“Empezamos a no poder dormir”, dijo a CNN (en inglés) la pediatra estadounidense de origen iraquí Mona Hanna-Attisha.

Hanna-Attisha es la directora de residencia pediátrica del Centro Médico Hurley en Flint, (Michigan). Cuando se enteró de que Flint tenía altos niveles de plomo en su agua potable, su equipo examinó los historiales del hospital local y concluyó que los niños de la ciudad sufrían de elevados niveles de plomo en la sangre.

“No existe ningún nivel de plomo que sea seguro para un niño”, dijo Hanna-Attisha. Se dio cuenta de que tenía que actuar. “Es mi deber como médico asegurarme de que los niños tengan el mejor futuro por delante”, dijo al diario Oakland Press (en inglés). “Es nuestro papel ser sus defensores y hablar por ellos”.

Aprovechando el poder de la libertad de prensa para informar al público y a los funcionarios del gobierno, Hanna-Attisha celebró una conferencia de prensa para difundir esta información. Al principio, los funcionarios estatales cuestionaron sus conclusiones, pero la solidez de sus pruebas y la publicidad que se les dio los convencieron de lo contrario.

La pediatra con un niño en la cama de un hospital (Foto cedida por el Centro Médico Hurley)
Hanna-Attisha con un joven paciente (foto cedida)

Resultó que cuando Flint cambió su proveedor de agua, el nuevo agua suministrada oxidó las tuberías y se liberó plomo en el agua.

Debido, en gran parte a los esfuerzos de Hanna-Attisha, Flint volvió a recibir su agua de su fuente original. Los funcionarios federales, estatales y locales están trabajando juntos para llevar agua potable a los residentes de la ciudad.

Ahora Hanna-Attisha es parte de los esfuerzos comunitarios (en inglés) dirigidos a recaudar fondos para tratar a los niños afectados por el plomo.

“Si hubo alguna vez un momento para invertir en nuestros niños, es ahora”, señaló. “Los niños de Flint merecen la oportunidad de estar sanos y de tener éxito”.