El 19 de febrero los estadounidenses hicieron una pausa para recordar el encarcelamiento de los japoneses y descendientes de japoneses en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, con actos que conmemoraron la fecha de 1942 en que el presidente Franklin Roosevelt firmó la orden ejecutiva 9066.

Alrededor de 127.000 japoneses y descendientes de japoneses en Estados Unidos fueron confinados en campos de concentración en cumplimiento de dicha orden.
El Congreso no se opuso a Roosevelt y el Tribunal Supremo reforzó esa orden con su decisión Korematsu vs. Estados Unidos, que sostuvo las acusaciones contra Gordon Hirabayashi y Fred Korematsu de ignorar una orden para presentarse en un campo de internamiento.
Mediante actos que mantienen viva la memoria de aquellos días, los participantes esperan asegurar que no se repitan los errores del pasado y que las libertades civiles no sean sacrificadas ante el altar de la seguridad nacional.
Para los sobrevivientes los recuerdos de esa época se mantienen vivos. Cuando era niño el actor y activista de derechos humanos George Takei fue forzado junto a su familia a ingresar en un campo de concentración. Setenta años más tarde reflexiona sobre cómo el campo dio forma a sus definiciones personales de patriotismo y democracia.
“Mi padre sufrió mucho con las condiciones del apresamiento, y sin embargo entendió la democracia estadounidense”, dijo Takei en declaraciones que hizo en junio de 2014. “Me dijo que nuestra democracia es la democracia del pueblo, que solamente puede ser tan grande como su pueblo pueda serlo, pero que también tiene fallos como los tienen las personas. Me dijo que la democracia estadounidense depende vitalmente de las buenas personas que valoran los ideales de nuestro sistema y que se comprometen activamente en el proceso de hacer funcionar la democracia”.
En 1988, el presidente Ronald Reagan firmó la Ley de Libertades Civiles, que dispuso el pago y la presentación de disculpas a las personas que fueron relocalizadas por la fuerza. Uno de los patrocinadores de la ley fue el miembro del Congreso de Estados Unidos Norman Minetta, que estuvo internado en un campo en Wyoming. “Nos reunimos hoy aquí para rectificar un grave error”, dijo Reagan en la ceremonia de la firma.
En 2001 el Congreso decretó que los 10 lugares de los campos de detención sean preservados como monumentos históricos indicando que los “lugares como Manzanar, Tule Lake, Heart Mountain, Topaz, Amache, Jerome y Rohwer queden para siempre como recordatorios de que este país falló en su deber más sagrado de proteger a sus ciudadanos contra el prejuicio, la codicia y el oportunismo político”.
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