
El vuelo inaugural en 2017 del primer avión comercial fabricado en China representó un paso importante hacia el objetivo de China de convertirse en un líder mundial en el campo de la aviación.

Sin embargo China utilizó métodos cuestionables para adquirir la tecnología y los conocimientos técnicos necesarios para construir su avión de pasajeros, conocido como el C919, según una investigación reciente del Representante Comercial de Estados Unidos.
Estas y otras prácticas llevaron al presidente Trump en marzo a recomendar aranceles a determinadas importaciones estadounidenses de China.
La administración Trump “está abordando lo que es un aspecto crítico para la industria aeroespacial y de defensa, y eso es proteger nuestra propiedad intelectual”, dijo Marillyn A. Hewson, presidenta de la Corporación Lockheed Martin, junto al presidente Trump en la Casa Blanca a principios de este año. Dijo que la propiedad intelectual es “la circulación sanguínea de nuestras compañías” y su robo representa una seria amenaza a los fabricantes de Estados Unidos.
Planes ambiciosos
China es el mercado más grande del mundo para aviones y pasajeros de aerolíneas. Dos fabricantes extranjeros de aviones, Boeing de Estados Unidos y Airbus de Europa, producen casi todos los aviones en China.
Para cambiar esto, el gobierno chino creó en 2008 la Corporación de Aeronaves Comerciales de China, una empresa estatal que produciría el C919.
Los fabricantes de Estados Unidos y otros países estaban deseosos de participar en el enorme mercado de la aviación de China, pero pronto descubrieron que China imponía condiciones estrictas, y muchos dicen que ilegales, para ayudar a desarrollar el C919.

“La actitud de China hacia los proveedores extranjeros es utilizarlos en la medida en que sea necesario para desarrollar su propia industria, que incluye una serie de políticas que van desde subsidios al robo de propiedad intelectual hasta la extorsión de la propiedad intelectual”, dijo Alan Tonelson, experto en comercio que asesoró a la campaña Trump antes de las elecciones de 2016.
Específicamente, China coaccionó a las compañías a ceder sus tecnologías para hacer negocios en China, una práctica conocida como “transferencia de tecnología”. Por ejemplo, la Corporación de Aeronaves Comerciales de China:
- Insistió en que los fabricantes extranjeros establecieran empresas conjuntas con fabricantes chinos.
- Les dijo a las empresas que licitaban al suministro del C919 que tendrían más éxito si establecían instalaciones locales de producción.
- Obligó a 16 proveedores internacionales a asociarse con empresas nacionales chinas para desarrollar tecnologías.

El resultado final: Los gerentes y empleados chinos pudieron utilizar la tecnología de Estados Unidos y de otros socios extranjeros.
De hecho, China admitió en un comunicado de prensa de 2015 de la Corporación de Aeronaves Comerciales de China que las 16 empresas conjuntas que participaron en la creación del C919 “mejoraron el nivel general de la I+D (investigación y desarrollo) aeroespacial de China y de la fabricación por medio de la transferencia de tecnología, la difusión y los efectos indirectos”.
El representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, dijo que las prácticas comerciales desleales de China son un serio desafío para Estados Unidos y otros países. “Estados Unidos está comprometido a utilizar todas las herramientas disponibles para responder al comportamiento injusto y distorsionador del mercado de China”, dijo.