“Durante la ‘Locura de marzo’ puede suceder cualquier cosa”, dice Cierra Burdick, que ocupa el puesto de alero en el equipo de baloncesto femenino universitario de Tennessee.

El equipo “Lady Volunteers” (Damas Voluntarias) de la Universidad de Tennessee está en el sexto puesto en el torneo de la Asociación Nacional Atlética Universitaria (NCAA), conocido popularmente como la “Locura de marzo”, y se enfrenta a fuertes competidores.

Es natural para jugadoras como Burdick sentirse presionadas. “El juego es aproximadamente un 90 por ciento mental para mí”, afirmó. “Constantemente tengo que estar pensando de manera positiva y automotivándome. No permito que las dudas o la ansiedad penetren mi mente”.

Aunque los partidos del torneo masculino de la “Locura de marzo” (March Madness) reciben más cobertura televisiva, los partidos femeninos son muy disputados y elevan los perfiles de los principales equipos que se acercan a la final. Hasta el Presidente Obama está hablando de sus equipos femeninos favoritos (en inglés), incluido el de la Universidad de Princeton, donde juega su sobrina Leslie Robinson.

Tras toda la emoción del torneo femenino de la “Locura de marzo” está una ley de 1972 que lo hizo posible. El Título IX exige a todas los centros de enseñanza que reciben fondos federales que ofrezcan igualdad de oportunidades a hombres y mujeres tanto en el área de deportes como en lo académico.

Retrato de Cierra Burdick (Tennessee Athletics Photography)
Cierra Burdick está tranquila y lista para el torneo de baloncesto femenino de la NCAA. (Tennessee Athletics Photography)

El impacto de las mujeres en los deportes ha sido fuerte. Antes de que el Título IX entrase en vigor, el 3,7 por ciento de las niñas de escuelas secundarias practicaban deportes. Seis años después del Título IX, esa cifra era del 25 por ciento. Hoy día, es de un 40 por ciento.

Para la generación de Burdick, esto marcó toda la diferencia. Para cuando tuvo la edad suficiente para practicar deportes, Burdick tenía opciones que no estaban disponibles para la generación de su madre. “De niña, todo en mi vida tenía que ver con los deportes”, relató. “Practicaba deportes todo el año, ya fuese baloncesto, fútbol, béisbol, gimnasia o natación… Simplemente me encantaba competir”. En la escuela secundaria, su equipo de baloncesto obtuvo más respeto que el de los chicos, dijo, porque “competíamos por el campeonato estatal todos los años”.

Sin embargo, permitir a mujeres como Burdick jugar en equipos universitarios de alto nivel está lejos de ser el efecto más importante del Título IX, según Nancy Hogshead-Makar, abogada de derechos civiles y exatleta olímpica que defiende la presencia de las mujeres en el deporte. “Estar físicamente sana y ser competente físicamente se traduce en ser más competente a nivel académico, profesional y en los papeles dentro de la familia”, declaró.

Se atribuye al Título IX un aumento en la matrícula universitaria de las mujeres (quienes ahora superan en número a los hombres en las universidades) en un 20 por ciento y en el incremento del empleo entre las mujeres de 25 a 34 años de edad. Además, el efecto positivo de la participación deportiva en las vidas de las mujeres es duradero. Un reciente estudio determinó que el 96 por ciento de las ejecutivas de alto nivel practicaron deportes en la escuela.

Burdick está cursando su último año en la universidad con buenas calificaciones y tiene planes de seguir una carrera televisiva. “El baloncesto me ayudará una vez que entre en el mercado de trabajo”, comentó. “Puede que haya gente más inteligente o con más talento que yo, pero nunca permitiré que trabajen más duro que yo. Esa es la mentalidad que he desarrollado con los años en este deporte”.

Por ahora Burdick dice que está centrada en la “Locura de marzo”. “Estoy ilusionada de practicar el deporte que adoro a nivel de élite”, explicó.