Luego de más de 200 años la Constitución de Estados Unidos todavía define y limita los poderes del gobierno estadounidense y garantiza los derechos del pueblo estadounidense. ¿Cómo puede esa constitución, o de la cualquier otro país del mundo, conservar su eficacia en un mundo que cambia cada día? ¿Cómo es que las palabras elegidas por hombres que viajaron a la Convención Constituyente en carruajes tirados por caballos y que (algunos de ellos) eran dueños de esclavos, siguen teniendo hoy relevancia?

Para muchos la respuesta es que una constitución es un “documento vivo”. Las palabras no cambian a menos que sean específicamente enmendadas, pero lo hace la manera en la que la interpretan jueces, legisladores y ciudadanos. Y ahora el Centro Nacional de la Constitución le permite observar la evolución de la Constitución, sus cambios en el tiempo y su adaptación a las nuevas circunstancias.

Mire la Constitución Interactiva (en inglés). Empareja el documento con explicaciones fácilmente comprensibles (¡de veras!) a cargo de estudiosos destacados. Algunas veces los estudiosos no están de acuerdo. Eso ocurre con los documentos vivos.

Actualmente hay más de 160 países que tienen constituciones escritas. (Otros tienen constituciones no escritas, en las que las costumbres, usos y precedentes legales cumplen las mismas funciones) Google tiene una formidable herramienta para los idiomas inglés y árabe que le permite a uno comparar las constituciones en temas claves como los derechos de la mujer, la libre expresión, la religión y las leyes electorales.

En el bicentenario de la Constitución de Estados Unidos en 1987 el juez Thurgood Marshall del Tribunal Supremo advirtió en contra de permitir que la ocasión “sea apenas un peregrinaje ciego al altar del documento original que ahora se guarda en un cofre en los Archivos Nacionales”.

¿Refleja tu constitución el papel que tú consideras que el gobierno debe tener en tu vida? ¿Qué es lo que más te enorgullece y qué es lo que te gustaría que cambiara?