Misha Teasdale pasó infinidad de horas volando mientras filmaba documentales.

Pero la extensión de sus viajes no se comparaba con su preocupación por el medio ambiente. Cuando estaba en su casa en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), siempre reciclaba, andaba en bicicleta en vez de usar su automóvil y trataba de ser lo que él llama un “consumidor consciente”: alguien que tiene en cuenta la ética que existe tras los productos que compra.

Así que hace unos pocos años, después de viajar 360.000 kilómetros a través de 12 países para hacer una película, calculó el costo ambiental del combustible de avión. Según su cálculo, tenía que plantar alrededor de 600 árboles. Redondeó la cantidad a 1000 y reclutó amigos para que le donaran dos meses de su tiempo para plantar. “Me encanta convencer a la gente para que haga cosas que habitualmente no haría”, dijo. Una vez que comienzan, se dan cuenta de que es más divertido y fácil de lo que habían pensado.

La idea de Teasdale comenzó a pequeña escala, pero con un eficaz plan de difusión.

Grupo de personas cava tierra para prepararla para plantar árboles (Foto cedida por Jacques Smith).
Greenpop organiza una fiesta de reforestación anual para ayudar a recuperar la prosperidad del bosque Platbos, el bosque nativo más austral de África (Foto cedida por Jacques Smith).

Durante el primer mes trabajó con sus socios para recaudar dinero y aumentar la concienciación sobre el proyecto, que llamaron Greenpop (en inglés). Vendieron tarjetas con semillas en cruces de calles transitadas, con el lema “Únete a la arbolución” (Join the treevolution). Lograron hacerse conocer con proyectos de “grafiti inverso” (vídeo en inglés), que consiste en texto y arte creados al limpiar superficies urbanas sucias. Sortearon el tráfico en hora punta en patinetas y monopatines con capas de superhéroes. Llamaron la atención de empresas incluso en lugares tan distantes como Noruega y Estados Unidos, y empresas globales como DHL financiaron plántulas y proporcionaron empleados voluntarios.

Durante el segundo mes, plantaron árboles y aprendieron a medida que lo hacían. Plantar los primeros cinco árboles, en Masiphumelele, en la parte occidental del Cabo, les llevó cuatro horas y media. Hacia fines del mes, podían plantar 300 árboles en cinco horas.

El proyecto atrajo tanto interés que lograron superar la meta inicial de 1000 y plantar 800 árboles más, y otros grupos se mostraron entusiasmados por participar. Se suponía que iba a ser una campaña corta, dijo Teasdale. “Plantaremos mil árboles y volvemos a nuestros trabajos”.

En lugar de ello, siguieron adelante con Greenpop. Hubo empresas patrocinadoras que comenzaron a pagar los árboles y los gastos de las personas encargadas de sembrarlos. En los cinco años que han pasado desde su fundación, Greenpop ha plantado más de 57.000 árboles en escuelas, hospitales, centros comunitarios y otros sitios urbanos, así como en bosques y granjas por todo Sudáfrica, Zambia y Tanzania.

Un hombre en un campo sostiene una cebolla mientras otro mira (Foto cedida por Marike Herselman).
Un bosque de alimentos en Livingstone (Zambia), destacado durante el Festival de Acción de Zambia de 2015 (Foto cedida por Marike Herselman).

Algunas empresas que trabajan con Greenpop se comprometen a vincular su producción a plantaciones de árboles. Cada cierta cantidad de productos que venden, las empresas se comprometen a plantar un árbol. Greenpop envía las coordenadas de GPS donde se plantan los árboles, para que puedan tener su ubicación en un mapa. Algunas empresas exhiben un certificado que indica cuantos miles de árboles han plantado. “Es algo bueno y tangible para una empresa poder decir eso”, afirmó Teasdale.

Según Teasdale, Greenpop ha participado en tareas de reforestación en Zambia y Tanzania, y cuenta con una “base de datos de proyectos en todo el continente”. En julio, Greenpop organizará su quinto festival anual de Acción por Zambia (en inglés). El evento replica la organización de grandes festivales musicales, pero está centrado en la educación ambiental. “Quiero cambiar la cultura en torno a lo ambiental”, dijo Teasdale. “No es solo cuestión de árboles, tiene que ver con conectar a la gente”.