Kerry insta a aprobar un acuerdo “ambicioso” en las conversaciones de París sobre el clima

John Kerry ante un atril (© AP Images)
El secretario de Estado de Estados Unidos John Kerry pronuncia un discurso en la COP21 y promete que Estados Unidos ayudará a los países vulnerables a adaptarse a los efectos del cambio climático. (© AP Images)

A continuación una traducción del discurso pronunciado el 9 de diciembre de 2015 por el secretario de Estado de Estados Unidos John Kerry, en la XXI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21) que tiene lugar en París, Francia:

(comienza el texto)

DEPARTAMENTO DE ESTADO DE ESTADOS UNIDOS
Oficina del Portavoz
Le Bourget
París, Francia
9 de diciembre de 2015

Declaraciones del secretario de Estado John Kerry en la  COP21 y las medidas a tomar después de París.

SECRETARIO KERRY: Gracias Todd, extraordinarias gracias por esas palabras más que generosas. Verdaderamente, realmente, las valoro mucho. Me hubiera encantado que hubieses hallado una noción menos amenazante que la de un misil balístico (risas), pero lo aprecio. Por lo menos hace que cumplamos la tarea. Embajadora Hartley, realmente encantado de tenerla aquí y Gina McCarthy, que dirige nuestra Agencia de Protección Ambiental, muchas, muchas gracias por estar aquí. Gracias (aplausos).

Buenas tardes a todos. Muchas gracias a ustedes por acompañarnos hoy aquí. Quiero agradecer a Todd Stern, que ha hecho un trabajo extraordinario en el curso de varios años para preparar esto, para llegar aquí. Ello requiere mucho trabajo y paciencia. Yo sé cómo son esas reuniones preparatorias. Ha viajado por el mundo, se ha reunido con ministros, alejado, muy alejado de los focos y de las cámaras. Este ha sido un proceso muy firme y comprometido, y Todd, todos te estamos profundamente agradecidos por haber orientado a nuestro equipo. Y agradezco a toda la delegación de Estados Unidos que está aquí. Este es un trabajo duro.  Y también quiero hacer extensivo mi agradecimiento a todas las demás delegaciones que están aquí. No hay un solo ministro, no hay una sola delegación que no haya trabajado arduamente, que no haya dedicado largas jornadas y largas noches desde hace tiempo. Y nosotros estamos muy, muy agradecidos.

Gracias a ustedes, a todos ustedes, por tanta dedicación a este esfuerzo tan enormemente importante. Y también, no es necesario decirlo, gracias por hallar el tiempo para estar aquí, en la que es la penúltima semana de una época muy, muy ajetreada.

Como Todd ya mencionó esta no es mi primera COP.

Pero les diré algo, que esta tiene algo que la hace muy diferente.

Para comenzar, el nivel de preparación ha sido extraordinario, y sé que mucho de eso lo debemos a nuestros anfitriones, a los franceses, y en particular a mi amigo y colega Laurent Fabius. Y quiero agradecer a los franceses por su conducción.

También es diferente porque, por separado, antes que comenzaran las conversaciones, ya se habían logrado bastantes e importantes progresos.

El año pasado Estados Unidos y China, las economías y fuentes de emisión más grandes del mundo, que producen casi el 40 por ciento de las emisiones en el mundo, se juntaron para anunciar nuestros compromisos respectivos, los ambiciosos compromisos para la mitigación para después de 2020.  Esta fue la prueba de que los obstáculos que han estado ocultos por décadas pueden ser eliminados del camino.

Y desde entonces, más de 180 países, que representan el 95 por ciento de las emisiones globales, han hecho compromisos individuales. Es una señal, e hicieron el compromiso antes de venir aquí, de 180 aumentaron a 186. Así que vinieron aquí e hicieron una declaración con el anuncio de esas determinaciones sobre las cuales están decididos, estamos decididos a tener éxito aquí en París . Y algo extraordinario que nunca he visto antes en mi vida pública, 140 jefes de gobierno venir juntos a París, todos el mismo día para señalar claramente su compromiso personal con un acuerdo global.

Todos ellos saben, como nosotros, y lo expresaron claramente en sus declaraciones aquí, que hemos llegado a un momento crítico. Tenemos el impulso para un acuerdo como nunca antes ha ocurrido, pero al mismo tiempo estamos viendo de primera mano el efecto del cambio climático. Las proyecciones que muchos científicos han estado haciendo desde hace décadas se están mostrando ante nuestros ojos, y en algunos casos están ocurriendo mucho más rápido y con más intensidad de lo que inicialmente se previno.

Por ello nos reunimos esta semana en París sabiendo que la Conferencia de las Partes, esta Conferencia de las Partes, puede ser la mejor oportunidad que tengamos para corregir el curso de nuestro planeta. Y nos reunimos para forjar un curso nuevo, un curso sostenible, para evitar lo peor, para que nunca ocurran las consecuencias más devastadoras del cambio climático.

Lo que arriesgamos, lo sé, no es desconocido para ninguno de los que están sentados aquí, es por ello que ustedes están aquí en primera instancia. El hecho es que el cambio climático afecta a cada ser humano, en cada país, en nuestro planeta. Y si cualquier desafío requiere la cooperación global y una diplomacia eficaz, ese este. Y nadie está más consciente de esto que la comunidad de la COP, ustedes, hombres y mujeres que desde hace años participan en las mesas de negociación, organizando actos al margen y manifestaciones, y abogando a favor de la acción eficaz e informando sobre las negociaciones, y ayudando al resto del mundo a entender lo que está ocurriendo y lo que no está ocurriendo.

Y bien, entiendo que todavía quedan unos pocos que insisten que el cambio climático es una falsedad enorme, incluso que es una conspiración política. Amigos míos, esa gente está tan desconectada de la ciencia que suponen que no importa el aumento de los niveles del mar, porque en su criterio el agua sobrantes simplemente va a resbalarse por los costados de una Tierra plana. Por supuesto que están equivocados.

Para beneficio de quienes todavía se cuestionen el 97 por ciento de los estudios revisados entre colegas sobre el cambio climático, permítanme subrayar: No se precisa ser un científico para saber que la Tierra es redonda, que el sol sale por el este y se pone por el oeste, y que la gravedad es la razón por la cual los objetos caen al suelo. Uno puede elegir cientos de ejemplos diferentes, de cosas sencillas que ocurren cada día que reflejan la ciencia y las determinaciones de la ciencia. Y no se precisa ser un científico, como algunos aseveran, para ver que nuestro planeta ya está cambiando de maneras mensurables, reales y alarmantes.

Para considerar: la década pasada, la más calurosa que se haya registrado, la anterior a esa, la segunda más calurosa que se haya registrado; la anterior a esa misma, la tercera más calurosa que se haya registrado.

Diecinueve de los veinte años más calurosos en la historia han ocurrido en las dos décadas pasadas. Y este año está en camino de convertirse en el más cálido de todos, incluyendo el julio pasado, que fue el mes más caluroso que se haya registrado.

Y en mis viajes como Secretario de Estado, permítanme decirlo, he visto de primera mano lo que esto significa. He visitado el delta del Mekong en Vietnam, donde las inundaciones amenazan los cultivos arroz que desde hace siglos sostienen económica y físicamente a la región. Siendo más joven, presté servicio allí en una batalla entre dos maneras de vivir, e irónicamente hoy la batalla es entre la vida misma y la fuerza plena de la naturaleza.

A principios de este año el presidente Obama y yo viajamos a Alaska, que también está en el frente de esta lucha. Conocí a indígenas de Alaska que se vieron obligados a dejar sus comunidades en busca de terrenos seguros. El presidente Obama viajó y se detuvo en la base de un glaciar que ha retrocedido una milla y un cuarto desde 1915, y 187 pies solamente el año pasado.

En años recientes lo que solíamos considerar como un clima extremo se ha convertido en algo normal. Es difícil ver las noticias sin escuchar algo sobre una tormenta particularmente destructora, una sequía, una inundación o un incendio forestal. Y algunas de esas tormentas son tormentas que solíamos experimentar una vez cada 500 años. Ahora ocurren cada 25 años o incluso con más frecuencia. En noviembre, la ciudad de Chennai, en la India, experimentó el mes más lluvioso en su historia. Casi 300 personas perecieron a causa de las inundaciones, 18 perecieron luego que un generador, un generador en un hospital se inundara y dañara los abastecimientos de oxígeno de la instalación. Por ello permítanme decir claramente que Estados Unidos está junto a nuestros amigos de la India y hemos ampliado nuestro apoyo y ayuda para ayudarlos a resolver el impacto devastador de esas inundaciones.

Pero tristemente, los acontecimientos como estos que rompen récords, no se confinan a un país o una región. Están ocurriendo en todas partes. Y cuando se toman en conjunto son señales de advertencia que ninguna persona racional puede ignorar. Lo que realmente es preocupante es que esto es lo que los científicos nos dijeron exactamente que así ocurriría. La ciencia ha estado advirtiéndonos desde hace décadas, a gritos. Y también sabemos que si seguimos en esta senda con mucha gente con los brazos cruzados, esperando que algún otro asuma las responsabilidades ¿adivinen qué? El daño se agravará exponencialmente.

Por ello para resumir, a menos que la comunidad mundial adopte medidas ambiciosas ahora para hacer una transición de una economía de altas emisiones de carbono, estaremos confrontando daños impensables a nuestro hábitat, a nuestra infraestructura, a la producción de nuestros alimentos, a nuestras reservas de agua y potencialmente a la vida misma. No se equivoquen. Si la comunidad global no puede se une y se rehúsa a enfrentar este desafío, si seguimos permitiendo la obstrucción calculada para descarrilar la urgencia del momento, seremos responsables de un fracaso moral colectivo de consecuencias históricas.  Y no solamente somos responsables ante nosotros, somos responsables ante el futuro, con nuestros niños y con la seguridad de que nuestros nietos preguntarán por qué fuimos colectivamente tan ciegos, tan ideológicos e incluso tan disfuncionales que fracasamos para actuar en base a hechos confirmados por tantos científicos en tantos estudios durante un largo período de tiempo y documentados con tanta evidencia.

Amigos, no tendremos ninguna excusa, ninguna excusa en absoluto. Y es por ello que debemos actuar dentro de 36 a 48 horas. Tenemos que terminar el trabajo. Hace poco leí un artículo que comparaba estas negociaciones a una telenovela de televisión actual. Cada episodio es dramático e interesante, pero si uno deja de verlo por unos años y de pronto uno vuelve a verlo, ¿qué pasa? Uno se dará cuenta de que el entramado sigue igual a como lo dejó, con la misma lista de protagonistas envueltos en las mismas peleas. Y cada vez que nos hemos reunido las alarmas de la naturaleza se han hecho más y más fuertes, advirtiéndonos de que el tiempo se nos acaba.

Felizmente, sabemos que la realidad no se acabó todavía. Y es por ello que tantos de nosotros creemos firmemente en lo que estamos haciendo aquí. Hay un amplio apoyo a las medidas de las comunidades de base en todo el mundo. Alcaldes, individuos, personas, ONG, están actuando tomando la delantera a los gobiernos nacionales por mucho. Y uno no tiene que salir muy lejos de los salones de negociación para ver un mundo que ya está dispuesto, pidiendo medidas globales para el cambio climático. Paseen por este sitio de la conferencia y se puede ver a las ONG, a empresarios, científicos, estudiantes, líderes religiosos, legisladores, alcaldes, hombres y mujeres, niños de todo antecedente y lugar que han venido aquí, que han adoptado este combate como propio.  Deténganse en cualquier kiosco en la zona verde o la azul y podrá ver las increíbles cosas que los innovadores del mundo están tratando, y que han estado buscando desde hace años.

Personas de todo el mundo están tomando la iniciativa y movilizando a sus comunidades. Pero esta misma gente está pidiendo una clara señal, aquí en París, de que finalmente los líderes lo entienden. Esta gente espera de nosotros que creemos un marco de referencia que les permita hacer aún mucho más. Espera de los jefes de Estado que la semana pasada hablaron apasionadamente en esta conferencia, y que se tomaron el tiempo de venir aquí, que ciertamente creían lo que dijeron, cuando pidieron un acuerdo global. Esos ciudadanos esperan que sus gobiernos finalmente, finalmente, demuestren nuestro compromiso con una economía global de energía limpia que todos y cada uno de nosotros sabemos que necesitamos si queremos que nuestro futuro sea seguro.

Y es por ello, en este salón, que quiero reiterar lo que el presidente Obama dijo la semana pasada, que los Estados Unidos de América no solamente reconocemos nuestro papel en crear parte de este problema, sino que aceptamos nuestra responsabilidad para hacer algo sobre ello. Y si uno visita los pabellones de los países aquí en Le Bourget uno puede ver las cosas importantes que ya están ocurriendo, documentar la amplitud del compromiso. Países con circunstancias muy diferentes están comprometidos con medidas serias, ambiciosas, que cambien las reglas del juego a fin de reducir las emisiones, a fin de adaptarse a un mundo más caliente, a trabajar con la industria privada en la creación de modelos de negocio innovadores en línea con nuestras metas compartidas para el clima.

Pero el hecho es que no podremos lograr mucho más en los días próximos, en las próximas horas, aquí en esta conferencia. Yo sé que en las reuniones que hemos estado teniendo las decisiones son difíciles y que algunas veces los debates son complejos. Si no lo fueran, este problema ya habría sido resuelto hace años. Pero, damas y caballeros, la situación exige, y el momento lo demanda, que no partamos de París sin contar con un acuerdo global  ambicioso, inclusivo y duradero para el clima. Y luego de décadas de trabajo, de medidas a medias y de fallidos intentos de galvanizar la acción global, nosotros sabemos, todos nosotros, exactamente qué es lo que un acuerdo eficaz debe incluir.

En primer lugar, y lo mas importante, necesitamos un acuerdo que sea tan ambicioso como sea posible. No perdemos nada por ser ambiciosos. Hoy estamos anunciando formalmente, Estados Unidos, que somos parte de lo que denominamos la Coalición de la Gran Ambición (High Ambition Coalition). Este es un grupo de países completamente comprometidos a garantizar que el acuerdo sea realmente ambicioso. Resolver el cambio climático requerirá un cambio fundamental en la manera que decidimos utilizar energía en el planeta. Y nuestro objetivo no puede ser nada menos que una transformación continuada de la economía global.

Y esto no es un sueño imposible. No son nubes de azucar suspendidas en el firmamento, no estamos esperando a que Dios venga y nos dé la respuesta, no es eso. Esta no es una situación por la que tengamos que esperar y rezar para que una persona inteligente venga y nos dé la solución. No, ya tenemos la solución. En parte, esa es la razón por la que esto es tan frustrante. La solución al cambio climático es la política energética. Claro que vamos a seguir extrayendo petróleo y gas durante años, lo sabemos. Pero incluso las naciones cuyas economías dependen en gran parte de la producción del petróleo están diversificando y empleando energías renovables. Por cierto, Estados Unidos, que aboga por esto, es en la actualidad el mayor productor de gas y petróleo.

Un ejemplo de la transición es Dubai, que recientemente se comprometió a establecer un fondo de 27.000 millones de dólares para alcanzar la meta de los Emiratos de instalar paneles solares en todos los edificios para el año 2030, y de adecuar los edificios más antiguos para hacerlos más eficientes en su consume energético. Necesitamos asegurarnos de que este acuerdo facilite las opciones en las políticas energéticas que permitan la transformación de lo que necesitamos, pero que también reconozca las capacidades y las necesidades de las diferentes naciones.

También necesitamos un acuerdo que sea flexible. Cada país de la Tierra tiene su propio conjunto de circunstancias nacionales que considerar, sus políticas propias, sus propias economías, sus propias capacidades. Eso lo respetamos. Y esos factores están sujetos al cambio, obviamente, de un año al otro. Es por ello que la flexibilidad es importante en este acuerdo, y por lo que debe encajar en sus cuatro esquinas.

Ahora bien, algunas personas han criticado la idea de una meta nacionalmente determinada. Pero permítanme decir algo. Habiendo estado en Kioto y tratado de lograr su aprobación en el Senado de Estados Unidos, sin poder lograrlo, hemos aprendido de las lecciones del pasado. La causa por la cual muchos países están hoy en la mesa, la razón por la cual casi todas las naciones, todas menos 10,  han anunciado sus propias metas, es precisamente porque esto no funciona con una sola talla para todos. Porque hemos aprendido, con los años, que cada país necesita tomar medidas basadas en sus propias evaluaciones y sus propias capacidades, y todo eso cambia con el tiempo.

Por ello que cada uno haga lo que pueda al salir de París. Pero nadie está obligado a hacer más de lo posible. Y nadie debe sentirse intimidado como consecuencia de ello. Y no hay castigo ni penalidades. Pero si tiene que haber supervisión.

Ahora bien, en esto estamos todos juntos como socios. Y ese concepto fundamental es la causa por la que este acuerdo tendrá resultado y por lo que funcionará. Pero quiero destacar que el derecho a venir a esta mesa con sus reducciones determinadas a nivel nacional no significa que un país que firme este acuerdo pueda librarse sin hacer algo, o casi nada. Estados Unidos apoya desde hace mucho la noción de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y de las capacidades respectivas, de modo que cada uno de nosotros hag alas cosas lo mejor que pueda. Es solo justo el tener expectativas más elevadas para los países desarrollados, y una escala de ambiciones y enfoques móvil para todos los demás. Esto lo reconocemos.

Pero en justicia para los ciudadanos del mundo, existe un punto que este acuerdo tiene que garantizar y que todos los países tienen en común – recuerden, es común pero con diferentes responsabilidades. Este acuerdo, si es que nos ponemos de acuerdo en lo que pretendemos, está lleno de diferenciaciones porque cada país viene a negociar con su propio plan. Eso es diferenciación. Pero sabemos también que todos estamos sujetos al mismo sistema de transparencia sobre el progreso que estamos logrando. ¿Por qué? Para que la experiencia que se adquiera, las tecnologías que se desarrollen, que sean creadas, aplicadas y desplegadas y las reducciones que se obtengan, puedan compartirse y entonces replicadas por otros de manera que la gente pueda construir en base a esa experiencia, y que nos ayude a garantizar la mejor y más eficaz forma de seguir adelante.

Podemos, y debemos, perseguir también diferentes estrategias para lo diferente – que podemos alcanzar, cada uno de nosotros, para diferentes objetivos. Eso está bien. Pero a fin de cuentas tenemos que ser responsables unos con otros, y, en última instancia, responsables con la siguiente generación y la que vendrá después. Eso significa que necesitamos solicitar informes periódicos de todos los países sobre las actividades que están realizando y cuánto progreso están obteniendo. Esa es la única forma  en que sabremos donde estamos como comunidad mundial, y es la única manera también de ofrecer a los sectores público y privado la confianza de que los compromisos que estamos haciendo están respaldados con un peso real, y es la confianza que todos vamos a dar. Recuerden, una de las cosas que en realidad esperamos que suceda aquí y que hace que París sea tan importante es que no nos iremos de aquí sabiendo que todo lo que haremos será alcanzar la marca de 2 grados, sino que lo que estamos haciendo es enviar al mercado una señal extraordinaria, de que esos 186 países están realmente comprometidos, y ello ayuda al sector privado a inyectar capital sabiendo que existe un futuro que está comprometido con esta ruta sostenible. Ese es el motivo por el que necesitamos un sólido sistema de transparencia que sea legalmente vinculante. Es esencial.

Ahora, necesitamos también un acuerdo que haga hincapié en la adaptación y la resistencia.

Sabemos que en la actualidad hay países para los cuales el cambio climático representa una amenaza a su existencia. Para ellos, esto no es un asunto de anexos o años pico, es un asunto de vida o muerte. Ayer me reuní con líderes de los estados insulares, los pequeños estados insulares, que expresaron su legítima preocupación de que sus países se sumerjan en el mar. En primer lugar, la cuestión es que la mayoría de estos países no ha contribuido o apenas ha contribuido al problema.

Además, una de las duras realidades que estamos enfrentando es que nuestro actual retraso colectivo significa que algunos de los efectos del cambio climático no se pueden hacer retroceder; no es mi criterio, es la ciencia de nuevo. Por lo tanto, tenemos una responsabilidad moral de adaptarnos y prepararnos para esos efectos y potenciar a los más vulnerables entre nosotros para que tengan la capacidad de hacer lo mismo.

Eso quiere decir que necesitamos aumentar nuestras iniciativas para movilizar la financiación para combatir el cambio climático con todas las fuentes posibles, tanto públicas como privadas. Ahora bien, es evidente que las economías más grandes del mundo, incluyendo Estados Unidos, necesitan desempeñar un papel más grande en este sentido. Eso es tan sólo sentido común. Ese es el motivo por el que Estados Unidos comprometió 3.000 millones de dólares al Fondo Verde para el Clima (Green Climate Fund). Es la razón por la que Estados Unidos ya está contribuyendo con más de 2.500 millones de dólares para financiar la lucha contra el cambio climático anualmente, lo que incluye más de 400 millones anuales de recursos en subvenciones para la adaptación climática mundial.

Pero sabemos que se necesita más. Así que tengo el placer de anunciar hoy que Estados Unidos se compromete a duplicar nuestras inversiones públicas en subvenciones para adaptaciones para el año 2020. (Aplausos). Y estamos preparados para llevar a cabo nuestra parte. Y no abandonaremos a los países más vulnerables entre nosotros para que, dicho literalmente, enfrenten la tormenta solos.

Por otro lado, proteger nuestro futuro antes de que sea demasiado tarde dependerá de si todos nosotros, cada país, está preparado para enfrentar este momento.

Como dije anteriormente, el presidente Obama y yo entendemos completamente las perspectivas de muchos países en desarrollo cuando se trata de contaminación por carbono. Lo entendemos.

Y puedo asegurarles: ningún presidente en la historia se ha centrado más en cumplir con la responsabilidad de Estados Unidos que Barack Obama. Existe una razón por la que este asunto es el más importante de su agenda cuando se reúne con los líderes de los países representados aquí hoy. Porque considera esto como una de sus prioridades principales, a abordar en cualquier foro, con todos los mecanismos que le son disponibles, y en toda su administración.

Gracias a las políticas que el presidente Obama ha establecido, Estados Unidos genera actualmente menos emisiones de lo que ha generado en dos décadas. Habremos duplicado la distancia que nuestros autos recorren con un galón de gasolina para 2025; hemos triplicado la generación de electricidad eólica, hemos multiplicado por más de 30 la generación de energía solar. Además, Estados Unidos ha reducido su total de contaminación por carbono más que ningún otro país en el planeta. Nadie debe dudar sobre nuestro compromiso para alcanzar nuestras metas, o nuestra capacidad para lograrlas.

Pero como he dicho en repetidas ocasiones: Ningún país -ni siquiera Estados Unidos, que es la economía más grande del mundo y un emisor al igual que China, que juntos son los dos más grandes en lo que respecta a la cantidad de gas, casi un 40 por ciento- ningún país puede resolver este problema o hacerle frente solo. Y eso no es retórica. Sencillamente es físicamente imposible hacerlo.

La realidad es que aún si cada ciudadano estadounidense fuera en bicicleta a trabajar, compartiera su vehículo para ir a la escuela, usara sólo paneles solares para generar electricidad para su hogar -si cada uno de nosotros plantara una docena de árboles-, si de alguna manera elimináramos todas nuestras emisiones de gases de efecto invernadero a nivel nacional, ¿adivinen qué? Ello aún no sería suficiente para compensar la contaminación por carbono proveniente del resto del mundo. Si todas las naciones industrializadas eliminaran sus emisiones -recuerden lo que acabo de decir- todas las naciones industrializadas eliminaran sus emisiones, no sería suficiente, no cuando el 65 por ciento de la contaminación por carbono del mundo proviene de los países en desarrollo. No estamos acusando a nadie. Esta no es una cuestión de acusar. Esto es algo que refleja las prácticas que comenzaron durante la Revolución Industrial y que todos adoptaron, pero estamos aquí para cambiarlas. No importa cuánto haga la mitad del mundo para cambiar sus actividades, si no se toman medidas similares por parte del resto del mundo, entonces la Tierra tiene un problema.

La física atmosférica es clara: La contaminación por carbono es contaminación por carbono, y  causa el mismo daño ya sea que provenga de Baltimore, Pekín, Calcuta o Ciudad del Cabo.

De modo que todos tenemos que ser más inteligentes sobre el futuro, que es precisamente el motivo por el que hemos venido todos a París esta semana.

Asimismo, el año pasado, tengo que decirlo, ha sido algo realmente extraordinario. Ha sido emocionante presenciar el nivel de participación de todos los países del mundo contra el cambio climático. 186 países, que suman más del 95 por ciento de las emisiones mundiales, más algunos de los que faltaron como Siria, que enfrenta disturbios, y Libia que no cuenta con un gobierno, y Corea del Norte. Quiero decir, piensen en ello. Estos países han anunciado sus propias metas de reducción, incluyendo la amplia mayoría de países en desarrollo que se han unido a este esfuerzo. Merecen un enorme reconocimiento por hacerlo. Pero ahora tenemos que cumplir con esas metas.

Sé que a primera vista pareciera difícil para – pareciera difícil razonar sobre invertir en energía limpia cuando su economía está actualmente bajo presión, cuando se tienen millones, decenas de millones, cientos de millones de personas en la pobreza, y recursos como el carbón y el petróleo parecieran ser más económicos y estar más a la mano, por lo menos a corto plazo.

Sin embargo, esta es la realidad: La realidad es que a largo plazo, la energía con una alta generación de contaminación por carbono es una de las inversiones más costosas que cualquier gobierno pueda realizar.

Esa es la razón por la que en Estados Unidos hemos detenido la financiación pública de ciertos tipos de plantas eléctricas que generan contaminación por carbono, debido a que el costo de generación de este tipo de energía incluye mucho más que los costos de las instalaciones y operación de una planta eléctrica. Además, eso no aparece en la hoja de balance. El cálculo de costos reales tiene que representar factores externos, que en el caso del cambio climático, son suficientes para por lo menos duplicar o triplicar los costos iniciales. De manera que no se están calculando seis centavos, sino que es dos o tres veces más.

Por ejemplo, se debe incluir el precio de la inconcebible degradación agrícola y medioambiental; de facturas hospitalarias por asma, de pacientes de enfisema, de las millones de muertes vinculadas a la contaminación del aire causadas por el uso de combustibles fósiles. Se debe incluir el costo de reconstrucción tras devastadoras tormentas e inundaciones. Solamente desde el momento en que asumiera el cargo de Secretario de Estado en 2013, Estados Unidos ha tenido que gastar cerca de 160.000 millones de dólares tras eventos climáticos extremos, 160.000 millones en menos de tres años.

Esto es tan sólo una idea de lo que está por venir para todos nosotros: mantenimiento a la infraestructura frente al aumento del nivel del mar y tormentas más severas, apagones eléctricos, pérdida de productividad laboral por causa del calor extremo, y la lista continúa. Y todo esto y más se tiene que agregar a la continua dependencia en las fuentes de energía con un alto contenido de carbón.

Que no quepa duda alguna: el costo de intentar tener energía limpia es ahora mucho más barato y cada vez lo es más, más barato si se compara con las alternativas actuales, pero mucho más barato si se contrasta con las consecuencias posteriores del cambio climático.

Sin embargo, para los países en desarrollo, reconozco que el costo es sólo parte de la ecuación. Es sólo una parte. Los países en desarrollo no tienen los mismos medios o la capacidad de otros países, o el acceso a las mismas tecnologías. Es por eso que los más ricos entre nosotros tenemos que hacer nuestra parte para ayudar a movilizar financiación, para crear capacidad, para ayudar a que haya disponible tecnología de bajo costo – y Estados Unidos continuará haciendo esto a mejores niveles.

Copenhague marcó un paso importante en este esfuerzo cuando los países se comprometieron a movilizar 100.000 millones por año para 2020. Y continuamos estando completamente comprometidos con esto y estamos progresando adecuadamente.

Pero el hecho es que eso es sólo una parte del pastel.

Lo que está pasando en el sector privado no es nada menos que extraordinario. Es impresionante y es crítico. A nivel internacional, la financiación del sector privado para proyectos climáticos ya ha llegado, ahora, antes de un acuerdo, aproximadamente a 650.000 millones de dólares al año. Y varios bancos han prometido miles de millones más de presentarse la oportunidad adecuada para proyectos. Citigroup anunció recientemente un compromiso de más de 100.000 millones al año durante la próxima década, duplicando la cantidad que habían establecido originalmente como su objetivo en 2007. Bank of America recientemente ha prometido 125.000 millones de dólares durante la próxima década, triplicando el objetivo que establecieron tan solo hace unos pocos años. Goldman Sachs ha prometido también 100.000 millones de dólares durante la próxima década.

Y para liberar una mayor inversión, Estados Unidos está comprometido a trabajar con el Banco Mundial y otras instituciones multilaterales con el fin de aprovechar su experiencia y apelar al sector privado para ayudar a construir los mercados de energía renovable de hoy y mañana.

Si enviamos las señales correctas, si tomamos las decisiones correctas, el sector privado va a hacer aportaciones. ¿Por qué? Pues debido a que la energía limpia no solo es la solución al cambio climático. Es también una de las mayores oportunidades económicas que el mundo haya conocido jamás: Para 2035, la demanda de inversión en energía llegará a casi a los 50 billones de dólares, y gran parte de esto será en energía limpia. Piense en las oportunidades de negocio: los empleos que se prevé que van a surgir, los millones que saldrán de la pobreza en todos los rincones del mundo a causa de esta transformación. Un mercado de unos 4.000 a 5.000 millones de personas hoy en día que aumentará a 9.000 millones en el transcurso de los próximos 30, 40, 50 años.

Así que cuando se trata de la economía, ningún país se enfrenta a una elección entre lo malo y lo peor. En absoluto.

Ahora bien, en medio de estas negociaciones, a veces puede parecer que las cosas no han cambiado en 20 años, como ya he dicho antes sobre la telenovela. Pero el hecho es que mientras hemos estado debatiendo sobre cómo unir al mundo para combatir el cambio climático, el sector de la energía limpia ha venido creciendo por su cuenta a un ritmo increíble.

Tengamos en cuenta que en el tiempo que ha pasado desde Copenhague y la reunión de la COP 15, el precio de la energía solar se ha reducido en más de un 80 por ciento. La capacidad instalada se ha incrementado en más del 500 por ciento.

La sabiduría convencional solía cuestionar si debido a las limitaciones de capacidad y transmisión las fuentes de energía renovables eran incluso factibles en los mercados emergentes.

Pues bien, hoy, en muchos mercados emergentes, la energía limpia no sólo es posible, de hecho es la más segura, más asegurable, y – sí – la forma más barata para llevar energía a una comunidad.

Ahora, un número de países en desarrollo se benefician de recursos naturales excepcionales. Lo sabemos. Algunos se encuentran relativamente cerca del ecuador y son ricos en un recurso por el que no tenemos que cavar y que no contamina en absoluto, se llama sol. Y otros países experimentan regularmente vientos fuertes, especialmente a lo largo de sus costas. Y otros, como Kenia y Chile, se encuentran a lo largo de placas tectónicas, donde el desarrollo de la energía geotérmica es una opción prometedora.

Un estudio reciente concluyó que la energía limpia está creciendo dos veces más rápido en muchos países en desarrollo que en las naciones más ricas y solo puede haber una razón para ello: la energía renovable tiene sentido económicamente, sentido para el medioambiente y sentido para la salud.

Así que el mundo de la energía ya está cambiando drásticamente. Hace un año, en septiembre pasado, el presidente Modi, no el presidente Modi, el primer ministro Modi, pidió a todos los líderes del mundo que realizaran un lanzamiento a la luna con tecnología de energía limpia. Bueno, nosotros lo escuchamos. En el primer día de esta reunión, Estados Unidos, Francia, India, y otros 17 países lanzaron “Misión Innovación”, el programa de investigación y desarrollo de energía limpia público-privado más ambicioso jamás diseñado. Nuestros 20 países, colectivamente responsables de más del 80 por ciento de la I+D en energías renovables, todos se comprometieron a duplicar nuestros presupuestos en esta área durante los próximos cinco años. Para Estados Unidos, esto implica aumentar la inversión en I+D en más de 5.000 millones (de dólares) al año. Y se nos unió un grupo de 28 inversionistas multimillonarios dirigido por Bill Gates, todos comprometidos con la creación de una inversión público-privada, una iniciativa de inversión público-privada conjunta de I+D en energía limpia. Ahora, esto, junto con la visión de futuro de la Alianza Solar Internacional de la India, que fue anunciada el mismo día, tiene la capacidad de crear avances tecnológicos que impulsarán el progreso.

Es muy importante tener en cuenta que estas iniciativas no son parte del acuerdo. Fueron concebidas y creadas para complementar cualquier acuerdo que alcancemos aquí. Fueron creadas para inspirarnos a terminar nuestro trabajo en la mesa de negociaciones y enviar ese mensaje al mercado. Y mientras hacemos esto, tenemos que pensar en todas las oportunidades para crear asociaciones en todo el mundo que reduzcan las emisiones y aumenten la resistencia. Imagínense la tecnología ecológica a la que todo el sector podría llegar en cinco años, o en diez años, o en veinte años. Todo lo que hay que hacer es mirar al camino que hemos recorrido y esto se empieza a entender.

Ahora, una anécdota: Yo presté servicio en el comité de comunicaciones de la Comisión de Comercio del Senado de Estados Unidos. Nosotros volvimos a redactar la ley de telecomunicaciones de nuestro país en el año 1996. Eso fue hace 20 años. Internet estaba apenas en su etapa inicial, nadie pensaba en la transmisión de datos, todo el mundo se centraba en la telefonía; y en el lapso de un año o dos, toda la legislación ya estaba desactualizada. Así es como las cosas se mueven de rápido. Y cuanto más progresos hagamos, más ambiciosos van a llegar a ser los compromisos mundiales.

Así que esto me lleva al último punto que quiero destacar sobre el acuerdo mundial: Tiene que ser un acuerdo que perdure. Y eso significa que debe hacerse más fuerte con el tiempo. No hemos venido a París para construir un techo que contenga todo lo que alguna vez esperamos hacer; hemos venido a París a construir una plataforma sobre la que podamos, y así debemos hacerlo, todos juntos, seguir construyendo.

Y el progreso que hemos hecho, en particular con respecto a los INDC (Contribuciones Previstas y Determinadas a Nivel Nacional), no tiene precedentes y es alentador, pero por sí solo no será suficiente. Los objetivos que hemos anunciado, conjuntamente, harán mella importante en las emisiones globales, van a doblar la curva, pero no sostendrá el calentamiento en 2 grados Celsius, que es lo que los científicos nos dicen, una vez más, que tiene que ocurrir para evitar los peores efectos, o incluso menos si es posible, el 1,5 lo que la gente, tenemos que bajarlo lo más posible, como mucha gente en esta sala está exigiendo.

Y es por eso que es tan vital que mantengamos nuestros objetivos a la vista y nos aseguremos de que sean lo más ambiciosos posible; que entendamos si estamos haciendo progresos o no; que creemos un sistema para revisar nuestros objetivos y los aumentemos a intervalos regulares si es necesario.

Y dado el ritmo acelerado que acabo de mencionar al que la tecnología está evolucionando, en cinco años, la capacidad individual de un país u otro podría aumentar drásticamente. Y cada uno de nosotros tiene una responsabilidad para con nuestras familias, amigos, ciudadanos en todos los países como ciudadanos del mundo en todos los rincones del mundo, tenemos una responsabilidad para con las generaciones que seguirán nuestros pasos de asegurarnos de que estamos no solo haciendo todo lo que podemos, sino que somos plenamente conscientes de todo lo que podemos hacer. Y eso significa habitualmente hacer balance de los progresos que estamos haciendo y las oportunidades que estamos perdiendo. Significa la revisión y en algunos casos el fortalecimiento de nuestras metas para asegurar que los objetivos tienen en cuenta los avances inevitables en la tecnología. Significa mantener a la vista la pelota mucho después de esta conferencia concluya, y eso va por todos. Cualquiera que haya contribuido al impulso increíble que estamos viendo hoy en día tiene que continuar con ese proceso. Con este fin, yo personalmente continuaré convocando, como lo he hecho al margen de la Asamblea General de la ONU en el transcurso de los últimos dos años, seguiremos convocando a los ministros de asuntos exteriores con el fin de discutir los progresos que estamos haciendo en nuestros países, y ver dónde podemos mejorar nuestros esfuerzos.

Y lo que suceda aquí en París es importante, no hay duda, pero sigue siendo sólo el preámbulo. No podemos olvidar esto ni por un momento.

Podemos encontrar una manera de reunir la voluntad común que necesitamos para hacer frente a esta amenaza compartida. Estoy seguro de ello. Estoy seguro de que podemos elevarnos por encima de los debates que nos han rebajado. Y juntos, tenemos la capacidad de llegar al acuerdo ambicioso que necesitamos desesperadamente.

No hay ninguna razón, ninguna, para cualquier otro curso de acción.

Ahora, por un momento – y un momento solamente – vamos a darle a los negadores del cambio climático el beneficio de la duda. Digamos que el 97 por ciento de los estudios científicos son deficientes. Digamos que los miles de científicos que han emitido informes revisados por compañeros están realmente equivocados sobre los peligros asociados con el cambio climático. Pregúntense a sí mismos: Si actuamos respecto a todas esas cosas de las que acabo de hablar, ¿qué es lo peor que podría pasarnos por haber tomado esas decisiones y haber hecho frente al cambio climático?

Bueno, absolutamente se crearían millones de nuevos puestos de trabajo. Impulsaríamos nuestras economías, y algunos países que se han ralentizado necesitan ese impulso. Necesitan capital que fluya hacia la inversión en energía. Veríamos una población más sana, niños más sanos. La causa más grande por la que los niños son hospitalizados en Estados Unidos en la época de verano, con un costo de miles de millones de dólares, es el asma inducido por condiciones medioambientales. Nos ahorraríamos miles de millones de dólares en costos de salud, y tendríamos nuestra sociedad, nuestra seguridad global más fuerte y más sostenible como resultado de todas aquellas medidas que tomaríamos. Una enorme contribución a la estabilidad mundial. Eso, amigos míos, es lo peor que podría pasarnos si tomáramos estas decisiones.

Pero en el otro lado de la balanza, si los científicos tienen razón y los escépticos del clima están equivocados, nos enfrentamos a una catástrofe. Es así de sencillo. Esa es la elección. Mis amigos aquí en París ahora, tenemos la más rara de las oportunidades para cambiar realmente el mundo, para mejorar la vida de millones de personas. Y en las próximas horas, tenemos que trabajar más que nunca para no dejar pasar esta oportunidad. Tenemos que hacer todo lo que sea necesario para tener las conversaciones difíciles que son necesarias, para hacer los compromisos que tenemos que hacer, y para dar al mundo el acuerdo que se merece y que exige. Y mientras que cada país debe tomar su propia decisión, esto no es una decisión sobre cada nación. Se trata de todos nosotros y sobre el futuro de la casa que compartimos.

Nuestra tarea está clara. Nuestro momento es ahora. Hagamos este trabajo. Muchas gracias. (Aplausos).

(termina el texto)