Incluso el presidente de Estados Unidos necesita pasar un tiempo fuera de la oficina, aunque las vacaciones presidenciales no son como las de los estadounidenses comunes.
Mientras el presidente y la primera familia salen de paseo a su lugar de vacaciones en el avión Air Force One, en realidad nunca pueden escaparse de su trabajo – o de las personas que van con él. Los presidentes modernos viajan con unas 200 personas, incluyendo agentes del Servicio Secreto, asesores militares, personal de comunicaciones y un grupo de reporteros y fotógrafos.
La ex primera dama Nancy Reagan dijo una vez “los presidentes no tienen vacaciones, lo que tienen es un cambio de escenario”.
Los presidentes reciben sus informes de seguridad nacional, realizan conferencias de prensa y se comunican con otros líderes mundiales. De muchas maneras es como cualquier otro día en el trabajo, solo que con mejores vistas.

“Tienen suerte si pueden pasar un par de horas realmente descansando”, dice Scott Farris, autor del libro “Kennedy & Reagan: Why Their Legacies Endure” (Kennedy y Reagan: Por qué perduran sus legados). “Es muy raro que puedan pasar todo un día sin que se les pida que tomen una decisión sobre algo importante”.
De hecho, algunos de los momentos que definen a las presidencias han ocurrido cuando el comandante en jefe estaba de vacaciones. En 1940 durante un viaje de pesca Franklin Roosevelt elaboró un plan para proporcionar fondos a los británicos para luchar contra los nazis antes de que Estados Unidos entrara en la Segunda Guerra Mundial. Ronald Reagan firmó leyes amplias para el recorte de impuestos y el presupuesto federal desde su rancho en California.

Los centros de vacaciones presidenciales cambian de acuerdo al ocupante en la Oficina Oval. Los presidentes Reagan y George W. Bush gustaban de pasar el tiempo en sus ranchos. Los presidentes Obama y Clinton preferían Martha’s Vineyard, una isla en Massachusetts, para pasar sus vacaciones de verano. Farris dijo que la popularidad de la isla en parte se debe a que el Servicio Secreto podía proteger grandes zonas de la misma, permitiéndole a la familia presidencial un grado de libertad del que no podría gozar en otras localidades.
El presidente electo Trump tiene opciones cuando le llegue el momento de tomar vacaciones, dado que es dueño de viviendas en varios lugares, incluyendo residencias en Florida y Nueva York. Puede que también haga viajes rápidos a la ciudad de Nueva York para visitar a su esposa y a su hijo menor, que se quedarán en esa ciudad hasta por lo menos el final del año escolar.
Dadas las presiones del cargo, comentó Farris, los presidentes merecen gozar de alguna distracción y hacer una pausa en medio de sus obligaciones presidenciales.
“Todos estos hombres salen con canas de la oficina. Yo creo que se merecen algo de recreación”, dijo refiriéndose a cómo les cambia el color del cabello.
