La prosperidad del mundo ha sido incrementada de manera inconmensurable por el crecimiento de las relaciones económicas internacionales: el comercio de bienes y servicios y la migración de mano de obra, capital e ideas a través del planeta. El principio de la ventaja comparativa sugiere que la riqueza de las naciones se acrecienta por la especialización de cada país en las actividades económicas en las cuales tiene oportunidades de bajo costo. No obstante toda esta actividad económica debe ser financiada y la estabilidad del sistema financiero mundial es un factor crítico para el crecimiento continuo del comercio mundial. Esto se complica por el hecho de que la mayor parte de los países tienen su propia moneda y por que las reglas y reglamentos que rigen las transacciones financieras varían ampliamente entre países.

Durante fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX había poca coordinación de las finanzas internacionales. La capital financiera del mundo era Londres y la mayoría de los principales países que comerciaban utilizaban el oro como patrón de divisas, lo cual significaba que las transacciones financieras se hacían en monedas redimibles en oro. Si un país usaba sus divisas excesivamente para comprar importaciones o para invertir en el extranjero perdía reservas de oro, y se veía forzado a restringir la circulación monetaria y el crédito, lo cual generalmente causaba deflación. Esto hacía las exportaciones del país más atractivas y las importaciones menos deseables, con lo cual se corregía el desequilibrio de la balanza de pagos. Muchos estudiosos creen que el sistema funcionó adecuadamente entre 1871 y 1914.
La Primera Guerra Mundial involucró flujos internacionales de capital inmensamente más grandes que nunca antes, debido a que naciones europeas como Gran Bretaña y Alemania se endeudaron profundamente, tomando grandes empréstitos de otros países, especialmente de Estados Unidos. El Tratado de Versalles (1919) impuso penas de reparación a Alemania, que incurrió entonces en políticas hiperinflacionarias que dañaron severamente la economía del país. Un intento de restablecer el patrón oro en la década de 1920 tuvo poca duración: Gran Bretaña abandonó el patrón oro permanentemente en 1931 y Estados Unidos lo hizo dos años después.
La gran depresión de la década de 1930 resultó parcialmente del fuerte declive del comercio internacional debido, en parte, a los altos aranceles aduaneros. A partir de 1934, sin embargo, los países comenzaron a reducir los ruinosos aranceles aduaneros, como resultado de la aplicación de la Ley de Acuerdos Comerciales Recíprocos en Estados Unidos. No obstante, el retorno de las finanzas internacionales a la normalidad fue destruido por el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939 – la guerra más costosa que jamás se haya librado – que interrumpió el comercio internacional y condujo a arreglos de cooperación internacional para facilitar la estabilidad económica y el crecimiento.
Nuevas instituciones internacionales
Una gran cantidad de acontecimientos importantes entre 1944 y 1960 alteró profundamente la naturaleza del sistema financiero internacional. El británico John Maynard Keynes y el estadounidense Harry Dexter White, preocupados por los enormes déficits de divisas para pagar por bienes, servicios y la reconstrucción de las economías devastadas por la guerra, propusieron con éxito un nuevo orden financiero internacional en la Conferencia de Bretton Woods en 1944. Se crearon el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial).
El FMI ayudaría a las naciones con problemas de balanza de pagos y con dificultades para mantener las reservas consistentes con tasas de cambio fijas y acordadas, definidas conforme al patrón oro. Aunque el sistema de tasas fijas se desintegró después de 1971, el FMI continúa existiendo con responsabilidades ampliadas. Por ejemplo, ha desempeñado un papel clave en impedir o reducir crisis financieras nacionales y regionales, actuando como prestamista de último recurso para los países en dificultades fiscales. El Banco Mundial originalmente brindó préstamos a países devastados por la guerra para financiar su reconstrucción, aunque para la década de 1950 el banco había avanzado a préstamos más amplios para financiar proyectos nuevos de desarrollo. Aunque tanto el FMI como el Banco Mundial tienen su sede en Washington (dada la preeminencia de Estados Unidos como potencia financiera mundial), estas organizaciones son verdaderamente internacionales en su orientación y control.

La organización internacional más importante, las Naciones Unidas, comenzó en San Francisco en 1945. Aunque no se concentra primordialmente en cuestiones económicas y financieras, estos asuntos han sido importantes para organismos de la ONU como la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) y la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). El principio de la asistencia internacional para resolver presiones financieras recibió un impulso prominente con el Programa de Recuperación Económica (Plan Marshall) de Estados Unidos (1948-1952), que brindó ayuda a muchas naciones europeas. El Plan Marshall promovió la cooperación internacional entre los receptores de sus más de 12.000 millones de dólares en ayuda económica en forma de préstamos. La guerra fría después de 1945 condujo a nuevas formas de cooperación regional política y económica como un producto derivado de la creación de dos alianzas militares, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y el Pacto de Varsovia compuesto de países aliados con la Unión Soviética.
Comenzaron nuevas formas directas de cooperación financiera, que condujeron a la creación de un sistema de arreglos financieros internacionales. En 1947 comenzó el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que colocó la estructura para una serie de negociaciones (como la Ronda Kennedy y la Ronda Uruguay) que durante la década siguiente condujeron a reducciones espectaculares de los obstáculos al comercio internacional, especialmente de bienes y servicios.
Integración financiera y económica mundial
Las presiones financieras de la segunda guerra mundial contribuyeron a acelerar la declinación abrupta del colonialismo, al surgir literalmente decenas de países nuevos. La más dramática fue quizá la independencia de la India en 1947, pero grandes partes de Asia y África también se convirtieron en países independientes en las dos décadas posteriores. Esto aceleró en gran medida la necesidad de organizaciones financieras internacionales como el FMI y el Banco Mundial. Cada nuevo país usualmente tenía que establecer una moneda que ganase aceptación internacional amplia, tenía que tomar préstamos de sumas de dinero considerables de otros países a pesar de su capacidad incierta de repagar los préstamos, y con frecuencia tenía que aprender a vivir dentro del estado de derecho y de la disciplina impuesta por las condiciones del mercado. Organizaciones como el FMI y el Banco Mundial fueron cada vez más importantes para facilitar esos factores.

El movimiento hacia la integración financiera y económica mundial fue adelantado por instituciones nuevas importantes, especialmente en Europa. En 1950 se creó la Unión Europea de Pagos para facilitar la manera de tratar con la escasez de dólares que hacía difícil los pagos internacionales. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) comenzó a recopilar información económica uniforme de los principales países industriales, incluyendo también después a países de Asia y de América Latina, así como de Europa y de América del Norte. El más importante fue el Tratado de Roma, firmado en 1957, que creó la Comunidad Económica Europea (Mercado Común), el cual pasó de ser una unión aduanera de seis naciones en 1958 a un grupo de 28 países que ha integrado mucha de su estructura económica en la Unión Europea actual, incluyendo una moneda común (el Euro) que más de la mitad del área ha adoptado y un banco central de la UE.
La acción europea ha sido duplicada en otras partes en una escala mucho menor con países de Asia, África y América Latina avanzando para integrar sus economías de manera más regional. Por ejemplo, el Banco de Desarrollo Asiático es una institución de alrededor de 70 economías dirigida a hacer avanzar la creación y libre flujo de capital de una región importante del mundo (habiendo concedido más de 10.000 millones de dólares en préstamos en 2008), mientras que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA-TLCAN) de 1994 extendió el concepto de la unión aduanera a las Américas.
Hay cuatro progresiones importantes en el sistema financiero internacional. En 1995 la Organización Mundial del Comercio (OMC) reemplazó al GATT y se le otorgó amplia autoridad para hacer aplicar normas internacionales relacionadas con el comercio y en cuanto a la forma de realizar finanzas a través de las fronteras. El Grupo de los Siete (G7) fue originalmente una reunión de los ministros de hacienda de siete países industrializados principales pero se ha expandido numéricamente y ahora abarca 20 países (el G20) que se reúnen regularmente para tratar sobre políticas que rigen los acuerdos económicos y financieros internacionales. Otras conferencias no gubernamentales, especialmente la de Davos, Suiza, congregan a líderes empresariales y financieros, con frecuencia sembrando las semillas de reformas de política posteriores. Finalmente, una cantidad de tratados multilaterales en materia de impuestos han procurado estandarizar en alguna medida el tratamiento tributario de quienes participan en actividades internacionales; recientemente pequeñas naciones que son paraísos o refugios fiscales han acordado modificar las provisiones de las leyes del secreto bancario para tratar la evasión fiscal.
La coordinación es esencial
El sistema financiero mundial en desarrollo ha sido tanto la causa como una consecuencia del rápido crecimiento de la globalización. Para la mayoría de los países el comercio internacional abarca una porción más grande de la producción que hace una o dos generaciones. Los flujos internacionales de capital han crecido de manera extraordinaria.

Además, las instituciones como el FMI y el Banco Mundial han desempeñado papeles claves tanto para financiar a largo plazo las necesidades de desarrollo como para estabilizar sistemas financieros débiles. Dos ejemplos notables son la crisis financiera de 1998 que comenzó en Asia pero al final se extendió más allá, especialmente a Rusia, y la de 2008 que ha infligido fuerte presión en las instituciones financieras y economías de todo el mundo. En ambos casos el FMI y el Banco Mundial hicieron importantes infusiones financieras a países atribulados como Tailandia y Rusia. Por ejemplo, el brazo de desarrollo del Banco Mundial hace préstamos “blandos” por alrededor de 10.000 millones de dólares anualmente. Además, los presidentes de los bancos centrales y los ministros de hacienda de los países grandes se han reunido y han coordinado la provisión de crédito para aliviar el pánico e impedir el posible derrumbe de bancos importantes, compañías de seguros y otras instituciones financieras.
Al aumentar la interacción internacional económica y financiera la necesidad de reglas de conducta coordinadas es más grande que nunca: reglas de contabilidad uniforme, normas internacionales de conducta permisible, provisión de préstamos de emergencia y asuntos similares. Sin duda las instituciones existentes seguirán evolucionando, quizá en una nueva organización general que abarque todas las facetas de la reglamentación financiera.
El autor de este artículo es Richard Vedder, especialista en historia económica y política pública y profesor distinguido de economía en la Universidad de Ohio. Entre sus obras se encuentran “Out of Work: Unemployment and Government in Twentieth-Century America” y “The American Economy in Historical Perspective”.