Discurso del presidente Trump ante la Reunión Estadounidense-Árabe Islámica

DISCURSO DEL PRESIDENTE DONALD J. TRUMP ANTE LA REUNIÓN ESTADOUNIDENSE ÁRABE ISLÁMICA
Riad, Arabia Saudita
21 de mayo de 2017

A continuación una traducción del discurso del presidente Trump
(Comienza el texto)

Gracias.

Quiero agradecer al rey Salmán por sus extraordinarias palabras, y al magnífico Reino de Arabia Saudita por acoger la cumbre de hoy. Es un honor para mí ser recibido por anfitriones tan corteses. Yo había oído del esplendor de su país y la amabilidad de sus ciudadanos, pero las palabras no le hacen justicia a la majestuosidad de este extraordinario lugar ni a la fantástica hospitalidad que nos han brindado desde el momento en que llegamos.

Usted también me recibió en el preciado hogar del rey Abdulaziz, el fundador del reino que unió a su grandioso pueblo. Colaborando estrechamente con otro bienquerido líder –el presidente de los Estados Unidos Franklin Roosevelt– el rey Abdulaziz inició la perdurable alianza entre nuestros países.

Rey Salmán: su padre estaría muy, muy orgulloso de ver que usted mantiene vivo su legado. Y de la misma manera en la que él inauguró el primer capítulo de nuestra alianza, hoy comenzamos uno nuevo que brindará beneficios duraderos a todos nuestros ciudadanos.

Permítanme ahora también extender mi más sincero y profundo agradecimiento a cada uno de los distinguidos jefes de estado presentes aquí hoy. Nos honran enormemente con su presencia, y les doy un cálido saludo de mi país a los suyos. Gracias. Sé que nuestros momentos compartidos traerán muchas bendiciones tanto a sus pueblos como al mío.

Hoy me presento ante ustedes como representante del pueblo estadounidense, para transmitir un mensaje de amistad y esperanza y amor. Por eso decidí que mi primera visita exterior fuera al corazón del mundo musulmán, a la nación que custodia los dos lugares más sagrados de la fe islámica.

Durante mi discurso de investidura ante el pueblo estadounidense, prometí fortalecer las amistades más antiguas de los Estados Unidos, y forjar nuevas alianzas en aras de la paz. También prometí que los Estados Unidos no buscarían imponer su forma de vida a los demás, sino que tenderían sus manos con un espíritu de cooperación y confianza.

Tenemos una visión de paz, seguridad y prosperidad, en esta región y en todo el mundo. Tenemos por objetivo establecer una coalición de naciones que compartan el propósito de erradicar el extremismo y de brindarles a nuestros niños un futuro esperanzador que honre a Dios. Y por ello este encuentro histórico e inédito de líderes –sin paralelo en la historia de las naciones– es un símbolo para el mundo de nuestra resolución conjunta y respeto mutuo. A los dirigentes y ciudadanos de todos los países reunidos aquí hoy, quiero hacerles saber que los Estados Unidos están deseosos de forjar lazos más estrechos de amistad, seguridad, cultura y comercio.

Para los estadounidenses, este es un momento muy emocionante. En nuestro país se está propagando un nuevo espíritu de optimismo. En solo unos meses hemos generado casi un millón de puestos de trabajo, agregado más de 3 billones de dólares de nuevo valor añadido, levantado las cargas de la industria nacional, y efectuado inversiones sin precedentes en nuestras fuerzas militares que protegerán la seguridad de nuestros ciudadanos y fortalecerán la seguridad de nuestros maravillosos amigos y aliados, muchos de los cuales se encuentran hoy aquí.

Pues bien, tengo el gusto de compartir más buenas nuevas con ustedes. Mis reuniones con el rey Salmán, el Príncipe heredero, y el Príncipe heredero sustituto han estado colmadas de gran calidez, buena voluntad y enorme cooperación. Ayer firmamos acuerdos históricos con el Reino por los que invertiremos casi 400.000 millones de dólares en ambos países y generaremos varios cientos de miles de empleos en los Estados Unidos y Arabia Saudita.

Este acuerdo trascendental comprende el anuncio de una adquisición en materia de defensa financiada por Arabia Saudita por 110.000 millones de dólares, y nosotros vamos a ayudar a nuestros amigos saudíes a hacer un buen negocio con nuestras grandes empresas estadounidenses de defensa, las mejores en cualquier parte del mundo. Este acuerdo ayudará a las fuerzas militares saudíes a asumir un papel de mucho mayor peso en materia de seguridad y en operaciones relacionadas con la seguridad.

También hemos iniciado conversaciones con muchos de los países presentes hoy en torno a fortalecer las alianzas existentes y establecer alianzas nuevas para promover la seguridad y la estabilidad en todo el Oriente Medio y en otros lugares.

Más tarde hoy, haremos historia nuevamente con la inauguración del nuevo Centro mundial para combatir la ideología extremista, que se encuentra aquí, en este lugar central del mundo islámico. Este nuevo centro innovador representa una declaración inequívoca de que los países de mayoría musulmana deben tomar la delantera a la hora de luchar contra la radicalización. Y quiero expresar nuestra gratitud con el rey Salmán por su enérgica demostración de liderazgo sumamente increíble y poderoso. He tenido el gusto de darles la bienvenida a la Casa Blanca a varios de los líderes presentes hoy, y espero con entusiasmo trabajar con todos ustedes.

Los Estados Unidos son una nación soberana, y nuestra principal prioridad siempre es la seguridad y la protección de nuestros ciudadanos. No hemos venido aquí a dar sermones. No vamos a decirles a otros cómo deben vivir, qué deben hacer, quiénes deben ser ni cómo deben rendir culto. En cambio, hemos venido a invitarles a forjar una alianza, basada en intereses y valores comunes, para luchar por un futuro mejor para todos nosotros.

En esta cumbre conversaremos sobre numerosos intereses compartidos. Pero sobre todo, tenemos que estar unidos a la hora de perseguir la única meta que trasciende toda otra consideración. Esa meta consiste en superar la gran prueba que nos ha impuesto la historia: vencer al extremismo y derrotar las fuerzas que el terrorismo trae consigo cada vez.

Las niñas y los niños musulmanes deberían poder crecer sin miedo, sin violencia y sin odio. Y los hombres y mujeres jóvenes musulmanes deberían tener la oportunidad de forjar una nueva era de prosperidad para ellos. Tienen que hacerlo y debemos dejar que lo hagan.

Con la ayuda de Dios, esta cumbre marcará el principio del fin de aquellos que practican el terrorismo y propagan su vil doctrina. A la vez, rezamos para que esta reunión especial algún día sea recordada como el comienzo de la paz en el Oriente Medio, y, quizás, hasta en el mundo entero. Pero este futuro solo se puede alcanzar si se derrota al terrorismo y la ideología que lo impulsa.

La violencia del terrorismo ha perdonado a pocas naciones. Estados Unidos ha sufrido repetidos atentados brutales, desde las atrocidades del 11 de septiembre hasta la devastación causada con explosivos en la Maratón de Boston, hasta los horribles asesinatos de San Bernardino y Orlando. Las naciones de Europa también han soportado horrores indecibles. También los han padecido las naciones del África y de América del Sur. India, Rusia, China y Australia han sido víctimas.

Sin embargo, en cuestión solo de números, el terrorismo se ha cobrado el mayor número de vidas inocentes en naciones árabes, musulmanas y del Oriente Medio. Estas naciones han padecido la mayoría de las muertes y lo peor de la destrucción en esta oleada de violencia fanática. Según ciertos cálculos, más del 95 % de las víctimas del terrorismo son musulmanas.

Estamos enfrentando una catástrofe humanitaria y de seguridad en esta región que se está extendiendo al resto del mundo. Es una tragedia de proporciones épicas. No hay descripción del sufrimiento y la depravación que pueda llegar a reflejar su dimensión completa. Al verdadero número de víctimas del Estado Islámico –si observan lo que está sucediendo– Al Qaeda, Hizbulá y Hamás y tantos otros se debe llegar contando no solo los muertos. También deben contarse las generaciones de sueños perdidos.

El Oriente Medio es rico y tiene belleza natural, culturas vitales y un enorme acervo de tesoros históricos. Debería transformarse cada día más en uno de los grandes centros mundiales del comercio y de oportunidades. Esta región no debería ser el lugar del que huyen los refugiados, sino el que da la bienvenida a cuantiosos recién llegados.

Arabia Saudita alberga los sitios más sagrados de una de las grandes fes del mundo. Año tras año, millones de musulmanes vienen a Arabia Saudita desde todo el mundo a participar en el hach. Además de maravillas ancestrales, este país también alberga maravillas modernas, incluso inmensos logros en materia arquitectónica.

Egipto fue un próspero centro de aprendizaje y progreso miles de años antes que otros lugares del mundo. Las maravillas de Guiza, Luxor y Alejandría son un monumental testimonio de ese antiguo patrimonio.

Muchos en el mundo entero sueñan con recorrer las ruinas de Petra en Jordania. Irak fue la cuna de la civilización y es una tierra de belleza natural. Y los Emiratos Árabes Unidos han alcanzado fascinantes alturas con cristal y acero, y han convertido a la tierra y al agua en obras de arte espectaculares. Toda la región se encuentra en el centro de las vías de navegación clave del canal de Suez, el mar Rojo y el estrecho de Ormuz.

El potencial de esta región nunca jamás ha sido mayor. El 65 % de la población tiene menos de 30 años. Como todos los jóvenes, estos hombres y mujeres desean un gran futuro que forjar, grandes proyectos nacionales a los cuales sumarse y un lugar que sea su hogar y el de sus familias. Pero este potencial inexplotado, este formidable motivo de optimismo, se ve acorralado por el derramamiento de sangre y el terror.

No se puede coexistir con esta violencia. No se la puede tolerar, aceptar, justificar ni ignorar. Cada vez que un terrorista asesina a una persona inocente, e invoca falsamente el nombre de Dios, debería ser un insulto para cada persona de fe. Los terroristas no veneran a Dios: veneran a la muerte.

Si no tomamos medidas contra este terrorismo organizado, sabemos lo que sucederá y cuál será el resultado final. La devastación de la vida a manos del terrorismo seguirá propagándose, las sociedades pacíficas sucumbirán a la violencia, y el futuro de muchas generaciones acabará tristemente desperdiciado. Si no condenamos al unísono esta matanza, seremos juzgados no solo por nuestro pueblo, seremos juzgados no solo por la historia, sino que seremos juzgados por Dios.

Esta no es una batalla librada entre distintas fes, distintas sectas ni distintas civilizaciones. Esta es una lucha entre criminales salvajes que procuran eliminar la vida humana y personas decentes, todo en nombre de la religión. Personas que quieren proteger la vida y quieren proteger su religión.

Esta es una batalla entre el bien y el mal. Cuando vemos escenas de destrucción tras actos terroristas, no vemos si los asesinados eran judíos o cristianos, sunitas o chiitas. Cuando contemplamos la sangre inocente corriendo por suelo ancestral, no podemos ver la fe ni la secta ni la tribu de las víctimas. Solo vemos que eran hijos de Dios cuyas muertes son un insulto a todo lo sagrado. Pero solo podemos vencer a este mal si las fuerzas del bien son fuertes y están unidas; y si todos los presentes en este salón cumplen con lo que les corresponde y se responsabilizan de ello.

El terrorismo se ha propagado por todo el mundo. Pero el camino hacia la paz empieza aquí, en esta tierra ancestral, en esta tierra sagrada. Los Estados Unidos están dispuestos a apoyarlos; a apoyarlos en busca de intereses comunes y de una seguridad conjunta. Pero las naciones del Oriente Medio no pueden esperar que la potencia estadounidense aplaste a este enemigo por ellas. Las naciones del Oriente Medio tendrán que decidir qué futuro desean para sí mismas, para sus países y, sinceramente, para sus familias y para sus hijos.

Es una elección entre dos futuros; y los Estados Unidos no pueden elegir por ustedes. Un futuro mejor solo es posible si sus naciones expulsan a los terroristas y expulsan a los extremistas. Hay que expulsarlos. Hay que expulsarlos de sus lugares de culto. Hay que expulsarlos de sus comunidades. Hay que expulsarlos de su tierra santa, y hay que expulsarlos de esta Tierra.

Por nuestra parte, los Estados Unidos están comprometidos a modificar sus estrategias para satisfacer las amenazas según evolucionen y conforme a nuevos datos. Nos desharemos de las estrategias que no funcionen e implementaremos nuevos enfoques basados en la experiencia, la aptitud y el discernimiento. Estamos adoptando un realismo de principios, arraigado en valores compartidos, intereses comunes y sentido común. Nuestros amigos nunca cuestionarán nuestro apoyo, y nuestros enemigos nunca cuestionarán nuestra resolución.

Nuestras alianzas promoverán la seguridad a través de la estabilidad, no a través de la perturbación radical. Tomaremos decisiones basándonos en resultados concretos, no en una ideología rígida. Nos guiaremos por lo que la experiencia nos ha enseñado, no por los confines de pensamientos rígidos. Y, siempre que sea posible, buscaremos reformas graduales, no una intervención repentina. Debemos buscar aliados, no la perfección, y aliarnos con todos aquellos que comparten nuestros objetivos.

Por encima de todo, los Estados Unidos desean la paz, no la guerra. Si vamos a derrotar el terrorismo y a enviar su perversa ideología al olvido, las naciones musulmanas deben estar dispuestas a asumir la carga. La primera tarea en esta labor conjunta es que sus naciones nieguen todo territorio a los soldados del mal. Cada país en la región tiene el deber absoluto de garantizar que los terroristas no encuentren santuario en sus tierras.

Ya hay muchos que están haciendo importantes contribuciones a la seguridad regional: pilotos jordanos son aliados esenciales en la lucha contra el Estado Islámico en Siria e Irak. Arabia Saudita y una coalición regional han tomado firmes medidas contra militantes huzíes en Yemen. El Ejército libanés está a la caza de agentes del Estado Islámico que intentan infiltrarse en su territorio. Tropas de los Emiratos están respaldando a nuestros aliados afganos y lo hacen enérgicamente. En Mosul, las tropas estadounidenses están apoyando a kurdos, sunitas y chiitas que luchan unidos para defender sus patrias. Qatar, anfitrión del Comando Central de los EE. UU., es un aliado estratégico decisivo. Nuestra antigua alianza con Kuwait y Bahrein sigue mejorando la seguridad en la región. Nuestros valientes soldados afganos realizan inmensos sacrificios en la lucha contra los talibanes, y otros, para defender a su país.

A medida que impedimos que la maquinaria terrorista controle el territorio y las poblaciones, también debemos eliminar su acceso a fondos. Debemos cortar los canales de financiamiento que permiten que el Estado Islámico venda petróleo, que los extremistas paguen a sus combatientes y que los terroristas trafiquen a sus refuerzos.

Me siento orgulloso de anunciar que las naciones hoy presentes celebrarán un acuerdo para evitar el financiamiento del terrorismo. Es lo que llamamos el Centro de Focalización de Financiamiento del Terrorismo, copresidido por los Estados Unidos y Arabia Saudita, y al que se unirán todos los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo. Es otro paso histórico en un día que será recordado durante mucho tiempo.

También aplaudo al Consejo de Cooperación del Golfo por impedir que los donantes utilicen sus países como base financiera para el terrorismo, y por designar, el año pasado, a Hizbulá como organización terrorista, que ciertamente lo es. Esta semana, Arabia Saudita también junto con nosotros impuso sanciones a uno de los más altos líderes de Hizbulá.

Por supuesto, todavía queda mucho por hacer. Eso significa afrontar honestamente la crisis que representa el extremismo islámico, los islamistas y el terror islámico de todo tipo. Debemos poner fin a lo que están haciendo para inspirar, porque no hacen nada para inspirar sino matar. Y estamos teniendo un efecto muy profundo si nos fijamos en lo que ha sucedido recientemente. Y significa mantenernos unidos contra el asesinato de musulmanes inocentes, la opresión de las mujeres, la persecución de judíos y la matanza de cristianos.

Los líderes religiosos deben dejarlo bien claro: la barbarie no lleva a la gloria; la piedad al mal no ofrece dignidad alguna. Si escoge el camino del terror, su vida estará vacía, su vida será breve y su alma será condenada por completo. Y los líderes políticos deben manifestarse y afirmar la misma idea: los héroes no matan a los inocentes; los salvan.

Muchas de las naciones hoy aquí han dado pasos importantes para realzar ese mensaje. La Visión para 2030 de Arabia Saudita es una importante y alentadora declaración a favor de la tolerancia, el respeto, el empoderamiento de las mujeres y el desarrollo económico. Los Emiratos Árabes Unidos también participan en la batalla para conquistar corazones y almas y, junto con los Estados Unidos, han establecido un centro para contrarrestar la propagación del odio en línea. Bahrein también trabaja para socavar el reclutamiento y el radicalismo.

También aplaudo a Jordania, Turquía y el Líbano por su labor en la acogida de refugiados. Las oleadas de migrantes y refugiados que viven, y viven tan mal que se ven forzados a abandonar el Oriente Medio merman el capital humano necesario para construir sociedades y economías estables. En vez de privar a esta región de tanto potencial humano, los países del Oriente Medio pueden ofrecer a su juventud esperanza para un futuro mejor en sus patrias y regiones. Eso significa potenciar las aspiraciones y sueños de todos los ciudadanos que buscan obtener una vida mejor, entre ellos las mujeres, los niños y los creyentes de cualquier fe. Muchos eruditos árabes e islámicos han argumentado elocuentemente que proteger la igualdad fortalece las comunidades árabes y musulmanas.

Durante muchos siglos, el Oriente Medio ha sido el hogar de cristianos, musulmanes y judíos, viviendo unos al lado de los otros. Debemos de nuevo practicar la tolerancia y el respeto mutuo, y hacer de esta región un lugar donde hombres y mujeres, sin importar su fe o etnia, puedan disfrutar de una vida digna y esperanzadora.

Con ese ánimo, después de finalizar mi visita al lugar fantástico donde nos encontramos hoy, Riad – que he llegado a conocer tan bien en tan poco tiempo– viajaré a Jerusalén y a Belén, y después al Vaticano, y visitaré a muchos de los lugares más sagrados en las tres fes abrahámicas. Si estas tres fes pueden unirse para cooperar, entonces la paz en este mundo será posible, incluida la paz entre israelíes y palestinos. Me reuniré tanto con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, como con el presidente palestino Abás.

La base de la fácil derrota de los terroristas se halla en privarles de su territorio, de fondos y del falso atractivo de la cobarde ideología. Pero ninguna conversación sobre la erradicación de esta amenaza podría concluir sin mencionar el gobierno que les ofrece a los terroristas los tres: refugio, respaldo financiero y el prestigio social necesario para poder reclutar. Es un régimen responsable de mucha de la inestabilidad en esa región. Por supuesto, me refiero a Irán.

Desde el Líbano hasta Irak y Yemen, Irán financia, arma y capacita a terroristas, milicias y otros grupos extremistas que propagan destrucción y caos por toda la región. Durante décadas, Irán ha alimentado los fuegos de los conflictos sectarios y del terrorismo. Es un gobierno que habla abiertamente de asesinatos en masa, prometiendo la destrucción de Israel, la muerte a los Estados Unidos y la ruina de muchos líderes y naciones presentes en este salón.

Han visto que una de las interferencias más trágicas y desestabilizadoras de Irán ha sido la de Siria. Reforzado por Irán, Assad ha perpetrado crímenes atroces, y los Estados Unidos han tomado firmes medidas como respuesta al uso por parte del régimen de Assad de armas químicas prohibidas por medio del lanzamiento de 59 misiles dirigidos a la base aérea siria desde donde tuve origen el atentado mortal. Las naciones responsables deben trabajar juntas para poner fin a la crisis humanitaria de Siria, erradicar al Estado Islámico y restablecer la estabilidad en la región –y lo más pronto posible.

Las víctimas del régimen iraní que llevan sufriendo más tiempo son su propio pueblo. Irán posee una historia y cultura ricas, pero el pueblo iraní ha soportado privaciones y desesperanza por la temeraria búsqueda del conflicto y el terror por parte de sus líderes. Hasta que el régimen iraní no esté dispuesto a ser un aliado en pos de la paz, todas las naciones de conciencia deben colaborar para aislar a Irán, negarle el financiamiento del terrorismo –no pueden permitirlo– y rogar para que el pueblo de Irán un día tenga el gobierno justo y honrado que tanto se merece. Las decisiones que tomemos afectarán innumerables vidas.

Rey Salmán: Le agradezco haber generado este gran momento para la historia y sus ingentes inversiones en los Estados Unidos y sus industrias y sus empleos. Le agradezco también por invertir en el futuro de esta parte del mundo. La región fértil –y lo es tanto– posee todos los ingredientes para obtener éxitos extraordinarios: una historia y cultura ricas, pueblos jóvenes y enérgicos y un espíritu emprendedor próspero. Pero ustedes solo pueden liberar este futuro si se libra a los ciudadanos del Oriente Medio del extremismo, el terror y la violencia.

Los que estamos en este salón somos los líderes de nuestros pueblos. Esperan que les demos respuestas y actuemos. Y cuando miramos sus rostros, vemos que detrás de cada par de ojos hay un alma que anhela justicia y que anhela paz. Hoy día, miles de millones de rostros nos miran, esperando que actuemos sobre la gran cuestión de nuestros tiempos: ¿Seremos indiferentes cuando presenciemos el mal? ¿Protegeremos a nuestros ciudadanos de su violenta ideología? ¿Dejaremos que su veneno se propague por nuestras sociedades? ¿Dejaremos que destruya los lugares más sagrados de todo el planeta?

Si no afrontamos este terror mortal, sabemos lo que el futuro traerá: más sufrimiento, más muerte y más desesperanza. Pero si actuamos –si salimos de este majestuoso salón unidos y decididos a hacer lo que sea necesario para destruir el terror que amenaza al mundo, entonces nuestros ciudadanos disfrutarán de un gran futuro sin límites.

La cuna de la civilización está a la espera de iniciar un nuevo renacimiento. Solo imagínense lo que el mañana nos depara. Gloriosas maravillas en las ciencias, artes, medicina y comercio para inspirar a la humanidad. Grandes ciudades construidas sobre las ruinas de pueblos destrozados. Nuevos trabajos e industrias que alzarán a millones y millones de personas. Padres que ya no tendrán que preocuparse por sus hijos ni sus familias, y que ya no llorarán por sus seres queridos, y creyentes que por fin podrán rezar sin temor. Estos son los beneficios de la paz y la prosperidad. Estos son los deseos que arden con una llama honrada en cada corazón humano. Y estas son solo las exigencias justas de nuestros amados pueblos.

Les pido que se unan a mí, que nos unamos, para trabajar juntos y luchar juntos: porque unidos no fracasaremos. No podemos fracasar. Nadie, absolutamente nadie, nos puede vencer.

Gracias. Que Dios los bendiga. Que Dios bendiga a sus países. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América. Muchas gracias.

(Termina el texto)