
Las expectativas eran altas cuando Lorenzo Pineda comenzó su mandato este año como comandante de la policía en Rivera Hernández.
Efectivamente, Rivera Hernández era uno de los barrios más violentos de la ciudad más violenta de Honduras, San Pedro Sula. Pero Pineda, un teniente coronel de 47 años de edad de la Policía Nacional de Honduras, había ocupado anteriormente cargos de liderazgo para la fuerza en la cercana Chamelecón, y durante su estancia allí, la tasa de homicidios se vio reducida en un tercio en sólo tres años.
Pineda era un oficial eficaz. Incluso recientemente había sido nombrado padrino de una clase de preparatoria graduada.
Ocho meses después de comenzar su nuevo trabajo, Pineda ha cumplido con las expectativas: Las tasas de homicidios en Rivera Hernández se ha reducido en gran parte, y las relaciones entre la policía y los ciudadanos son mejores que nunca.
Una razón importante para el éxito de Pineda es un tipo de ejercicio policial que la Policía Nacional de Honduras está implementando en colaboración con el Departamento de Estado de Estados Unidos. Conocido como el “Modelo Catracho” (Modelo de Honduras), esta estrategia da prioridad al establecimiento de relaciones entre los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y los miembros de la comunidad local.
La orientación del Departamento de Estado ha ayudado en el diseño e implementación de reformas policiales en Honduras y en otras partes de América Central. El apoyo continuo de Estados Unidos a la Policía Nacional de Honduras incluye capacitación, equipos, apoyo logístico y asistencia en las relaciones con la comunidad.

El Modelo Catracho subdivide grandes municipios en subsecciones y asigna a oficiales para patrullar permanentemente esas zonas más pequeñas. “De esta manera, la policía puede conocer mejor a su comunidad, y la comunidad conoce mejor a su policía. Construir esta confianza es importante para detectar y disuadir el crimen”, dijo Pineda.
La policía patrulla las zonas candentes basándose en datos y reestructura los horarios de turnos para asegurar la cobertura de 24 horas de las áreas de patrullaje.
Los partidarios del programa dicen que Pineda se ha ganado su reputación como uno de los oficiales policiales más innovadores de la región. “No se puede hacer este tipo de trabajo desde un escritorio, especialmente en un lugar como Rivera Hernández, y Pineda lo entiende. Él se involucra en la comunidad, habla con la gente, está presente y se compromete.
Él anima a su policía a hacer lo mismo. Esto es lo que diferencia a Pineda del resto”, dijo Daniel Pacheco, un pastor local.
Pineda también envía a sus oficiales a las escuelas locales, donde enseñan clases sobre como resistirse a las pandillas, organizan actividades después de la escuela y trabajan con los niños en situación de riesgo para prestarles atención extra. Un esfuerzo similar de vigilancia comunitaria está en marcha, con la asistencia de Estados Unidos, en Guatemala, centrándose en patrullas de policía en bicicleta.
“Nosotros, como agentes de policía también somos miembros de la comunidad”, dijo Pineda. Recuerda que antes en su carrera como oficial de policía con 26 años de antigüedad, la relación entre la policía y la comunidad era muy diferente. “La policía solía operar y sentirse como una entidad separada de la comunidad, eso no funciona”.