No hay nada más estadounidense que un debate político a la vieja usanza. Abraham Lincoln hizo su nombre al debatir contra su oponente en una campaña por el Senado de Estados Unidos (perdió esa elección en 1858 pero logró la presidencia dos años después). Muchas personas consideran que un desempeño firme en los debates impulsó al entonces senador John F. Kennedy a la presidencia en 1960.
Avancemos a cámara rápida hasta las elecciones presidenciales de 2016. Para la noche electoral, los candidatos de los partidos Republicano y Demócrata habrán sostenido múltiples encuentros en debates televisados a nivel nacional.
Sostendrán debates en septiembre y octubre de 2016, y se espera que alrededor de 70 millones de estadounidenses los sintonicen. Estos candidatos ya habrán debatido contra miembros de sus propios partidos en la puja por convertirse en el candidato nominado por su partido.
Los debates para las elecciones primarias presidenciales están atrayendo más atención en esta ocasión que los tres ciclos electorales previos, según Geoffrey Skelley, analista político en el Centro para la Política de la Universidad de Virginia. El primer debate televisado de las primarias en la campaña de 2016 estableció un récord de audiencia para el canal de televisión Fox News Channel. Las encuestas mostraron que incluso votantes a los que no les interesaba inclusive se informaron y hablaron sobre los debates.
Un estilo y tono diferentes, y un público diferente
A pesar de que los debates para las elecciones primarias y para la elección general tienen un formato similar, los observadores informados notan diferencias en estilo y tono. En los debates para las primarias los participantes pueden parecer más agresivos unos con otros, incluso a pesar de que sus desacuerdos con los candidatos del partido de la oposición para la elección general se presuma que sean más profundos. ¿Por qué?

Los dos tipos de debate tienen funciones diferentes. Los candidatos a la designación por su partido deben apelar a los que tienen más fuerza en su propio partido. Los votantes buscan un candidato que defienda los ideales del partido.
En contraste cuando los candidatos designados por los partidos Demócrata y Republicano aparecen en escena antes de una elección general, habitualmente ambos pretenden obtener los votos de los votantes independientes, los estadounidenses indecisos y el centro político. Y además intentan presentarse con carácter presidencial.
Destacar entre la multitud
Estos debates dentro del partido que tienen lugar anticipadamente suelen contar con más participantes. Es más difícil destacarse entre 10 posibles candidatos o incluso más, por el contrario que cuando son solamente dos. Un discurso más agudo es la manera de destacarse en el grupo.
Y no olvidemos al público. Cuando todo el mundo en la sala es del mismo partido, un público amistoso y entusiasta puede animar a los que debaten a pronunciar ataques más agudos.
Por una parte, los debates exigen hacer un buen espectáculo. Las palabras son importantes, pero también importa el aspecto, especialmente en la televisión. Cada vez con más frecuencia los candidatos intentan decir mucho con la menor cantidad de palabras posible. Esto crea frases con gancho que según Skelley luego se pueden utilizar en anuncios de televisión y en las redes sociales.
Los candidatos en los debates para las elecciones generales deben mostrar que inspiran y agrupan a todo el país, no solamente a los leales al partido. Y deben entrar más a lo sustancial en cuanto a temas de importancia mundial y nacional.
Así que si sintonizan alguno de los debates, ¡disfrútenlo! Pero también conozcan los distintos puntos de vista, incluso aquellos con los que no estén de acuerdo. El estadista sudafricano Nelson Mandela apuntó a la función clave de los debates políticos, ya sean en Estados Unidos o en cualquier otro lugar cuando dijo: “Un buen líder puede participar en un debate con franqueza y en detalle, sabiendo que al final tanto el como la otra parte deben terminar estando más cerca y por tanto surgir con más fuerza”.