¿Por qué tiene el Partido Comunista Chino miedo a los fantasmas?

¿A quién no le gusta una buena película de miedo? ¿O el cuento de una aventura que trasciende las dimensiones del tiempo y el espacio?

Habitualmente el Partido Comunista Chino (PCC) censura en China las películas, diarios, televisión y redes sociales que critican su represión en el Tíbet, su arremetida en la Plaza de Tiananmén y, por supuesto, su censura.

¿Pero por qué estaría el PCC asustado de los fantasmas y de los viajes en el tiempo?

Según el reciente informe de PEN America “Hecho en Hollywood, censurado por Pekín” (Made in Hollywood, Censored by Beijing, en inglés) el PCC censura temas que puedan recordar al público su control autoritario y corrupción.

En la literatura china y en los cuentos populares los “fantasmas diabólicos” sirven como una metáfora de los funcionarios corruptos, dice el informe, citando a Aowen Jin, un artista británico nacido en China. “La prohibición de cuentos de fantasmas casi parece absurda y risible para el mundo occidental y sin embargo lleva el temor profundamente arraigado que el gobierno tiene de su propio pueblo”, explicó Jin.

La comedia Ghostbusters (Cazafantasmas) vuelta a filmar en Estados Unidos en 2016 fue prohibida en China. Cayó víctima de las restricciones aplicadas por el PCC a las películas que muestran “terror, fantasmas y lo sobrenatural”.

Un escritor de Hollywood dijo a PEN America, una entidad sin fines de lucro que defiende la libertad de expresión que la popular película Ghost (Ghost, la sombra del amor) de 1990 con Demi Moore, posiblemente no habría sido vuelta a filmar hoy por temor a que los censores del PCC la prohibieran en el lucrativo mercado chino.

Guardia de seguridad mirando afiches de películas, detrás de una fila de bicicletas (© Greg Baker/AP Images)
Un guardia de seguridad mira un aviso lleno de afiches de películas fuera de un teatro en Pekín el 25 de abril de 1997. (© Greg Baker/AP Images)

El informe de PEN America es apenas la reciente evidencia de cuán lejos llega el PCC para mantener su control de la información. En un informe de diciembre de 2019 el Comité para la Protección de los Periodistas halló que China encarcela a más periodistas que cualquier otro país del mundo.

El PCC también emplea a decenas de miles de personas a nivel nacional, provincial y local para monitorizar internet. El contenido prohibido abarca desde las referencias a las violaciones de los derechos humanos por parte del régimen en la plaza de Tiananmén en 1989 a imágenes del oso Winnie the Pooh, que los usuarios chinos de Internet a veces utilizan para representar al presidente Xi Jinping.

Controlar la historia

El régimen quiere asegurarse que el pueblo chino solamente estudie la versión que el partido tiene de la historia.

En 2011 los censores del PCC emitieron instrucciones prohibiendo la muestra de viajes en el tiempo, argumentando que esas películas han estado “tratando la historia seria de una manera frívola”. Aunque la prohibición es vaga, un productor de Hollywood expresó a PEN America que los cuentos sobre viajes en el tiempo podrían ofrecer interpretaciones diferentes de la historia”.

Una mirada crítica de la historia moderna mandó a la cárcel al historiador mongol Lhamjab Borjigin acusado en 2019 de “separatismo” y de “sabotear la unidad nacional” al publicar un libro documentando las atrocidades apoyadas por el PCC en Mongolia Interior durante la Revolución Cultural.

Ocultar los abusos a los derechos humanos

La censura del PCC llega más allá de China, a medida que los productores de películas ceden a las exigencias del PCC para cambiar detalles, alterar protagonistas y volver a redactar los principales puntos de los argumentos si quieren ganar acceso al mercado de cinéfilos de ese país.

Hace poco la directora de cine estadounidense Judd Apatow comentó a la emisora MSNBC que las películas que llamen la atención a las violaciones de derechos humanos por parte del PCC, como es el internamiento de más de un millón de uigures y otras minorías en Sinkiang, puede que nunca lleguen a ser filmadas.

“En lugar de que haciendo nosotros negocios con China se haya logrado que China se haga más libre, lo que ha ocurrido es que China ha comprado nuestro silencio con su dinero”, dijo Apatow.

En declaraciones del mes de julio el fiscal general de Estados Unidos William Barr dijo (en inglés), que la “globalización no siempre apunta en la dirección de una mayor libertad. Un mundo que marche al compás de los tambores de la China comunista no ha de ser hospitalario para las instituciones que dependen del mercado libre, del comercio libre y del libre intercambio de ideas”.