La capitana Kristen Griest and y la teniente primera Shaye Haver pasaron ocho durísimas semanas de entrenamiento en pantanos, bosques y montañas para completar el programa de la fuerza “Ranger” del Ejército de Estados Unidos.
Así se convirtieron en las primeras mujeres en obtener la calificación de “ranger” del Ejército, graduadas de lo que se considera como el curso de liderazgo más difícil en las fuerzas armadas de Estados Unidos. Incluso personal de fuerzas militares extranjeras ansía conseguir el altamente codiciado galón de “ranger”, o sea la insignia para el uniforme.
Durante una conferencia de prensa (en inglés) celebrada el 20 de agosto los reporteros preguntaron a ambas mujeres si alguna vez tuvieron la tentación de abandonar el entrenamiento.
“Nunca lo consideré seriamente. Definitivamente tuve algunos momentos malos, en particular en los pantanos de Florida, pero nunca en realidad pensé que fuera a haber algo tan difícil por lo que valiera la pena dejar el curso”, dijo Griest.
Junto a otros 94 hombres Griest y Haver se graduaron de la Escuela de Rangers durante una ceremonia realizada en Fort Benning, Georgia, el 21 de agosto.

“En general fue maravilloso ser parte de la historia en la Escuela de Rangers y el haberme graduado con estos chicos que están aquí a mi lado probablemente llegue a ser lo más destacado en mi vida”, dijo Haver.
“De verdad es un crédito enorme para cualquiera, hombre o mujer, resistir el intenso entrenamiento y el programa de estudios de la Escuela de Rangers, y quedarse y graduarse”, dijo el secretario de Defensa Ash Carter (en inglés). “Está claro que estas dos soldados son pioneras que abren camino. Y después de todo, eso es lo que significa ser un “ranger”: Dirigir la marcha”.
El curso de la Escuela de Rangers dura 62 días, e incluye pruebas de natación, marchas de 20 kilómetros, carreras de obstáculos, saltos en paracaídas y montañismo, combate cuerpo a cuerpo y navegación.
La Escuela de Rangers está bajo el mando del general Scott Miller. “Las normas no han cambiado”, dijo. Esas normas se aplican por igual a hombres y mujeres.
El teniente segundo Michael Janowski, que siguió el curso junto a estas mujeres, dudaba de que pudieran completarlo, pero una noche de entrenamiento en las montañas le hizo cambiar de opinión.

“Yo cargaba un peso enorme y tenía dificultades”, narró en la conferencia de prensa. En la mitad de la misión pedí ayuda a otros chicos del entrenamiento y fue solamente Haver la que se ofreció a ayudar. Ella cargó mi peso el resto de la marcha”.
“Literalmente me salvó. Probablemente no estaría sentado aquí de no ser por Shaye. A partir de ese momento se me acabó el escepticismo”, dijo.