Este artículo es parte de una serie que describe la manera en que el gobierno ruso y Vladimir Putin ocultan su participación o la de sus aliados en ataques químicos a poblaciones civiles en todo el mundo. Otros artículos en esta serie examinan el envenenamiento en 2018 del exfuncionario de la inteligencia rusa Serguéi Skripal y el envenenamiento en 2020 del activista político Aleksey Navalny.

Días después de que el gobierno de Siria lanzara un ataque con armas químicas contra sus ciudadanos en la ciudad de Khan Shaykhun el 4 de abril de 2017, el gobierno ruso inició una campaña de desinformación para proteger al aliado del presidente ruso Vladimir Putin, el presidente sirio Bashar al-Assad.
El ataque con gas sarín de 2017 en Siria dio muerte a 90 personas, entre ellas 30 niños.
Una investigación conjunta e independiente de las Naciones Unidas y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas determinó que el gobierno sirio era responsable del ataque.
El Kremlin lo niega
Poco después del ataque, el gobierno ruso lanzó una campaña de desinformación para negar el papel del gobierno sirio y diseminó en las organizaciones internacionales como la ONU narrativas inventadas.

Tratando de proteger a su aliado, los funcionarios rusos y los medios de comunicación controlados por el Kremlin atribuyeron erróneamente la responsabilidad del ataque a fuentes ajenas a Siria, incluido Estados Unidos.
El Kremlin también utilizó sus medios de comunicación controlados por el Estado y las redes sociales para difundir afirmaciones falsas. Un canal de televisión gestionado por el ejército ruso afirmó falsamente que Ucrania había enviado armas químicas a Oriente Medio el 8 y el 12 de abril de 2017, una semana después del ataque, sugiriendo que habían desempeñado un papel.
Las autoridades rusas también utilizaron identidades falsas, informática robotizada “bots” y troles informáticos para difundir desinformación, como se vio en el pico de cuentas falsas de Twitter en los días posteriores a los ataques a Khan Shaykhun.

Funcionarios rusos, entre ellos el ministro de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov, repitieron informes sin fundamento en foros públicos.
El 12 de abril de 2017, la Federación Rusa vetó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU condenando el ataque.
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