La mayoría de las personas dan por sentado el derecho a tener una vida independiente. Es algo que ni siquiera se cuestionan. En algunas culturas la independencia puede significar tener la capacidad de vivir por cuenta propia; en otras puede significar vivir como igual entre los pares.
Para una persona que vive con una discapacidad la vida independiente no puede darse por sentada y puede ser difícil hacer entender a los demás de que se trata de un derecho humano. Kalle Könkkölä, de Finlandia, ha sido un pionero en llamar la atención sobre este asunto.
A Könkkölä lo impulsa el conocimiento de que si a una sociedad se le permite seguir ocultando a sus personas con discapacidades, entonces seguirá olvidándolas. Ese conocimiento le ha servido para delinear su carrera en la política y como activista.
“Mi principio siempre ha sido que quiero que las personas con discapacidades puedan expresarse por si mismos. Este no siempre ha sido el caso en el pasado”, dice.
En 1983 Könkkölä fue elegido al parlamento finlandés donde sirvió hasta 1987. Como miembro del minoritario partido Verde, trabajó para facilitar el acceso a los trenes en Finlandia para las personas con discapacidades. Pero su presencia es en sí toda una declaración.
“Fue la primera vez que alguien sentado en una silla de ruedas estaba en el parlamento y ello ayudó en gran parte para llamar la atención en favor de las personas con discapacidades”, afirma.
El derecho a trabajar
Las personas con discapacidades deben enfrentar a sus posibles empleadores que suponen que aportar “acomodo razonable” puede ser demasiado caro. Sin embargo Könkkölä ha realizado varias visitas a Estados Unidos, donde ha visto como la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA) de 1990 opera para proteger los derechos de las personas con discapacidades.
“Es importante que los empleadores puedan ver que los estadounidenses desde hace 25 años tienen en vigor la ley ADA y que nadie ha caído en la bancarrota. En realidad es un costo razonable para facilitar el acceso a las cosas”, afirma.

Como fundador y titular de la Fundación Abilis, Könkkölä hace micropréstamos a grupos de todo el mundo que abogan en favor de los derechos en el trabajo para las personas con discapacidades. También ha fundado y dirige la Asociación Threshold, que se ocupa de ampliar en Finlandia las oportunidades para gozar una vida independiente. Threshold comenzó en la década de 1970 para luchar contra la discriminación de las personas con discapacidades en las universidades.
“En ese entonces poca gente con discapacidades tenía la oportunidad de estudiar en una universidad. No se les permitía el ingreso en absoluto, y por ello comenzamos a trabajar en conseguir el derecho a la educación”, dijo Könkkölä.
“Se trata de saber qué clase de sociedad queremos tener”
A medida que la organización se ampliaba para promover la vida independiente en términos mas generales “nos dimos cuenta que éramos parte de un movimiento más grande a favor de los derechos humanos”, dijo. Las personas con discapacidades no quieren ni aceptan la caridad, “pero si nos gusta la solidaridad” por parte de la gente que no tiene discapacidades.
“Necesitamos aliados y necesitamos amigos. Espero que las personas sin discapacidades entiendan esto”, comenta Könkkölä.
“Ahora que trabajamos por la igualdad y los derechos humanos, no es solo una cuestión para las personas con discapacidades, todos nos debemos hacer en general la pregunta de qué tipo de sociedad queremos ser. ¿Queremos ser iguales o no?”