El planeta entero vibró el 26 de diciembre de 2004, cuando estalló un terremoto en el océano Índico. La destrucción hizo del mundo un lugar diferente: 1,6 millones de desplazados, 230.000 tragados por olas de 30 metros de altura y la pérdida de 14.000 millones de dólares.
“Fue un golpe increíble. Los países de la región no sabían que eran vulnerables a este tipo de riesgo”, dijo Tony Elliott de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental. Como órgano de ciencias marinas de las Naciones Unidas, la Comisión recibió un mandato de la comunidad internacional para coordinar un sistema de alerta de tsunamis.
Nadie había recibido advertencia de que un tsunami se acercaba. En algunos lugares, más personas acudieron a la orilla a ver maravillados como las aguas retrocedían, sólo para ser arrollados cuando llegaron las olas gigantes.

En el momento, sólo el Pacífico tenía sistemas de alerta para detectar tsunamis. El borde del Pacífico se llama el anillo de fuego por sus volcanes, y terremotos y maremotos son fenómenos comunes. (También los asteroides pueden provocar tsunamis Lea sobre el sistema de alerta de la NASA para asteroides).
Después del tsunami de 2004, la ayuda humanitaria llegó de todo el mundo. Nada más el gobierno de Estados Unidos proporcionó operaciones de búsqueda y rescate, programas de asistencia alimentaria de emergencia, se proporcionó refugio, apoyo psicológico, actividades contra la trata de personas y de limpieza de escombros. En cinco días, la comunidad internacional se comprometió a entregar más de 500 millones de dólares en apoyo y unos 6.000 millones (en inglés) más han sido donados.
A raíz de la catástrofe, “hubo alta concientización a nivel de los encargados de tomar decisiones, y no había un asunto más importante que poner en marcha un sistema de alerta para el océano Índico”, dijo Bernardo Aliaga, especialista de programa en la Comisión Oceanográfica Intergubernamental.
Creación del sistema

En 2005, el centro de advertencia del Pacífico y la agencia meteorológica de Japón (en inglés) instalaron un servicio provisional para vigilar el océano Índico. Los países de la región también empezaron a desarrollar sus propios centros de aviso. En 2011 entró en plena operación el Sistema de Advertencia y Mitigación de Tsunamis del Océano Índico.
Cada uno de los países 28 miembros vigila las amenazas de maremoto. El sistema se ha utilizado 10 veces. Según el investigador Thomas J. Teisberg, el sistema de alerta de tsunamis del océano Índico puede salvar al menos 1.000 vidas cada año.
En respuesta a la tragedia de 2004, sistemas de alerta también surgieron en el Mediterráneo y el Caribe. Un total de 147 países participan en el programa de tsunamis — sismólogos, oceanógrafos y gerentes de emergencias trabajan 24 horas todos los días con el propósito común de salvar vidas.
Usan sensores sísmicos para detectar terremotos, así como medidores del océano profundo y las costas para controlar la generación y propagación de las olas de tsunami. En 10 minutos, datos en tiempo real están disponibles en los centros de advertencia regionales y nacionales.

“Las campanas comienzan a sonar en los centros de advertencia y suenan alarmas para los operadores de los centros”, dice Aliaga. Las personas en comunidades amenazadas tienen entre 30 minutos y 14 horas para encontrar un terreno más elevado o evacuar.
¿Un mar de tranquilidad por delante?
Aunque los grandes maremotos son raros, el peligro radica en que desaparezcan del recuerdo. Para estar conscientes de esta amenaza, la comisión lleva a cabo simulacros y ejercicios cada dos años. Los países que bordean el mar negro, incluyendo Rumanía y Rusia, participaron en un reciente ejercicio por primera vez.
“El océano Índico es sin duda mucho más seguro de lo que era en 2004, pero nunca podemos estar completamente seguros”, dice Elliott. “Lo que tenemos que hacer es estar preparados”.