Cuando el rey Juan imprimió su sello en la Carta Magna, el 15 de junio de 1215, cumplía con las exigencias de los rebeldes barones ingleses con la esperanza de evitar una guerra civil. Aunque el acuerdo fracasó al no resolver el conflicto, estableció los cimientos de las democracias modernas.
“Los derechos enumerados y los principios fundamentales establecidos en la Carta Magna son tan contemporáneos como cualquier otro desafío que ahora confrontemos, permaneciendo en el centro de nuestras sociedades modernas y nuestros sistemas de gobierno”, dijo el secretario de Justicia de Estados Unidos Eric Holder, en la Cumbre Mundial de Derecho realizada en Londres el 23 de febrero como parte de la celebración del 800 aniversario de la Carta Magna.

“Desde los reinos de monarcas sucesivos a los fuegos de la revolución, desde el nacimiento de la democracia moderna al movimiento global por los derechos civiles, nuestra entrega a estos principios ha sido repetidamente desafiada, y puesta a prueba rigurosamente, durante los ocho siglos pasados. Nuestra historia colectiva se ha conformado con nuestra fidelidad a estos principios esenciales. Y nuestro futuro será determinado, en no pequeña medida, por nuestros esfuerzos constantes para venerar ese espíritu y reivindicar su promesa”.
Durante la guerra de la independencia de Estados Unidos la Carta Magna inspiró y justificó las acciones en defensa de la libertad. Los colonos afirmaron tener título de los derechos garantizados por la Carta Magna. Luego de conseguir la independencia, insertaron esos derechos en sus propias leyes.
La Quinta Enmienda de la Constitución (a “[…] persona alguna […] se le privará de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido proceso legal”) desciende directamente de la garantía de la Carta Magna para los procedimientos de acuerdo “con la ley de la tierra”.
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