Una mano guía a los pandilleros a retornar a sus familias

El joven hondureño Luis creció con sus adorados abuelos, pero ambos pronto le perdieron el rastro cuando se trasladó a Tegucigalpa a los 12 años de edad para vivir con su madre, su padrastro y dos hermanastros.

El ajuste familiar fue difícil. Entró en peleas a gritos con su madre y se negaba a escuchar a su padrastro.

Aquello que en cualquier otro lugar puede ser una fase rebelde en un adolescente normal, en el caso de Luis tuvo un giro oscuro en su nueva vecindad, en las que las pandillas peleaban por el control territorial: “Eso hace que todas las pandillas se peleen y haya violencia, muertes, tiroteos, y drogas…”, dijo.

Experimentó con drogas, fue rebelde en la escuela, hacía novillos y se hizo compinche de la gente equivocada.

Un día su madre, Gloria, ya con la paciencia agotada encontró la manera de acabar con los problemas familiares: el programa “Proponte”, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, que ofrece asesoría a las familias con el objeto de mantener a los jóvenes lejos de la vida de pandillero.

Al principio Luis se mostró vacilante, pero Sabina, su asesora, lo ayudó a cambiar gradualmente de actitud. Ayudó a convencer a Luis de que se mantuviera lejos de las pandillas y las drogas, regresara a la escuela, buscara nuevas amistades y aprendiera a respetar a su familia.

Luis comentó que esos seis meses fueron asombrosos porque pudo cambiar completamente. “Aprendí a ser alguien mejor”, dijo.

Ahora algunos días despierta temprano para ayudar a su padrastro a llevar sus productos vegetales al mercado. Otros días compra maíz para el pequeño negocio de su madre que hace tortillas, llevando un pesado saco a la espalda hasta el autobús que lo lleva a casa.

Muchacho ayudando a un hombre a llevar comestibles en un carro (Thomas Cristofoletti para USAID)
Luis ayuda a su padrastro Santos a llevar sus productos al mercado. (Thomas Cristofoletti para USAID)

Luis comentó que es muy agradable ir a trabajar sabiendo que el dinero que se gana se ha logrado con el propio sudor y no por medio de actividades ilegales.

Composición de un profesor dirigiendo una clase y una persona reparando un pequeño aparato de cocina (Thomas Cristofoletti para USAID)
Después del asesoramiento Luis regresó a la escuela (izda.) y aprendió a reparar aparatos domésticos en un centro de USAID para ayuda juvenil. (Thomas Cristofoletti para USAID)

Ha aprendido valiosos oficios para su trabajo como computadoras y reparación de aparatos caseros en el centro de USAID para actividades juveniles, donde también se divierte en el gimnasio y jugando al fútbol.

Tres muchachos sentados en un banco, uno sirviendo un refresco en el vaso de otro (Thomas Cristofoletti para USAID)
Luis y sus nuevos amigos comparten refrescos y bocadillos en su vecindario Nueva Capital. (Thomas Cristofoletti para USAID)

Honduras tiene una de las tasas más alta de homicidios en el mundo. “Si no hubiera entrado a Proponte ya no estuviera ni vivo, o fuera un asesino, matara a la gente”, dijo Luis.

Familia posando para una foto (Thomas Cristofoletti para USAID)
Luis y su familia frente a su casa. (Thomas Cristofoletti para USAID)

Afirma luego que el programa le ha permitido sentirse mejor consigo mismo. “Antes pensaba que era algo no importante. Ahora sé que soy inteligente” dijo el desgarbado adolescente que sueño con conseguir sus objetivos.

Una versión más larga de este artículo (en inglés) aparece en el sitio electrónico de USAID.