En el mundo hay por lo menos 25 lugares que se llaman “silicio y algo más” para evocar el centro de industrias y negocios dedicados a la tecnología que es Silicon Valley, el Valle del Silicio.
El Callejón del Silicio, que en algún momento hacía referencia a un vecindario de Manhattan, es el término que actualmente usa la prensa de negocios para identificar el sector tecnológico de Nueva York. La Pirámide de Silicio se refiere a las empresas de Egipto dedicadas a elaborar programas informáticos. También existe “Silicon Glen”, un bastión tecnológico cerca de Edimburgo (Escocia). Todos pretenden la magia innovadora, creadora de empleos, asociada al Valle del Silicio, en California, según John McLaughlin, presidente de una asociación local histórica en el Valle del Silicio.
“El valle rompe todos los prejuicios y fomenta la única cosa que la innovación necesita: una mente abierta.
Pero Yogen Kapadia, nacido en India y titular de Infinote, empresa asentada en el Valle del Silicio dedicada a analizar datos hallados en documentos de texto almacenados en plataformas múltiples, dice que conoce la causa de la magia económica en el Valle del Silicio. (La empresar de Kapadia ganó un importante premio de liderazgo en el sector de la tecnología en la conferencia empresarial TiEcon2014, realizada en el Valle del Silicio).

“Imagina un lugar en el que la norma es la diversidad, donde no importa ni la etnicidad ni el color de la piel, ni el acento con que se habla, un lugar en el que tu capacidad para tener éxito depende solamente de tu deseo de tener éxito, de tu habilidad para innovar y de tu capacidad para trabajar intensamente. Ese sitio es el Valle del Silicio”, afirma Kapadia.
El componente crítico
Agregó que el valle tiene lo que necesita un empresario como él. “En otros lugares donde se ha tratado de replicar el modelo a todos les faltaba el componente crítico: apertura”, dijo.
“El valle rompe todos los prejuicios y fomenta la única cosa que la innovación necesita: una mente abierta. Es esta apertura de mente en los empresarios, inversionistas y clientes lo que hace que el valle sea tan especial para mí”, declaró Kapadia.
La magia de la apertura puede ser la respuesta, pero también hay algo en el nombre. Hasta hace poco el grupo de McLaughlin, sin fines de lucro, se llamaba Asociación Histórica del Valle de Santa Clara. Luego de cambiarle el nombre a Asociación Histórica del Valle del Silicio las visitas se multiplicaron en su sitio web.
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