Cuando Greg Nickels fue elegido alcalde de Seattle en 2002, el calentamiento global no formaba parte de su agenda.

Creía que “el cambio climático era algo que sucedería en el futuro lejano y en otros lugares primero”.

“Estaba equivocado”, declaró Nickels posteriormente.

En 2005, supo que el cambio climático está perturbando la función de los glaciares como reservas naturales, que guardan agua en el invierno y la liberan a medida que se derrite el hielo en el verano, según el periodista de Seattle, Jonathan Hiskes. Pero con el aumento de las temperaturas, lo cual hace que los glaciares se reduzcan de tamaño, la escasez de agua podría producirse mucho antes de lo anticipado, le informaron a Nickels. Puesto que la ciudad obtiene gran parte de su electricidad de la energía hidroeléctrica, esto también amenazaba con causar una crisis energética.

Para Nickels fue un llamado de alerta. Reclutó la ayuda de alcaldes de otras 141 ciudades y más tarde ese año lanzó el Acuerdo de Alcaldes de Estados Unidos para la Protección Climática. El acuerdo pedía a los firmantes que cumplieran o superaran en sus comunidades los objetivos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) estipulados para Estados Unidos en el Protocolo de Kioto, un tratado internacional sobre el clima. Nickels viajó por todo el mundo para llevar el mensaje de que muchas ciudades de estadounidenses estaban preparadas para hacer algo contra el cambio climático.

Grupo de niños sosteniendo paneles solares (Foto cedida por 350.org)
Grupo de niños sosteniendo paneles solares (Foto cedida por 350.org)

La ciudad como laboratorio de políticas

En Estados Unidos, el cambio y la innovación con frecuencia se producen a nivel local. Las ciudades estadounidenses a menudo sirven de laboratorios de política y desarrollan programas innovadores a base de hacer ensayos y conocer los errores.

Los gobiernos locales están bien preparados para solucionar problemas medioambientales por varios motivos, afirman Tommy Linstroth y Ryan Bell en su libro “Local Action: The New Paradigm in Climate Change Policy” (Acción local: El nuevo paradigma en la política ante el cambio climático). Las ciudades elaboran sus propias políticas y controlan sus presupuestos, lo cual las hace más ágiles y eficientes que las instituciones nacionales o internacionales.

En la última década, comunidades líderes en Estados Unidos comenzaron a experimentar con políticas urbanas y medioambientales. Pretendían atacar el cambio climático, pero también mejorar la calidad del aire, reducir la congestión del tráfico y garantizar el suministro energético y el que la energía estuviera disponible. Las comunidades emplearon reglamentos, incentivos, inversiones y participación comunitaria para aplicar sus planes medioambientales.

Algunas iniciativas locales han fallado. Pero las que tuvieron éxito han sido adoptadas por otras localidades y mejoran el medioambiente en toda una ciudad o región. Por ejemplo, algunas ciudades han adoptado al menos partes de la estrategia de “crecimiento inteligente” de Portland, Oregón, para limitar la expansión suburbana y sus consecuencias: la contaminación del aire por los automóviles y la pérdida de tierras agrícolas y espacios abiertos.

(vídeo en inglés)

Los enfoques locales relativos al cambio climático varían, pero los que tienen éxito frecuentemente cuentan con un fuerte liderazgo de gobernadores y alcaldes, metas bien definidas, recursos dedicados y empresas y residentes involucrados, según Linstroth.

Las iniciativas locales han identificado una serie de prácticas óptimas:

  •  Códigos de construcción que favorecen la eficiencia energética.
  • Inversión en transporte público para reducir las emisiones de automóviles particulares.
  • Promoción de recursos de energía renovable.
  • Diseños para reducir el desperdicio y el consumo de agua.
  • Aumento de la densidad de desarrollo urbano para conservar terrenos agrícolas y áreas verdes.
  • Reciclaje de basura.

(vídeo en inglés)

https://youtu.be/cFxaLVp5ReY

Costos y beneficios

El enfoque local ha logrado muchos éxitos:

  • La mayoría de estados de Estados Unidos cuentan con planes de acción climática y mandatos para que las empresas de servicios eléctricos generen una cantidad específica de electricidad a partir de fuentes renovables.
  • Seattle logró las metas del Protocolo de Kioto en 2008. Portland, Oregón; Nueva York; San Francisco; Boston; Chicago y otros centros urbanos están entre las ciudades más ecológicas en Estados Unidos y en el mundo.

En 2015, el gobierno de Obama designó 16 comunidades estadounidenses como “campeonas de acción climática” y ofreció apoyo para sus esfuerzos. Estas comunidades y otras más actuaron porque se enfrentan al aumento del nivel del mar o a otros desastres naturales producidos por el calentamiento global. El huracán Sandy en 2012 fue una potente advertencia para los neoyorquinos que dudaban del cambio climático.

“Si no lo hacemos bien ahora”, comentó el alcalde de Nueva York Bill de Blasio a la revista Scientific American, refiriéndose a la iniciativa climática de su ciudad, “en algún momento será demasiado tarde”.

Hombre camina entre las ruinas
Nueva York tras el huracán Sandy: un escenario de prueba para la ciencia forense del cambio climático (© AP Images)

Pero incluso pequeñas localidades y pueblos con recursos limitados se esfuerzan por marcar la diferencia. Utilizando subsidios privados o préstamos del gobierno, llevan a cabo iniciativas de sostenibilidad lo suficientemente significativas como para compararlas con las de las ciudades grandes, escribe F. Kaid Benfield en the Huffington Post.

Columbus, Wisconsin, con 5.015 residentes, cuenta con alumbrado público LED de alta eficiencia, vehículos municipales eléctricos híbridos, estaciones de carga eléctrica en estacionamientos municipales, auditorías de eficiencia energética, e incentivos financieros para que los propietarios de viviendas planten árboles. South Daytona, Florida, con una población de 12.279 habitantes, se ha centrado en la conservación de la energía en las instalaciones municipales, instalando un calentador de agua solar en el departamento de bomberos e instruyendo al personal sobre el uso de la energía.

Hombre en el medio de un cruce (© AP Images)
Siete años después de haber sufrido la devastación de un tornado, Greensburg, Kansas, fue reconstruida como una ciudad cien por ciento ecológica bajo el liderazgo del alcalde Bob Dixson. (© AP Images)

Muchos alcaldes y concejos municipales han descubierto que hacerse ecológicos puede impulsar el desarrollo económico.

“Pero tienes que participar en el juego, tienes que aceptar el hecho de que este cambio va a ocurrir, y luego poner a los empresarios a trabajar para encontrar la manera de crear puestos de trabajo ecológicos”, señaló Nickels en una entrevista a Grist, una revista en línea.

Después de que Columbus iniciase la mercadotecnia de sus credenciales ecológicas, se invirtieron millones de dólares en capital en la ciudad. Este aluvión de inversiones financió una nueva urbanización de viviendas, un centro para vivir asistido, y la expansión de operaciones de embalaje y de manufactura de bombas. Una incubadora de arte eligió a Columbus antes que a otras ciudades de Wisconsin.

La acción local importa

Aunque algunos críticos dicen que las políticas a nivel nacional podrían tener un mayor impacto, las políticas y programas a nivel de ciudad frecuentemente son adoptadas por regiones y estados enteros. Seattle inspiró una iniciativa climática en todo el estado de Washington, y San Francisco abrió el camino para el liderazgo de California en materia de cambio climático en Estados Unidos.

Algunos estados poseen más poder económico que otros. Cuando California, el estado más poblado y cuya economía solamente es superada por 7 países, adopta criterios más estrictos, otros estados y sectores enteros prestan atención. Por ejemplo, en 2012, California aprobó criterios que requieren que uno de cada siete automóviles nuevos vendidos en el estado en 2025 sea eléctrico o produzca cero emisiones y exigen una reducción del 50 por ciento en las emisiones de GEI. Desde entonces, otros siete estados han adoptado estos criterios. Anteriormente, el reglamento de California para automóviles más limpios ayudó a impulsar las innovaciones en el sector de tecnología de control de emisiones.

Congestión vehicular en autopista multicarril (Foto cedida por Jeff Turner/Flickr)
Otro día en la vida de los automovilistas y pasajeros de Los Ángeles (Foto cedida por Jeff Turner/Flickr)

En Estados Unidos, iniciativas en etapas múltiples como la Iniciativa Climática Occidental, la Iniciativa Regional de Gases de Efecto de Invernadero y la Iniciativa de Transporte y Clima (enlaces en inglés) aumentan el impacto de las políticas medioambientales. Las ciudades hacen lo mismo por medio del acuerdo de los alcaldes. Hoy en día, unas 450 ciudades y condados estadounidenses también participan en redes climáticas de gobiernos municipales a nivel mundial.

Como las ciudades son responsables de al menos la mitad de toda la contaminación de GEI, sus acciones en última instancia pueden determinar el resultado de la lucha contra el calentamiento global, según afirma Jeffrey Sachs, economista y director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia.

(vídeo en inglés)

En una cumbre de la ONU en 2014, 2.000 ciudades del mundo asumieron nuevos compromisos de acción para el clima en virtud de un pacto mundial de alcaldes.

El enviado especial de la ONU y exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg observó que las ciudades están decididas a liderar la respuesta al cambio climático.

“Pueden ayudar a los países a fijar nuevos objetivos de GEI, necesarios y agresivos”, indicó.

Porque, en última instancia, el cambio climático es un problema mundial que requerirá acción mundial.