¿Has notado alguna diferencia en el bocado de la manzana que acabas de morder? ¿o en la papa que mondas?

Posiblemente no, pero en la actualidad el 12 por ciento de los cultivos en el mundo proceden de plantas que fueron genéticamente modificadas. Esto se hace para proteger las plantas de insectos y herbicidas y se utiliza ampliamente en la soya, el algodón, el maíz y la canola. Pero los agricultores también están cosechando manzanas y papas que no se marchitan tan rápido cuando se cortan; la Administración de Estados Unidos para Alimentos y Medicamentos aprobó su venta en 2015.

Un distinguido grupo de científicos acaba de determinar que las cosechas modificadas genéticamente son seguras para la alimentación y no presentan mayor riesgo para el medioambiente que las cosechas convencionales.

Las nuevas tecnologías están borrando la alguna vez clara línea que existió entre las cosechas modificadas genéticamente y su cultivo convencional. Es por ello que los expertos de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina convocaron un panel de expertos para sopesar la evidencia científica (en inglés) de los pros y contras de las cosechas modificadas genéticamente.

Plantas en un invernadero biotecnológico (© AP Images)
Los reguladores de Estados Unidos aprobaron las papas modificadas genéticamente de Idaho, vistas aquí en un invernadero “J.R. Simplot”, como seguras para comer. (© AP Images)

El 40 por ciento de las cosechas genéticamente modificadas se cultivan en Estados Unidos; un 50 por ciento en Brasil, Argentina, India y Canadá; y un 10 por ciento en otros 23 países.

Los expertos buscaron evitar “declaraciones generalizadas” sobre los beneficios y riesgos de las cosechas modificadas genéticamente a la vez que aclaran que se trata de “un confuso panorama para el público y los encargados de las políticas públicas”.

Luego de examinar casi 900 estudios y otras publicaciones el panel concluyó que, desde el punto de vista de la salud, es seguro comer alimentos derivados de esas cosechas. Sin embargo los expertos advirtieron que cualquier tecnología, sea la ingeniería genética o los métodos convencionales, pueden modificar los alimentos de manera que puedan plantearse cuestiones en cuanto a su seguridad.