Las principales religiones del mundo han expresado desde hace tiempo su preocupación por el daño que el cambio climático está ejerciendo sobre el planeta, en especial, sobre las comunidades más carenciadas que habitan zonas costeras vulnerables o sufren los efectos negativos de la contaminación.
Uno de los ejemplos más famosos de ello es la encíclica del papa Francisco sobre el medio ambiente y la Declaración Islámica sobre el Clima (en inglés), ambas del año 2015. Los líderes más destacados de las comunidades cristianas protestantes, hindú, budista y judía también se pronuncian sobre el tema.
Algunos representantes religiosos de Estados Unidos hicieron una notoria aparición en París en las negociaciones de la COP21 de diciembre de 2015, se unieron a la “promesa de París” y prometieron colaborar en la reducción de las emisiones de carbono.
Más de 4.500 comunidades religiosas e individuos acordaron reducir la huella de carbono a la mitad para 2030 y alcanzar la neutralidad para 2050. Sally Bingham, de “Interfaith Power and Light”, una coalición con sede en San Francisco, estuvo invitada a presentar el trabajo de su grupo en el Centro de Estados Unidos, la plataforma de difusión pública y oficial de Estados Unidos en las negociaciones sobre cambio climático en París.
Interfaith Power & Light (en inglés) sostiene que al dar ejemplo sus miembros les muestran a los líderes mundiales un camino hacia un futuro con energía menos contaminante.
Muchos miembros de la coalición están empezando a usar bombillas de luz más eficientes, instalan paneles solares en los tejados y sistemas geotermales para reducir la huella de carbono.
“Necesitamos el compromiso de todos los sectores de la sociedad, incluidos los gobiernos locales y estatales, la comunidad empresarial, la sociedad civil y otros grupos”, señaló Shaun Casey, representante especial para Asuntos Religiosos y Globales del Departamento de Estado de Estados Unidos, mientras elogiaba la participación de los representantes religiosos.

Afirmó que los líderes religiosos “tienen una voz moral y pueden inspirar a la acción sobre asuntos ambientales mundiales y dar esperanza”.
Además, hay un beneficio económico. Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (en inglés), si las 370.000 comunidades religiosas que aproximadamente existen en Estados Unidos redujeran el uso de energía en tan solo un 20 por ciento, ello ahorraría casi 630 millones de dólares al año. La electricidad que se ahorraría así reduciría las emisiones de gas de efecto invernadero tanto como si dejaran de usarse 480.000 autos o como si se plantaran 60.000 árboles al año.
“El Acuerdo de París es mucho más que una unión de las naciones”, agregó Casey. “Se trata de que ciudades, estados, comunidades religiosas, ciudadanos activistas y otros se unan para adoptar una nueva visión hacia el futuro del planeta, a fin de dejar un mejor lugar para los que vienen después de nosotros.