
Si se le pregunta a Bonnie Burnham, expresidenta del Fondo Mundial para Monumentos (WMF, en inglés), sobre su pasión por salvar edificios hermosos, ella dirá que todo comenzó con una presentación de diapositivas que vio en la escuela secundaria.
En la pantalla apareció brevemente una fotografía de la Villa Capra (también llamada Villa la Rotonda), la obra maestra del arquitecto Andrea Palladio construida en el siglo XVI. “Nunca había visto una creación tan extraordinaria”, expresa Burnham.

“Descubrir la Villa Capra fue el comienzo de una travesía para mí”, agrega. Su trayectoria continuó hasta llegar a estar a cargo del WMF, una organización con sede en Nueva York dedicada a preservar la herencia arquitectónica del mundo representada por monumentos, edificios y sitios relevantes.
“Muchos de los lugares icónicos y las tradiciones poderosas que han dado forma a nuestra civilización están en peligro”, explica. En especial en los países en desarrollo que luchan con las presiones de la modernización, existen tesoros con siglos de antigüedad que “se están derrumbando y desapareciendo.”
En 2001, Estados Unidos estableció el Fondo de los Embajadores para la Preservación Cultural (AFCP, en inglés) para proteger y conservar edificios históricos, artefactos y sitios arqueológicos en países donde los tesoros culturales están amenazados por problemas ambientales, agitación política y social y por la falta de recursos financieros o de otra índole.

Los proyectos financiados por el fondo también preservan la cultura intangible mediante la asistencia que brindan a los países para documentar las lenguas, ritos, artesanías tradicionales y música y danza indígenas.
Hasta la fecha, el programa ha desembolsado 50 millones de dólares para apoyar cerca de 860 proyectos en más de 125 países.
“Ha marcado una diferencia real en sustentar la preservación de lugares, colecciones de museos y tradiciones que estaban al borde de la pérdida total”, añade Burnham.
En conversaciones entre las embajadas de Estados Unidos y defensores locales del patrimonio cultural, se identifican los sitios de relevancia, colecciones, lenguas, costumbres y tradiciones en situación de riesgo.
“La colaboración con las partes locales interesadas es crucial para la misión y el éxito del AFCP”, explica el director de programas del Fondo, Martin Perschler. “Al trabajar en estrecha colaboración con estas comunidades, demostramos respeto por su patrimonio cultural a la vez que desarrollamos herramientas y estrategias en forma conjunta para ayudarlos a conservar una parte importante de su historia.”

Tres tesoros salvados
Gracias a la financiación provista por el fondo, fue posible documentar para la posteridad la lengua y las costumbres de una de las minorías más antiguas de China y restaurar su templo, cuya estructura había sido prácticamente destruida por el terremoto de Sichuan en 2008.
Un subsidio del AFCP también llevó a un antropólogo a una aldea remota en Laos para ayudar a los residentes indígenas a documentar sus rituales taoístas y crear una exhibición sobre el tema en un museo.

Y en Bolivia, el AFCP ayudó a las comunidades de pastores indígenas a restaurar varias capillas con significancia arquitectónica que habían sido construidas por los antepasados de los pastores en la era colonial y estaban seriamente dañadas. Las capillas restauradas se usan ahora para servicios religiosos, pero también generan ingresos de turismo para la población local.
Al trabajar en cooperación con comunidades en todo el mundo para asegurar la conservación de los tesoros culturales, dice Burnham, el AFCP nos recuerda “cuán importantes son y continuarán siendo estos lugares, objetos y tradiciones”.