
“¿Quién es Malala?” el pistolero preguntó en tono exigente a los pasajeros de un autobús en el Valle Swat de Pakistán antes de disparar su arma, y luego hirió a su objetivo y a dos de sus compañeras.
Desde aquél día en octubre de 2012, Malala Yousafzai se hizo famosa, y ganó el premio Nobel de la Paz en 2014 por promover el derecho de las niñas en todas partes a recibir una educación. Ahora las universidades y escuelas secundarias se apoyan en su biografía, el libro “Yo soy Malala” para movilizar a hombres y mujeres para que defiendan los derechos de todos a tener una educación y una carrera.
Parte de ese programa de estudios (en inglés) incluye el entender la violencia de género con que se encontró. Yousafzai era un objetivo porque su defensa de la educación femenina amenazaba a elementos de su sociedad que quieren mantener un sistema en el que la mujer está subordinada al hombre.

Malala tuvo suerte de que su padre fuera un apasionado del aprender y haya sido el que más firmemente la ha apoyado. Ziauddin Yousafzai habló en la inauguración de un programa de estudios el 14 de noviembre en Washington.
Cuando le preguntaron qué haría en los próximos 12 meses para reducir las barreras a la educación que las niñas confrontan si tuviera una “varita mágica”, el Sr. Yousafzai contestó: “No hay varitas mágicas, para ser sincero….es un largo camino, y hay que andarlo un poco cada día”.
La Organización Mundial de la Salud calcula que aproximadamente una de cada tres mujeres experimentará la violencia física o sexual en algún momento de su vida. La Campaña de 16 días entre el 25 de noviembre y el 10 de diciembre es un tiempo para que hombres y mujeres entren en acción para afirmar los derechos de la mujer a recibir educación sin amenazas de sufrir daños.