uigures

China está exportando conocimientos para manejar tecnología que puede ayudar a los gobiernos autoritarios a rastrear, premiar y castigar a los ciudadanos por medio de la vigilancia digital.

El gobierno chino denomina a los campos de internamiento en Sinkiang como “centros de capacitación vocacional”, aunque una foto ampliamente difundida indica otra cosa.

La vida para los musulmanes uigur en Sinkiang es como vivir en una prisión al aire libre, con cámara por doquier, la policía en todas las esquinas y sin privacidad.

Aunque el gobierno de China las califica de escuelas, documentos presupuestarios, informes de derechos humanos y narraciones de sobrevivientes cuentan una historia más brutal.

Uigures que sobrevivieron los campos de detención de China o perdieron familiares en estos compartieron sus historias con el secretario de Estado Mike Pompeo.

Kamaltürk Yalqun está buscando a su padre, un importante académico e intelectual uigur que desapareció en la represión china contra las minorías étnicas.

Amigos y familiares de personas uigures que se supone que están detenidos en campos de concentración en China están usando las redes sociales para exigir la publicación de vídeos como prueba de que están vivos.

Sam Brownback, el embajador de Estados Unidos para Asuntos de Libertad Religiosa, explica por qué la política de represión religiosa de China es inútil y está mal.

Como parte de la constante represión que padecen los uigures y otras etnias musulmanas minoritarias en China son obligados a violar sus prácticas religiosas.