presidente de la Campaña de Derechos Humanos, un socio del mencionado fondo.

En 2015, Kerry designó a Randy Berry como el primer enviado especial de Estados Unidos para los derechos humanos de las personas LGBTI. Desde entonces, Berry ha recorrido el mundo para afirmar la dignidad de todas las personas, independientemente de su orientación sexual o su identidad de género.

La Asociación Internacional de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales (ILGA) con sede en Ginebra, nota avances en su informe sobre Homofobia de Estado de 2016.
En 123 países existen leyes que protegen a las personas LGBTI de la discriminación, crímenes motivados por el odio y discursos que incitan al odio. Cuarenta y dos de esos países reconocen el matrimonio entre personas del mismo sexo.
“No cabe ninguna duda de que en alrededor de 20 años Irlanda ha pasado de ser un lugar hostil y de aislamiento para lesbianas y gais, a ser uno de los mejores”, dijo Tiernan Brady, director político de la Red para la Igualdad de Lesbianas y Gais, con sede en Dublin. “La igualdad en el derecho al matrimonio y leyes contundentes contra la discriminación proporcionan el telón de fondo para ello”.
Aún hay problemas
Aun así, según ILGA, hay más por hacer. Según el grupo, en 75 países existen leyes que permiten que las personas LGBTI sean encarceladas o incluso se les dé muerte por su orientación o actividad sexual.
Kerry condena esas leyes como violaciones a los derechos humanos básicos. Las personas LGBTI “son amenazadas, encarceladas y perseguidas por ser quienes son o por amar a quien aman”, dijo. Aconseja un apoyo diligente porque, a pesar de los avances recientes, “muchos gobiernos han propuesto o aprobado leyes que pretenden reprimir la libertad”.

ILGA observa, además, que incluso en lugares donde las relaciones homosexuales son legales, las personas gais pueden igualmente verse enfrentadas a un estigma social, sufrir discriminación por parte de sus familias o recibir educación o atención médica desiguales.
Pepe Onziema, un importante activista de derechos y director de programa de la organización Minorías Sexuales Uganda, dice que las personas LGBTI en Uganda forman “parte del movimiento global” y “aprovechan toda oportunidad de hacerse oír”. Expresó que él y sus compañeros activistas, a pesar de haber recibido un tratamiento duro en el pasado, son optimistas. “Nuestro deseo de libertad ha echado raíces profundas”, dice. “Un día, las raíces demostrarán que son más profundas que el odio.”