En la serie de televisión House of Cards, un político estadounidense ficticio llamado Frank Underwood es a menudo invitado a cenas caras en restaurantes lujosos y recibe costosos obsequios.
En la vida real en Estados Unidos, eso sería corrupción, así de simple. Además, sería ilegal.
En Estados Unidos, los empleados del gobierno federal, desde el presidente Obama hasta un empleado a nivel básico, siguen el mismo conjunto de reglas, y las sanciones por romperlas son graves.
El límite en el valor de los obsequios que el presidente y la primera dama pueden recibir de entidades extranjeras es el mismo que para cualquier otro empleado federal: 375 dólares. Si los Obama quieren quedarse con algún obsequio que valga más que eso, tienen que solicitar al Congreso que lo apruebe (algo que es muy poco probable) o esperar hasta que el presidente deje su cargo y comprarlo con su propio dinero a precio de mercado.
Todos los obsequios que se entregan al presidente y que tienen un valor de más de 375 dólares (la mayoría tiene un valor menor) son considerados propiedad pública y son entregados a los Archivos Nacionales (en inglés). Cada año, el presidente y la primera dama deben informar cada obsequio, quién lo entrego y cuál es su valor.
Es lo mismo para los miembros del Congreso, ya sean representantes o senadores estadounidenses.
Es lo mismo para los miembros del Congreso, ya sean representantes o senadores estadounidenses. (Ambos en inglés)
El límite para los obsequios de ciudadanos estadounidenses a empleados gubernamentales es aún menor: tan sólo 20 dólares, y una entidad no puede dar a la misma persona obsequios por un total de más de 50 dólares en el periodo de un año.
En lo que respecta a comidas lujosas, los empleados del gobierno tienen que pagar por su propia comida. El límite en todo el gobierno para aceptar comidas gratuitas es el mismo que para los obsequios: 20 dólares. Eso no alcanzaría para mucho en la clase de restaurantes que Frank Underwood frecuenta.
Los empleados gubernamentales en Estados Unidos reciben buenos beneficios y un salario justo. No necesitan vender influencias o aceptar obsequios valiosos. Pero si lo hacen, las sanciones son estrictas, y pueden incluir tanto multas grandes como tiempo en prisión. Eso se debe a que incluso los casos más pequeños de corrupción socavan la confianza del público en su gobierno. Como el presidente Obama ha señalado: “La corrupción reprime todos los aspectos de la vida económica y civil”.