La libertad de expresión significa mucho para los estadounidenses. Un estudio (en inglés) concluyó que la abrumadora mayoría de la población de Estados Unidos considera que la gente debe tener la posibilidad de expresar sus ideas, sin interferencia del gobierno, en público, en la prensa o en Internet.
Esos estadounidenses consideran que su derecho a expresar sus ideas debe ser defendido según la Primera enmienda de la Constitución. Pero como el que fuera juez del Tribunal Supremo Oliver Wendell Holmes subrayara, la defensa de la libre expresión significa no solo defender “el libre pensamiento de los que coinciden con nosotros, sino también libertad para los pensamientos que odiamos”.

Le pedimos a Eugene Volokh, un experto en libertad de expresión, y profesor en la Universidad de California en Los Ángeles, que eligiera tres casos del Tribunal Supremo que muestren cómo la libertad de expresión está protegida en Estados Unidos, así como qué tipo de discurso no está protegido.
Incluso el discurso ofensivo está protegido: Brandenburg contra Ohio (1969)
En 1964, el líder de una rama del Ku Klux Klan, una organización racista, fue arrestado por apología de la violencia en un discurso que pronunció durante una manifestación filmada. En sus declaraciones habló de aplicar la “revenganza” (una combinación inventada de “venganza” y “represalia”) en contra de los afroestadounidenses y de los judíos. El Tribunal Supremo determinó que el inflamatorio discurso estaba protegido por la Constitución.
En su opinión el Supremo consideró la distinción entre un discurso que defiende acciones criminales de una manera general y el discurso que incita al crimen inmediato. “Por ello, si alguien está pronunciando un discurso ante una multitud frente a un edificio y dice ‘entremos y quememos este edificio”, explica Volokh, “eso puede ser penalizado”.
“Una gran parte de las críticas a los reglamentos en vigor, a la leyes vigentes y las instituciones sociales existentes se refiere al discurso que puede ser considerado como un aliento a la conducta ilegal”, dijo Volokh. “La gente necesita tener libertad para expresar esos puntos de vista”.
La importancia de contar con una prensa que no tenga miedo: New York Times Co. contra Sullivan (1964)
En 1960 el diario The New York Times publicó un anuncio en favor del movimiento de los derechos civiles que denunciaba las medidas de la policía en Montgomery (Alabama). El comisionado de seguridad pública en Montgomery entabló un juicio al diario por libelo (escrito en que se infama a alguien o algo) dado que algunas de las alegaciones del anuncio eran demostrablemente falsas.

El Tribunal Supremo determinó que en esa instancia el diario estaba constitucionalmente protegido a pesar de las falsas alegaciones, dado que el periódico no publicó las inexactitudes sabiéndolo y por descuido.
La importancia del caso como precedente, afirma Volokh, es que los “errores honestos sobre funcionarios del gobierno tienen que estar constitucionalmente protegidos, aun si son falsos y perjudiciales para el funcionario, porque de otra manera la gente se verá inhibida de criticar a los funcionarios del gobierno”.
La libertad de elegir sus palabras: Cohen contra California (1971)
Paul Cohen, un joven de 19 años, fue arrestado por lucir una chaqueta en un tribunal en California con una protesta obscena contra el reclutamiento obligatorio. Un tribunal menor dijo Cohen tenía derecho a manifestarse en contra del reclutamiento obligatorio, pero no tenía el derecho de hacerlo con lenguaje obsceno en un lugar público.
Cuando se apeló el caso ante el Tribunal Supremo, este no se mostró de acuerdo. “El Supremo dijo que es importante para la gente tener libertad para elegir sus palabras”, dijo Volokh. “Aun cuando esas palabras sean amargas, incluso si son palabras que puedan ser consideradas palabras ofensivas. Eso mismo puede ser un componente importante del mensaje”.
¿Significa que uno puede decir cualquier cosa todo el tiempo?
Volokh destaca que cada uno de estos casos también muestra los límites específicos y muy estrechos de la libertad de expresión.
En el caso del líder del Ku Klux Klan que abogaba en favor de actos que podían ser delitos de haber sido llevados a cabo, la decisión del Tribunal Supremo dijo claramente que si su discurso hubiera sido para alentar a la audiencia a cometer un delito de inmediato, por ejemplo para saquear, manifestarse o quemar edificios de inmediato, ese discurso no habría estado protegido por la Primera enmienda.
En el caso del diario que publicó información inexacta, esa forma de discurso no habría estado protegida por la Primera enmienda si el diario hubiera publicado mentiras sabiéndolo y a propósito.
Y el usar una obscenidad en un lugar público no estaría necesariamente protegido si hubiera estado dirigido contra una persona específica con el intento de ser “palabras combativas”, dijo Volokh.