Su hijo, que era gay, fue torturado y abandonado a morir por sus abusadores, ahora sus padres luchan por la justicia

El 6 de octubre de 1998, Matthew Shepard, de 21 años, aceptó que lo llevaran en automóvil dos hombres en Wyoming que hicieron creer al joven defensor de los derechos de los gais que ellos también lo eran. Pero, en lugar de llevarlo a su destino, le robaron, le golpearon brutalmente y lo dejaron atado a una valla de madera a temperaturas gélidas. Matthew falleció tras estar seis días en coma.

Luego de esa trágica pérdida, sus padres, Judy y Dennis Shepard, comenzaron su campaña por los derechos de los gais y contra el tipo de odio e intolerancia que mató a su hijo.

Su organización, la Fundación Matthew Shepard (en inglés), financia la educación y la difusión de información para fomentar las conversaciones sobre cuestiones de orientación sexual y temas de género. Un vehículo de diálogo es la obra The Laramie Project (El proyecto Laramie, en inglés), que cuenta la historia de Matthew.

Los Shepard también trabajaron con legisladores y activistas políticos durante más de 10 años para que se creara la legislación que expandió la ley federal estadounidense sobre crímenes motivados por el odio para incluir crímenes motivados por el género real o percibido de una víctima, la orientación sexual, identidad de género o discapacidad.

Los padres de Matthew se unieron al presidente Obama en la firma en 2009 (en inglés) de la Ley de prevención de crímenes motivados por el odio Matthew Shepard y James Byrd Jr., la cual también lleva su nombre por el afroestadounidense que fue arrastrado hasta su muerte por supremacistas blancos en 1998.

Durante la firma, Obama dijo que los crímenes motivados por el odio intentan infundir miedo en el corazón de toda una comunidad, no solamente en una víctima. La ley impone castigos más duros a criminales que busquen víctimas basándose en la identidad o características personales de las mismas.

“Debemos alzar la voz contra crímenes que no solamente rompen huesos, sino que rompen el espíritu; no solamente para causar daño, sino también para infundir miedo”, dijo el presidente. “Los derechos concedidos a todos los ciudadanos por nuestra Constitución no significan nada si no los protegemos, tanto contra leyes injustas como contra actos violentos”.