Casi 1.000 millones de personas sufren hambre cada día, y las consecuencias son enormes. El hambre puede ser mortal —la desnutrición hace que las personas hambrientas sean particularmente vulnerables a enfermedades. El hambre también cuesta a los países 450.000 millones de dólares al año en pérdidas de producto interno bruto.
Garantizar que la gente tenga suficientes alimentos que comer “tiene que ser una de las prioridades principales de la agenda mundial”, señala el secretario de Estado John Kerry. “Sin esto, no hay mucho más que podamos hacer”.
Se espera que la población mundial alcance los 9.000 millones en el año 2050 y los expertos dicen que la producción deberá duplicarse para poder satisfacer la demanda. Esa es una tarea abrumadora que se complica aún más a medida que el cambio climático se acelera y amenaza más tierras de cultivo y ganado. ¿Qué podemos hacer?

La respuesta radica en inversiones simples e inteligentes en producción agrícola. Hoy en día tenemos la ciencia, la innovación y la tecnología para alimentar de manera sostenible a un planeta cada vez más poblado.
Las mujeres deben también ser parte de la solución. Desempeñan una función clave como agricultoras, emprendedoras y líderes comunitarias, pero tienen mucho menos acceso a la educación y al crédito que los hombres. Si las mujeres contaran con los mismos recursos que los hombres, podrían aumentar el rendimiento agrícola hasta en un 30 por ciento.
Estados Unidos ha sido líder en liberar el potencial de la agricultura para reducir el hambre y la desnutrición. En 2010, el Presidente Obama lanzó la iniciativa Alimentar el Futuro (en inglés) para mejorar el desarrollo agrícola y la seguridad alimentaria en 19 de los países más necesitados.

Alimentar el Futuro ayuda a los pequeños agricultores, en particular a las mujeres, a tener acceso a las herramientas y tecnologías que necesitan para aumentar el rendimiento de sus cultivos. Junto a negocios, universidades y organizaciones no gubernamentales, el programa está rompiendo el ciclo del hambre en algunas de las comunidades más pobres del mundo.
- En Bangladesh, el uso de mejores fertilizantes, variedades de arroz y prácticas de gestión ha ayudado a los agricultores a aumentar los rendimientos del arroz hasta en un 20 por ciento.
- Los agricultores en Senegal pudieron duplicar el rendimiento de sus cosechas de maíz gracias a la introducción de semillas tolerantes a la sequía y mejores técnicas de gestión.
- Más de 4.300 familias hondureñas ahora han superado la línea de pobreza, debido en parte a un aumento del 125 por ciento en ventas de cosechas de alto valor.
(vídeo en inglés)
Conozca mejor cómo las innovaciones en alimentos y agricultura pueden ayudar a alimentar al mundo en el Pabellón de Estados Unidos en la exposición de Milán 2015 (en inglés).