
Las sufragistas
La Primera Guerra Mundial ayudó a la mujer estadounidense a ganar una batalla en curso desde hace décadas: asegurar su derecho a votar.
La guerra “marcó el comienzo de una nueva era en la historia de la mujer”, afirma Lettie Gavin en “American Women in World War I: They Also Served” (Mujeres de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial: También prestaron servicio).

“Muchos consideran que esos cuatro años de guerra liberaron a la mujer de los viejos moldes y estereotipos, y sentaron las bases para salarios más altos, mejores empleos y mejores condiciones de trabajo”, escribe Gavin.
Durante la Primera Guerra las mujeres fueron a Europa para ayudar en los esfuerzos humanitarios, manejando comedores, entreteniendo a los soldados y ayudando a los civiles heridos en Europa.
De regreso a Estados Unidos, entraron en la fuerza laboral de distinta manera, fabricando componentes para los coches de ferrocarril y los aviones, manejando grúas y trabajando como conductoras de trolebuses.
Una vez que terminó la guerra fueron licenciadas rápidamente cuando los soldados volvieron a reclamar sus puestos de trabajo, pero para ese momento el cambio en la sociedad era inevitable.

El presidente Woodrow Wilson, una vez objeto de la protesta de las sufragistas, se convirtió en su defensor, afirmando ante el Congreso que ampliar el sufragio a la mujer era “vitalmente esencial”.
El Congreso aprobó la Enmienda 19 a la Constitución de Estados Unidos, concediendo a la mujer el derecho el voto, siete meses después del Día del Armisticio; los estados la ratificaron en 1920.
— Crónica de Christopher Connell