
Durante la segunda guerra mundial, Palau, un pequeño estado insular en el océano Pacífico occidental, fue el escenario de una feroz batalla entre las tropas estadounidenses y japoneses. En los últimos años, un grupo de estudiantes que estudian robótica han buscado allí aviones derribados y tripulantes desaparecidos.
Jeremy Spink formaba parte de un equipo de la escuela secundaria de Stockbridge, en Michigan, que diseñó y construyó un robot submarino para ayudar en la búsqueda. Spink admite haber sentido el choque cultural cuando él y sus compañeros llegaron a Palau, un país repartido en 250 islas con una cultura que mezcla elementos japoneses, micronesios y melanesios. Nunca habían viajado al extranjero.
De un abrevadero a un océano
Durante tres años, el proyecto BentProp, una organización sin fines de lucro que trabaja para localizar e identificar a militares estadounidenses fallecidos en la Segunda Guerra Mundial, ha pedido a estudiantes de Stockbridge que ayuden en Palau. El profesor Robert Richards guió a los alumnos de su clase de robótica en la construcción de un robot submarino. Los estudiantes mismos recaudaron fondos para cubrir el costo de su viaje.

Stockbridge, una comunidad agrícola, no tiene ninguna piscina donde los estudiantes pudieran probar su robot. Así que usaron un abrevadero de ganado. A pesar de las diferencias entre el abrevadero y el océano que rodea Palau, el robot triunfó y encontró e identificó un avión de combate estadounidense derribado en 1944.
“Sus destrezas ingenieriles son increíbles”, dijo Richards de sus estudiantes. El éxito inicial del robot ha llevado a una expansión del programa de estudios de robótica en todo el distrito escolar. Un equipo de 10 miembros viaja a Palau cada año durante alrededor de 15 días para continuar la búsqueda, junto con adultos oceanógrafos y voluntarios de BentProp.
Los alumnos trabajan 12 horas al día en el barco, vigilando el fondo del mar mediante una cámara adherida al robot para detectar signos de restos de aviones o barcos. Cada año, han hecho algún descubrimiento.

Chloe Hypes, líder de equipo en los dos últimos viajes, describe la misión como una experiencia del mundo real mucho más rica que el aprendizaje en el aula.
Un creciente número de escuelas en Estados Unidos ofrece clases o programas extracurriculares de robótica para estimular el interés de los estudiantes en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Este enfoque recibe apoyo de 4-H, la mayor organización de desarrollo juvenil de Estados Unidos. Debido a algunos de sus clubes, un colegio universitario local en Maryland abrió un laboratorio de ingeniería y robótica para cultivar talentos en ciernes después de que equipos de robótica de la escuela local ganaran más de 60 trofeos en competiciones de robótica.