
El Departamento de Estado reconoce a cuatro diplomáticos estadounidenses por su heroísmo tras el terremoto de 2010 en Haití.
El 12 de enero de 2010 se produjo un terremoto de 7 grados de magnitud a 25 kilómetros de Puerto Príncipe. El terremoto y las réplicas causaron víctimas y destrucción masiva en todo el país. A continuación se produjo un colapso total de las funciones básicas y una grave crisis humanitaria.
El Departamento de Estado envió 95 funcionarios consulares a Haití para apoyar al equipo de la embajada de Estados Unidos que ya estaba en el terreno, asistiendo y evacuando a víctimas del terremoto. En colaboración con el ejército de Estados Unidos:
- Aprobó la concesión de autorización condicional por razones humanitarias y la inmigración a Estados Unidos de 750 huérfanos haitianos.
- Evacuó a 16.200 ciudadanos estadounidenses, 13.000 en los 17 días posteriores al terremoto, en 240 vuelos.
- Gestionó un centro de comunicaciones de crisis que respondió a 390.000 llamadas telefónicas.
- Atendió 22.675 solicitudes de asistencia consular, incluidos 730 casos médicos.
- Ayudó a 325 menores no acompañados a regresar a Estados Unidos.
La iniciativa Héroes de la Diplomacia Estadounidense (en inglés) del Departamento de Estado reconoce a los héroes pasados y presentes que demuestran valor intelectual, moral y físico mientras promueven la política exterior de Estados Unidos. El 7 de mayo, Roger Rigaud, Jennifer Savage, Dominic Randazzo y Shannon Farrell fueron homenajeados por su trabajo en Haití.

Once empleados del gobierno estadounidense resultaron muertos y docenas fueron heridos cuando se produjo el terremoto. Randazzo fue al aeropuerto para determinar si su pista de aterrizaje estaba en estado para ser utilizada.
Al volver a la embajada, se encontró con uno de sus colegas haitianos de la embajada y su hijo. El hombre había intentado sacar a su mujer y a sus otros dos hijos tras el derrumbe de su casa, pero sólo él y un niño habían sobrevivido. Randazzo los llevó rápidamente a la embajada para que recibieran atención médica.
Rigaud, un diplomático estadounidense de origen haitiano que había trabajado anteriormente en la embajada de Estados Unidos en Haití, se encontraba en el consulado de Estados Unidos en México cuando el terremoto sacudió Haití. Se ofreció a volar a Puerto Príncipe a la mañana siguiente para ayudar a organizar las evacuaciones de los ciudadanos estadounidenses. “Me sentí personalmente gratificado por poder devolver algo en forma de mis conocimientos lingüísticos y mi experiencia en un momento en que Haití, mis amigos del personal local y el Departamento los necesitaban”.
Savage recordó cómo, en una ciudad destruida por el caos y los edificios derrumbados, la embajada de Estados Unidos se erigía como un faro de esperanza, todavía con electricidad y agua. Miles de personas hacían cola frente a la embajada todos los días para recibir no sólo servicios consulares, sino también tratamiento médico, ayuda económica y refugio. “Fue un trabajo desgarrador”, dijo Savage.
Los funcionarios consulares trabajaban en turnos de 16 a 20 horas, dormían en el suelo de la embajada estadounidense, a menudo sólo comían una vez al día y limpiaban y compartían dos baños con otras 1.000 personas.
Esta experiencia cambió la vida de todos los involucrados. “Han pasado más de 10 años desde que los equipos consulares iniciales descendieron en Haití, pero la experiencia de esas dos semanas sobre el terreno sigue siendo transformadora en mi vida”, dijo Farrell, que formó parte del personal temporal desplegado en Haití por sus habilidades de gestión de crisis tras el desastre. “Ser testigo de la increíble movilización de recursos y personal en respuesta a un acontecimiento tan horrible es algo que siempre está conmigo”.
“El trabajo que hicimos en Haití es el más importante que he realizado como diplomático estadounidense”, dijo Randazzo.