William, trabajador en un hospital de Monrovia (Liberia), contrajo el ébola mientras ayudaba a los pacientes de la epidemia de hace tres años. Tuvo suerte de sobrevivir. Pero unos meses después de quedar declarado como libre de ébola comenzó a tener problemas con la vista.
William no era el único. Varios sobrevivientes del ébola actualmente padecen de uveítis, una inflamación dentro del ojo. Otros han desarrollado cataratas, por lo que son considerados ciegos a efectos legales. Una iniciativa apoyada por Estados Unidos está permitiendo que puedan recuperar la vista.

Un pequeño grupo de encargados de cuidados de la salud en Liberia han sido capacitados para hacer operaciones quirúrgicas de cataratas, pero el proceso es complicado porque el virus del ébola puede todavía estar alojado en el ojo del paciente. A mediados de 2017 los cirujanos de cataratas, oftalmológos y especialistas de laboratorios de la Universidad de Emory, en Georgia y de los hospitales de la Universidad Johns Hopkins en Maryland, viajaron a Liberia para ayudar.
El esfuerzo, dirigido por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, es parte de un programa para el tratamiento de pacientes y también para la capacitación en oftalmología de los trabajadores de la salud, y de otros oficios, de manera que en el futuro puedan resolver problemas de salud similares por su cuenta.

Levi, otro sobreviviente del ébola, que perdió a su esposa, padres y hermano a causa de esa enfermedad, quedó a cargo del cuidado de sus dos hijos, además de los tres hijos de su hermano. Una visión clara es crucial para Levi, para que pueda hallar un trabajo con que mantenerlos. “Incluso estaré feliz si consigo un trabajo de portero porque podré enviar a mis hijos a la escuela”, dijo.

Como muchos otros sobrevivientes, Beatrice confrontó el estigma y la discriminación en su comunidad luego de salir de la unidad para el tratamiento del ébola. Para entonces Beatrice ya experimentaba casi tres años de prácticamente estar ciega. La operación le permitió ver a su hijo por primera vez desde que naciera. “Ahora puedo cuidar de mis hijos, caminar sin ayuda, ir al mercado, vender, hacer todo”, dijo.
Al día siguiente de sus operaciones William, Levi y Beatrice despertaron con una visión clara y con el ánimo para seguir adelante con sus vidas, como lo hacían antes de contraer el ébola.
“Tenía temor al entrar. Pensé que iba a doler. También pensé que mi ojo se iba a arruinar, porque eso era lo que la gente me decía, desalentándome. Pero nada de eso ocurrió y ahora en esta mañana puedo ver la luminosidad”, dijo William, uno de los pacientes que fue operado de cataratas en ambos ojos.
Levi urgió a otros sobreviventes que padecen de cataratas a que consideren la cirugía. “No tienen porqué asustarse. Deben venir para librarse de la oscuridad”, dijo.
Una versión más larga de este artículo aparece en el sitio web de USAID (en inglés)