![Tres personas ante una pared, sostienen un espejo y hojas verdes (© Foto cedida por “The Abrahamic House” [la Casa de Abraham]) Tres personas ante una pared, sostienen un espejo y hojas verdes (© Foto cedida por “The Abrahamic House” [la Casa de Abraham])](https://share.america.gov/wp-content/uploads/2021/08/interfaith-al-samawi-Abrahamic-House-Fellows-2-696x464.jpg)
El 1 de septiembre, cuatro jóvenes adultos llevarán cajas con utensilios de cocina, libros y otras pertenencias a su nuevo hogar en Washington, en una escena similar a las que se producen en toda la ciudad cuando los estudiantes comienzan un nuevo año académico y los recién graduados empiezan a trabajar en sus primeros empleos.
Pero estos cuatro no sólo compartirán su espacio durante el próximo año: Se les ha concedido una beca para que vivan en una casa de alquiler subvencionado con el fin de que se esfuercen por conocer mejor las creencias religiosas de los demás mientras llevan a cabo su vida cotidiana. Cada miembro del grupo practica una de estas cuatro confesiones: judaísmo, cristianismo, islam o bahái.
Los cuatro se instalan en una “Casa de Abraham”, obra de Mohammed al Samawi. Es la segunda; la primera se abrió en Los Ángeles a principios de 2020.
Las becas de la Casa de Abraham están abiertas a personas de entre 21 y 35 años (en inglés), que se someten a una amplia preparación antes de acoger conversaciones y actos interconfesionales.
Su formación abarca temas difíciles como la islamofobia, el antisemitismo y el racismo contra los negros. Incluye diálogos sobre cómo puede surgir la intolerancia y cómo mantener un “entorno saludable, seguro y de afirmación”, dice al Samawi.
Los residentes de las “Casas de Abraham” organizan actos comunitarios que fomentan la armonía interreligiosa.
Debido a que la pandemia de COVID-19 se produjo poco después de la creación de la casa en Los Ángeles, sus residentes celebraron actos en línea. Ellos y los becarios de Washington esperan introducir programas en persona en breve, pero mientras tanto, los eventos virtuales han atraído a participantes de lugares tan lejanos como Francia, Arabia Saudí e Israel.
En Los Ángeles, la Casa de Abraham ha organizado en línea comidas de iftar, Shabat y Pascua; un devocional bahái; diálogos sobre la justicia social como cuestión interreligiosa; proyecciones de películas y actos sociales.
Los participantes suelen decir a al Samawi que han descubierto que los estereotipos sobre otras religiones no son ciertos. Y descubren que las interacciones en línea ponen de manifiesto que las distintas confesiones abrahámicas son, de hecho, muy similares. “Al final, todas las religiones, no sólo las abrahámicas, trabajan hacia los mismos objetivos de unidad, integridad y servicio”, dice al Samawi.
Crecimiento personal
Hace una década, al Samawi, que entonces tenía aproximadamente veinticinco años, viajó a Sarajevo para asistir a una conferencia interreligiosa. Hoy admite que tenía cierta aprensión. Original de Yemen, había crecido con ideas fijas, sobre su propia fe musulmana y sobre otras religiones.
A su regreso a su país, al Samawi promovió el diálogo con judíos y cristianos. Pero su creencia en el valor del trabajo interreligioso no fue bien recibida. Recibió amenazas de muerte por parte de extremistas, por lo que huyó de su país y finalmente obtuvo estatus de refugiado en Estados Unidos.
El entendimiento interreligioso no consiste en convertir a nadie, dice al Samawi. “No se trata de ‘mi fe es mejor que la tuya’, ni de ningún tipo de agenda política. Es simplemente una experiencia para que cada individuo adquiera empatía, comprensión y compasión”.
Después de dirigirse a una reunión en una Casa Moisés en Estados Unidos, una de las docenas de casas de este tipo en todo el mundo, que ofrecen a los jóvenes judíos un lugar asequible para vivir a cambio de organizar eventos de programación judía, al Samawi conoció al fundador de las casas, Daniel Cygielman.
Al Samawi le dijo a Cygielman que quería crear una versión interconfesional de las Casas Moisés, y Cygielman le ofreció orientación.
Mientras su “incubadora multireligiosa para el cambio social” se expande a Washington, al Samawi dice que espera tener algún día una casa en cada uno de los 50 estados. También sueña con abrir “Casas de Abraham” en otros países, y ya ha recibido solicitudes de Marruecos, Turquía y Alemania.