En 2009, Tom Ross, un abogado de Florida (en inglés), representó al demandante en un juicio por problemas de alcantarillado. Ross quedó ciego debido a una septicemia que desarrolló seis años antes tras una cirugía menor.
Su ceguera no debería haber sido un problema. Se exige que los documentos utilizados en tribunales estadounidenses sean escaneados electrónicamente de manera tal que permita a las personas invidentes acceder a ellos a través de tecnología de lectura de pantalla. Sin embargo, muchos de los documentos que Ross necesitaba para su caso estaban en formato PDF de forma estática, por lo que no podían leerse de esa forma, afectando a su capacidad para representar a su cliente.
A pesar de las continuas reclamaciones de Ross, el juez y el secretario de la corte del circuito local se negaron a hacerle accesibles los documentos.

Afortunadamente, Ross conocía sus derechos (en inglés) estipulados en la Ley de estadounidenses con discapacidades (ADA) y presentó una reclamación ante el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
En julio de 2014, el Departamento de Justicia llegó a un acuerdo con el juzgado para asegurar de que proporcionaría a las personas con discapacidades cualquier documento que obrase en el tribunal en un formato accesible cuando fuera solicitado, y el sitio web y el sistema de archivo electrónico del juzgado serían totalmente accesibles para personas con discapacidades, incluso para los invidentes.
Al conmemorar sus 25 años, la Ley ADA continúa desempeñando un papel fundamental en proscribir todo tipo de discriminación en el empleo basada en una discapacidad física o mental así como en asegurar el acceso a edificios y al transporte público y privado.