
Las autoridades chinas habitualmente prohíben a los musulmanes practicar su credo, desde prohibirles hacer el ayuno durante el sagrado mes del Ramadán a castigarlos por sus prácticas halal.
Las regulaciones en Sinkiang, al noroeste de China, específicamente prohíben a los hombres dejarse crecer “barbas anormales” y a las mujeres de ponerse el velo que les cubra el rostro. Las alfombras para la oración y las copias del Corán son confiscadas habitualmente en las viviendas de la gente y los teléfonos inteligentes son revisados para ver si tienen contenido religioso.
Mientras tanto el gobierno ha clausurado o destruido miles de mezquitas en Sinkiang y cada vez más en otras zonas de China.
“China no ha cesado su persecución religiosa”, dijo Samuel Brownback, embajador en misión especial del Departamento de Estado para Asuntos internacionales de libertad religiosa. “Más bien parece que se esté ampliando”, agregó.

Quienes desafían las regulaciones y siguen practicando el islam corren el riesgo de ser enviados a un campo de concentración en la Región Autónoma Uigur de Sinkiang en China. Desde abril de 2017 China ya ha enviado a campos de concentración a entre 800.000 y posiblemente hasta dos millones de musulmanes, según el Departamento de Estado de Estados Unidos.
Los sobrevivientes de esos campos informaron que los prisioneros son obligados a renunciar al islam o se ven sometidos a la tortura y el abuso.
“La crisis más grave en derechos humanos en China, posiblemente desde la revolución cultural, es la detención masiva y el despliegue de alta tecnología para la vigilancia con que sistemáticamente se reprime a los uigures, kazajos y otros grupos minoritarios musulmanes en Sinkiang, según declaró en diciembre ante el Congreso Laura Stone, del Departamento de Estado.
La próxima generación está siendo condicionada hacia lo chino

Las autoridades del gobierno quieren asegurarse que la próxima generación sea conforme a las tradiciones culturales chinas, no a las musulmanas. Por ejemplo es ilegal para los jóvenes menores de 18 años asistir a las mezquitas o recibir educación religiosa en su casa.
Los padres musulmanes están advertidos en contra de elegir para sus hijos recién nacidos nombres de una lista hecha en China con “nombres islámicos prohibidos para bebés”.
La lista de los nombres prohibidos incluye “Arafat, Huseín, Seypidin, Seypulla, Nesrulla, Shemshidin, Sadam y Mujahit” y los nombres prohibidos para las niñas incluyen “Muslime, Muhlise, Ayshe, Fátima y Hediche”, de acuerdo a un informe de la emisora “Radio Asia Libre”.
Hace poco el gobierno chino ha estado aplicando la lista no solamente a los recién nacidos, sino también a todos los niños menores de 16 años, obligando a los musulmanes de Sinkiang a cambiarse sus nombres prohibidos.
El embajador Brownback dijo que China tiene “una de las peores situaciones en derechos humanos en el mundo”.