¿Cómo es vivir entre extraños de todo el mundo?

La novelista y libretista de teatro argentina Cynthia Edul (izda.) y la poetisa venezolana Natasha Tiniacos. (D.A. Peterson)

“Hay un momento en el que me encanta pensar”, dice la poetisa venezolana Natasha Tiniacos, al reflexionar sobre su año de residencia en 2014 en el Programa Internacional de Escritores (en inglés) de la Universidad de Iowa al aproximarse al final de su estancia.

Era el comienzo del programa. Los 29 escritores internacionales estaban apenas comenzando a hacer vida social. La mayoría se había reunido en un salón común de su hotel. El escritor griego cantaba mientras el escritor afgano bailaba con el israelí. El de Siria hablaba con escritores de Iraq y de Corea del Sur, mientras que otros se leían sus poemas unos a otros en sus idiomas natales, y otros miraban las fotografías de sus familiares.

“En ese mismo momento vi que en mi versión del mundo no había conflictos”, dijo Tiniacos. Su poesía refleja la belleza que encuentra en los momentos en transición:

Ninguna realidad es insignificante,
hemos presionado el pedal del instante
sujetando el tiempo fugitivo.

En su año 47 el programa de escritores atrajo a un grupo de convivientes para una estancia anual de tres meses. Cada año cambia la gente y el ambiente del programa. “Es una especie de ‘mundo real’ mucho antes de que [el canal de televisión] MTV soñara algo parecido”, dijo Chris Merrill, su director, al mencionar un popular programa de televisión sobre una experiencia real en un canal de televisión de Estados Unidos.

La Universidad de Iowa, sede de un renombrado taller para escritores, donde cada año escritores internacionales refinan sus estilos. (© AP Images)

La edad de los residentes fluctúa ente los 26 y 60 años y todos son autores que han publicado en sus países natales. Pasan los tres meses de residencia como mejor les convenga: investigando, escribiendo, reflexionando o explorando, comparten vivienda en el recinto de la Universidad de Iowa. (Todos ellos tuvieron un enemigo común: los ruidos de una construcción cercana).

“Hacer las cosas comunes de la vida con gente de todas partes del mundo resulta muy interesante”, dijo Franca Treur, cuya novela, el éxito de ventas en Holanda titulada “Confetti on the Threshing Floor” (Confeti en el piso trillado) fue recientemente adaptada para una película. “Como escritora, me fijo en los detalles”, dijo. Comer juntos, lavar la ropa, incluso ver a gente utilizando por primera vez una cafetera.

“Fue a la vez una experiencia local y global en un pequeño pueblo del Medio Oeste, lo que permite tener una idea de la vida real en Estados Unidos, compartida con personas de todas partes”, dijo ella.

Franca Treur (D.A. Peterson)

Había conversaciones sobre libros, música y política que duraban toda la noche, así como relatos personales sobre el racismo y la depresión. Algunos de los escritores nunca habían hecho amigos con alguien del sexo opuesto o conocido a alguien abiertamente gay.

Las amistades se formaron rápidamente entre la gente que compartía el mismo idioma. Pero eventualmente la camaradería, e incluso algún romance, se realizaron en inglés, entre personas que hablaban muchos otros idiomas.

Para Treur, Tiniacos y los otros escritores, mucho de lo que vieron y sintieron puede ser material para proyectos futuros, no solamente con los detalles de un pequeño pueblo del medio oeste de Estados Unidos, sino con el tipo de personajes que pudieron haber recogido de personas procedentes de todo el mundo.

“Borramos las fronteras entre nuestras culturas. No creo que pueda regresar a mi país siendo la misma persona”, dijo Tiniacos.