¿Cómo hacen los estadounidenses para que los refugiados se sientan como en casa? Utah, un estado ubicado en la zona oeste de Estados Unidos, lo logra de manera inusual.
A principios de este año, se vio la primera carroza de refugiados en el desfile anual más grande de Salt Lake City, la capital estatal. También cabe mencionar a la incubadora “Spice Kitchen Incubator” (en inglés), donde los refugiados pueden aprender destrezas culinarias en una cocina comercial y habilidades comerciales para convertirse en suministradores de comidas. Por su parte, el proyecto de rescate de cabras del este de África “East African Refugee Goat” que se lleva a cabo en las praderas cercanas, brinda una conexión especial con el hogar a docenas de refugiados somalíes y burundeses.

Utah, un estado espacioso atravesado por montañas, valles y desiertos, admite más refugiados que algunos estados de Estados Unidos con población mucho más numerosa.
“Esto es perfecto”, sostiene Nour Eddin Abdul Bari, quien trabajó como cocinero y restaurador en Damasco antes de huir de Siria. Bari alaba los servicios médicos y de educación proporcionados a tres de sus cinco hijos con necesidades especiales.
Por su parte, el gobernador de Utah, Gary Herbert, deja en clara su postura acerca de recibir a refugiados sirios: “En Utah somos gente compasiva porque sabemos lo que es la persecución religiosa”, afirmó al Wall Street Journal (en inglés). Utah fue fundada en 1847 por pioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, los mormones, quienes habían sido expulsados de las tierras del este. (Dos tercios de los habitantes de Utah son mormones).
La carroza del desfile anual del “Día de los Pioneros” pudo ser realizada gracias a la donación de un banco local, el cual aportó 12.000 dólares en honor a los refugiados. La multitud, apostada a lo largo del recorrido, mostraba carteles de bienvenida mientras que los tamborileros burundeses tocaban los instrumentos y dos niños butaneses bailaban al compás en la carroza. Veinte refugiados de una docena de países desfilaban junto a la carroza.
“Nuestra comunidad es muy acogedora”, sostiene Ze Min Xiao, quien coordina los servicios de refugiados en el condado de Salt Lake y quien prestó ayuda para elaborar la carroza del Día de los Pioneros.
Una sección del Comité Internacional de Rescate y el Servicio Católico Comunitario se dedica a reasentar a más de 1.100 personas en Utah cada año. Estos refugiados obtienen ayuda para conseguir trabajo, pagar el alquiler y comprar alimentos y cubrir otras necesidades durante nueve meses, hasta que logran salir adelante por sus medios. Además, “les brindamos 24 meses de gestión de su caso”, afirma Patrick Poulin del Comité de Rescate. Eso ayuda a superar algunos de los obstáculos que encuentran en Estados Unidos, como rematricular a sus hijos en la escuela, renegociar arrendamientos u obtener la tarjeta verde luego de un año de residencia.

El grupo de Poulin también maneja el proyecto de rescate de cabras del este de África “East African Refugee Goat” (en inglés). Gracias a él, los voluntarios somalíes y burundeses ayudan a cuidar un rebaño de 200 cabras en una superficie de 44 acres propiedad de la compañía de cobre Rio Tinto Kennecott. Pero también cuentan con la colaboración de grupos del sector público y privado. Las ganancias obtenidas por el alquiler de las cabras para el control de malezas y la venta de carne de cabra sirven para crear becas para aquellos refugiados que desean estudiar en universidades estadounidenses.
En la incubadora culinaria “Spice Kitchen Incubator”, los refugiados adquieren habilidades gastronómicas y pueden alquilar el espacio de la cocina comercial para la preparación de platos que suministran en servicios de catering o para la venta en puestos de mercado. Bari, de 41 años de edad y cocinero desde hace 25, no precisó de las lecciones de cocina. Sin embargo, las lecciones le sirvieron para adquirir valiosas habilidades comerciales y recibir un préstamo de 2.000 dólares que utilizará para tramitar todas las licencias necesarias para abrir un restaurante.
Tras refugiarse en Libia y Egipto, Bari confiesa que solía pensar que “si volviera la paz a Siria, tal vez volvería a mi país en 10 o 15 años. Pero eso fue antes de venir a Utah. Ahora este es mi hogar”.