En imágenes: Pompa y orgullo en el “Carnaval del Caribe”

Se trata de una de las celebraciones más grandes en Nueva York, un prodigio que abarca cinco días durante el fin de semana del Día del Trabajo, y que concluye con el “Desfile Estadounidense de las Indias Occidentales”, con participación de personas disfrazadas que marchan y bailan a lo largo de las calles de Brooklyn.

Bienvenido al “Carnaval del Caribe” en Nueva York, donde la música en vivo de las bandas llena en ambiente y los comerciantes venden comida y artesanías típicas.

Gente cubierta con talco baila llevando banderas (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

Los participantes en el carnaval llevan banderas de las naciones del Caribe y bailan mientras vehículos pasan con la música a todo volumen. Dos eventos principales dominan la festividad, la celebración llamada “J’ouvert” durante la noche, que culmina con el gran desfile de carnaval y el desfile mismo el Día del Trabajo.

Gente de pie en una carroza del desfile que pasa frente a edificios (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado /S. Speranza)

J’ouvert (término francés adaptado de las palabras jour ouvert, o “inicio del día”) es una fiesta callejera al amanecer que alcanza su plenitud poco después de la salida del sol. Originada en 1838, cuando se abolió la esclavitud en el Caribe, era la manera en que los africanos emancipados participaban en el carnaval (lo que anteriormente estaba prohibido por los gobernantes coloniales del Caribe) mientras celebraban su recién hallada libertad.

En Brooklyn, los artistas del reggae de Jamaica contribuyen junto a otros artistas a crear el ambiente de carnaval. Esta flota de músicos toca un ritmo constante para las multitudes en el cruce de las calles avenida Bedford y bulevar Empire.

Una mujer de Granada llevando una bandera en la calle durante la noche (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

Brooklyn, el más poblado de los cinco distritos de Nueva York, es hogar de más de 370.000 personas de ascendencia caribeña, por lo tanto es el lugar lógico para el acontecimiento que destaca la historia y las tradiciones del Caribe, así como las contribuciones de los estadounidenses de origen caribeño a la vida cultural y económica de Estados Unidos.

Aquí, una participante en el desfile luce con orgullo la bandera del país isleño de Granada.

Los marchistas rodean un camión que lleva una pancarta que dice “ejército pintado” (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

Cada año el carnaval congrega a lo que se calcula en un millón y medio de personas de Estados Unidos y de otros lugares.

Aquí una carroza del “ejército pintado” pasa por el bulevar Flatbush del parque Prospect, animando a los participantes a rociarse mutuamente con pinturas y polvos de talco.

La gente celebra tirando polvos de talco en el aire (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

El rito de lanzar talco y pintura se dice que tiene sus raíces a principios del siglo XIX en Trinidad, donde las personas esclavizadas solían cubrirse el cuerpo con pintura, o aceite, para evitar ser reconocidos en sus levantamientos. Los jóvenes y los viejos se suman a ello, incluyendo familias completas, con excepción de los pequeños. (Hay actividades dedicadas a los niños, con un carnaval infantil que tiene lugar antes en la semana).

Hombre con la cabellera en punta luciendo una bandera envuelta al cuello (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

La celebración agrupa a una rica diáspora, con representaciones de Antigua, las Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, la República Dominicana, la Guayana Francesa, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, Panamá, Trinidad y Tobago, Santa Lucia, San Vicente y las Granadinas, Surinam y las Islas Vírgenes de Estados Unidos.

Poco después del amanecer este participante con un cinto con la bandera de Jamaica, se toma un reposo en las festividades del carnaval, con los brazos y la ropa cubiertos de pintura.

Gente reunida en la calle esperando el comienzo del desfile (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

Poco después de las 8 de la mañana del Día del Trabajo comienza el desfile principal.

La gente se congrega para mirar las carrozas del desfile de Trinidad y Tobago, Antigua y de las Islas Vírgenes de Estados Unidos que muestran la música del calipso, soca (un derivado del calipso con elementos de funk y soul), rap, hiphop y de R&B (ritmo y blues).

Mujer joven con bandera levantada sobre la cabeza (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

Mientras la carroza pasa esta mujer saluda con la bandera de Trinidad y Tobago, como muestra del orgullo de su familia por su país de origen, El 49 º carnaval anual, realizado en septiembre, tenía el lema “Un Caribe, un pueblo, una voz” para celebrar la rica cultura de la región.

Gente celebrando al frente de pancartas rojas, blancas y azules (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

Los espectadores gritan con alegría al paso de las carrozas del desfile. Mientras tanto los enmascarados y los bailarines compiten por ganar los premios del carnaval, acompañados por los ritmos de la música en vivo de Barbados y de Trinidad y Tobago.

A principios de año, durante el Mes de la Herencia Caribeña en Estados Unidos, el presidente Obama dijo “celebramos las contribuciones de nuestros hermanos y hermanas del Caribe, y reflexionamos sobre la manera en que han favorecido nuestro país y enriquecido sus tradiciones”.

Mujer tocando tambores metálicos (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

Una banda con tambores metálicos, del grupo Despers USA, una de las muchas bandas de carnaval de Trinidad y Tobago, Nueva York y Londres, toca en la avenida Nostrand ante la mirada de los espectadores. La música con instrumentos metálicos comenzó en Trinidad y Tobago en la década de 1930 y rápidamente se expandió por el resto del Caribe y con el tiempo a las poblaciones de la diáspora en otros lugares.

Gente disfrazada con plumajes marcha en el desfile (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

Una larga fila de marchistas disfrazados para el desfile con tocados con plumas como parte de la tradición del “indígena elegante”, rinden tributo a las tribus indígenas de América del Norte. Con su alegre mezcla de pompa, música y alimentos, el carnaval muestra su respeto a las tradiciones y diversidad de Estados Unidos a la vez que mantiene con fuerza el espíritu caribeño en las comunidades de la diáspora en el área de Nueva York.

Hombre delante de una mesa con comida (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

Los vendedores de comida a lo largo del desfile hacen un magnífico negocio con platos favoritos y frescos del Caribe, como pollo seco (marinado una salsa picante “jerk”), roti (un pan similar a la tortilla centroamericana, rellena con pollo, carne de cabra o garbanzos), tortas de pescado y muchas otras cosas.

Los atractivos aromas de la cocina del Caribe hablan de la historia de los inmigrantes de los países del Caribe que han abierto pequeños restaurantes y negocios para el servicio de comidas. (En Estados Unidos los inmigrantes suelen ser empresarios en una cifra doble a los nacidos en el país).

Hombres disfrazados tocando música (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

Un músico de la banda Pagwah usa un cencerro para hacer percusión y entretener a los participantes del carnaval. Pagwah ganó la competencia como la mejor banda en la categoría “Fancy Ole Mas” (“Mas” se utiliza como abreviatura de máscara). La procesión del desfile del carnaval con bandas enmascaradas y carrozas serpentea a lo largo de un trayecto ocupado por espectadores y vendedores, ofreciendo un espectáculo teatral callejero sin paralelo.

Mujer con asta de bandera al hombro que es rociada con talco blanco (Depto. de Estado/S. Speranza)
(Depto. de Estado/S. Speranza)

Un abanderado camina en medio de una nube de polvos de talco mientras los vecinos miran. A medida que concluye el “Desfile Estadounidenses de las Indias Occidentales” con el carnaval se cierra el feriado que marca extraoficialmente el final del verano en Estados Unidos.

La redactora Lauren Monsen y la editora fotográfica Sherry L. Brukbacher contribuyeron a esta crónica y galería de fotos.