El flujo masivo de refugiados que ha llegado a las costas de Grecia en 2015 lo hizo en una época en la que el país estaba tambaleándose respecto a los problemas fiscales.
Para Nadina Christopoulou, fundadora de la Red Melissa para Mujeres Migrantes en Atenas, esto precisamente hizo más sorprendente la reacción del pueblo griego. Se produjo “una explosión de humanidad, empatía y compasión” de jóvenes y ancianos, todos deseosos de ayudar, dijo.
Ella y numerosos miembros de la red se unieron recientemente a la diplomática estadounidense Erin Barclay y a Eskinder Negash, exjefe de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados de Estados Unidos en una charla electrónica de 90 minutos de duración (en inglés) centrada en el recibimiento a los refugiados.
La red Melissa, nombre que significa “abeja de la miel” en griego, proporciona comidas y prepara mochilas de regalos para los niños refugiados así como amplia ayuda para sus madres. Entre sus miembros hay muchos inmigrantes que se trasladaron a Grecia hace años desde diferentes lugares del mundo y que han prosperado en su nuevo país. Para los refugiados recién llegados la red proporciona asesoría psicológica, clases de idioma, actividades sociales y apoyo de otras clases. El secretario de Estado John Kerry visitó la oficina de la red en Atenas en diciembre de 2015 y elogió lo que hacen para recibir a las mujeres refugiadas y ayudarles a seguir sus vidas.
Esperando para seguir avanzando
Aproximadamente 60.000 refugiados continúan estancados en Grecia. Son parte de los 21 millones de refugiados y de los 48 millones de personas desplazadas en la actualidad, según las Naciones Unidas.

En todo el mundo, el 80 por ciento de los refugiados han encontrado albergue en países que enfrentan sus propios desafíos económicos.
Negash comentó que “no es el tamaño de tu economía lo que importa, sino el tamaño de tu corazón”.
En palabras pronunciadas desde el consulado general de Estados Unidos en Belfast (Irlanda del Norte), dijo que los países no solo tienen que admitir más refugiados, sino “darles la libertad para que sean parte de la sociedad … y reconocerlos como un activo y no una carga”.
Negash puso como ejemplo el modelo de sistema de reasentamiento en Estados Unidos. Desde 1975, Estados Unidos ha admitido 3,2 millones de refugiados que escapaban guerras y persecución, entre ellos los 85.000 de este año. Durante un tiempo reciben asistencia para pagar el alquiler de una vivienda y comprar alimentos, pero más valioso que esto “es su libertad para escoger donde vivir, abrir un negocio, recibir una educación”, dijo.

Un análisis reciente de un centro intelectual de Washington, el Centro para el Progreso de Estados Unidos (Center for American Progress), concluyó que en Estados Unidos los refugiados han contribuido “a la economía estadounidense, aportado vitalidad a zonas con poblaciones en declive … y ampliado la fuerza laboral al buscar y encontrar empleo”.
Asimismo, los refugiados que han llegado a Grecia buscan oportunidades en Europa.
Khadija Karaz, de 35 años de edad, instructora de inglés de Lattakia (Siria), ha vivido en un contenedor convertido en albergue en el principal campamento de refugiados en Grecia desde que llegó con su hija Yasmin el invierno pasado. Karaz, una participante entusiasta en las actividades de la red Melissa, espera tener un verdadero hogar y un mejor futuro para su hija. A pesar de sus cualificaciones como maestra de idioma, dice que no sabe qué idioma enseñarle a su hija de 8 años de edad.
El 20 de septiembre, el presidente Obama coauspició una cumbre de líderes sobre los refugiados en Nueva York para fortalecer la determinación de los países para ayudar a personas como Karaz. Entre las metas establecidas: lograr que haya 1 millón más de niños refugiados que asisten a la escuela y asegurar los derechos legales a trabajar para 1 millón de refugiados.