Antes que la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA, en inglés) fuera promulgada en 1990 era bastante raro ver que una persona con discapacidad física tuviera un empleo.
Pero esto ha cambiado. Gracias a la ley ADA, que prohíbe la discriminación en los centros de trabajo, más de 29 millones de personas con discapacidades tienen empleo en oficinas y negocios en todo Estados Unidos, utilizando su potencial en una variedad de ocupaciones.
Los beneficios fluyen en ambos sentidos. Las personas con discapacidades ganan dignidad e independencia, y los negocios se hacen de empleados dedicados y confiables en su tarea.
Gigi Mohan, coordinadora de personal en las tiendas Wal-Mart puede atestiguarlo. Ella se refiere a Anis Iqbal, que trabaja en una filial de Wal-Mart, como el ejemplo de las razones por las qué tiene sentido contratar a un discapacitado. “Es igual que cualquier otro empleado que haya en este edificio, es capaz de hacer de todo”.
Los dueños de las empresas están dándose cuenta que sus clientes “valoran a ese negocio más en su mercado si de hecho cuenta con una fuerza laboral integrada que incluya a personas con discapacidades”, afirma Kenan Aden, vicepresidente ejecutivo de MVLE (en inglés), una organización sin fines de lucro que ayuda a personas discapacitadas a encontrar un puesto de trabajo.
“El retorno de la inversión para un negocio es que ven que estos empleados no solamente se esfuerzan sino que son extremadamente eficaces”, agrega Aden.
Al ayudar a una persona con discapacidad a ser un participante pleno en la vida de su comunidad, la ley ADA también ayuda a la sociedad de Estados Unidos a hacerse mejor, más justa y más democrática, y de paso también a hacer más prósperos a sus empleadores.