Aparentemente la vida del doctor profesor Aziz Sancar es bastante normal. Pasa gran parte de su tiempo en el laboratorio y se lo puede ver junto a su esposa fuera del recinto universitario disfrutando de un partido de fútbol femenino. Sin embargo, en su casa, se dedica a ayudar a los estudiantes internacionales que por primera vez  llegan a Estados Unidos.

Y es alguien muy importante, tanto para sus estudiantes como para otros científicos. Este año ganó el premio Nobel de Química por su trabajo dedicado a la reparación del ADN.

Es posible que no lo sepamos, pero nuestras células hacen reparaciones de las hebras del ADN todo el tiempo. Cada vez que salimos a la intemperie nuestro ADN se daña con la luz ultravioleta del sol. Nuestras células habitualmente tienen una manera de reparar esos problemas por medio de un proceso llamado “reparación por escisión de nucleótido”. Sancar y sus colegas hicieron un mapa para determinar cómo funciona esto, lo que tiene “con grandes implicaciones para el tratamiento del cáncer”.

De Turquía a Türk Evi

Sancar, que nació en un pueblo rural de Turquía, pudo haber sido otra cosa completamente diferente. “Para ser sincero, la meta principal en mi vida era ser jugador de fútbol en la selección nacional de Turquía. Pero medía 10 centímetros menos de lo que se necesitaba para ser el arquero”, le dijo a un reportero.

Entonces Sancar entró a la Universidad de Estambul en 1969 donde obtuvo un título en medicina y luego siguió a su mentor a la Universidad de Texas en Dallas donde realizó un programa de doctorado en biología molecular. Allí trabajó muchas noches hasta muy tarde haciendo experimentos en el laboratorio.

A pesar de su arduo trabajo, según dijo a un periódico universitario, “tuve problemas para adaptarme”. El inglés era extraño para él y la cultura estadounidense le era difícil. Pero perseveró, conoció a Gwen Sancar, su esposa y colega en bioquímica y se trasladó a la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, para ser profesor.

A lo largo de su carrera nunca olvidó lo que había sido acostumbrarse a la vida en Estados Unidos. Por ello, en 2007 estableció junto a su esposa la denominada “Carolina Türk Evi”, la “Casa turca”, por medio de la Fundación Aziz y Gwen Sancar. Se trataba de un sueño hecho realidad.

¡GOL! El dr. Aziz Sancar celebra a su equipo en la Copa Mundial de 2014. (© AP Images)

La casa en Chapel Hill es un hogar para los académicos turcos y un lugar donde los estudiantes  de Estados Unidos pueden aprender algo más sobre Turquía. Cuatro estudiantes que hace su transición inicial hacia la vida en Estados Unidos pueden alquilar un cuarto de un profesor que ha experimentado desafíos semejantes. Luego del primer año, los estudiantes están listos para mudarse a un alojamiento en la comunidad.

“El día que bajé del avión en Dallas, Texas, me prometí a mí mismo dedicar en cuanto pudiera mis recursos a un proyecto como este”, dijo.

Además de ayudar a los nuevos alumnos a encajar, Türk Evi pone el alcance de todos en el recinto universitario aspectos de la cultura turca. Yekta Zulfikar, expresidenta de la Asociación de Estudiantes Turcos de la Universidad de Carolina del Norte (UNC) dijo que los Sancar la han apoyado en todos los actos que ha llevado a cabo en el campus universitario.

“Mi recuerdo favorito es cuando organizamos la celebración del día de la independencia de Turquía”, dice. La casa se llenó con manjares turcos, un coro a capella y el bullicio de los estudiantes charlando.

Durante el año académico los Sancar auspician conferencias, actuaciones musicales y a veces ofrecen clases de cocina para que la comunidad universitaria conozca algo de la comida turca.

La universidad es un gran momento para tener experiencias culturales nuevas y para hallar un mentor. Uno nunca sabe, “algunas veces el profesor que uno conoce en un partido de fútbol o un festival universitario resulta ser ganador de un premio Nobel”.